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viernes, 25 de septiembre de 2020

¿Qué es la poesía? Poemas de Gabriel Jaime Franco



Creo que fue Octavio Paz quien dijo en alguno de sus lúcidos ensayos que “poeta es aquel que ve”. Como toda definición, sobre el poeta y la poesía, también esta es cierta, pero incompleta. A este aserto, yo añado entonces: poeta es aquel que nos dona nuestros propios ojos. En efecto, creo en la poesía está renovando de modo permanente nuestra mirada, haciéndola más limpia, más generosa y más abarcante; sin ella, sin la poesía, no es posible cambiar el mundo, pues ella la que nos muestra lo real desde la perspectiva que no excluye ninguno de los componentes de nuestra consciencia: pensamiento analógico, sí, pero también aristotélico: silogismo y lunas, nupcias del aire con los hábitos, fórmula y juego. 
Ya lo dije en un poema, pero lo repito aquí: “Lo que mis ojos no vieron/ lo vieron otros ojos/ Donde mi corazón no estuvo/ otro se exaltó de dicha o de dolor/ de donde no extrajo nada/ mi razón ofuscada por su obsesión de soles/ otro trajo una porción de luz”. Sin la poesía somos incompletos o, como dijo Aldo Pellegrini, mutilados. 


Poética

Toda poética excluye e
intenta
construir su onanista paraíso.
Lo que mis ojos no vieron
lo vieron otros ojos.
Donde mi corazón no estuvo
otro se exaltó de dicha o de dolor.
Toda poética se ciega a sí misma,
despedaza su sextante,
a sí se siega.
De allí de donde no extrajo nada
mi razón ofuscada por su obsesión de soles,
otro trajo su porción de luz.
Toda poética construye su casa
con ladrillos que también son míos.
¿Por qué (pues) hacerla sin ventanas?
Lo que no alcancé a soñar otros lo soñaron,
y mi pasión no fue más alta ni más baja,
sino tan sólo mi pasión.
Toda poética es orín de perro,
límite,
miedo de ser lo que ya se era.
De donde no penetró mi ojo limitado
otros trajeron su fulguración, su chispa.
Yo nunca miré solo. Yo nunca miré solo.
Cuando la muerte se te acerque
no verás sino
tu ojo,
tu ojo,
tu ojo.


¿Leyendo a Fernando Pessoa?

1

Puesto que se es un hombre
no se es grande.
Mas es haber venido aquí tan grande
que haber creído ser un día
es haber sido.

2

Ahora hago en verdad esto o aquello,
mas no entiendo muy bien
por qué no soy un hombre que embetuna o hace fila,
quien ofrece cursos de inglés o enciclopedias,
algo así,
por qué no soy quien ora,
quien ahora muere,
quien intenta ser en esto
o en esto
o en aquello,
Porqué sólo soy quien se pregunta,
quien se deshalla y se descentra,
sólo quien intenta no sabe muy bien qué.
Por qué soy al fin quien soy, si fuera.
Mas fue creer haber sido tan grande,
que sólo haberlo creído es haber sido.

3

Haber sido un hombre,
haber creído serlo un día
es tan grande y triste y bello y solo,
que toda verdad por mí intentada
es tonta y grande,
pues ser es quien embetuna y quien ora y hace fila.
quien mastica esparto
quien se acoda en un balcón en Porto o Pernambuco.
Uno es en verdad un ser allí o aquí,
pobre y rica y maravillosa cosa siendo en el tiempo,
pobre y rica e innombrable cosa que se piensa.
Alguien muere, todo el tiempo, de verdad,
alguien está muriendo,
todo el tiempo, todo el tiempo, todo el tiempo,
todo el tiempo alguien está muriendo
en gerundio, ahora y todo el tiempo,
en gerundio, en gerundio ahora,
y soy siempre yo,
siempre yo,
de todas formas.
Es una cosa triste y maravillosa.
¡Es tan bello! Es casi insoportable.
Es tan bello.
¡Oh Dios, es tan bello y triste!


*Gabriel Jaime Franco (Medellín, 1956). Miembro del Consejo Editorial de la Revista Prometeo y del equipo organizador del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Libros de poesía: “En la ruta del día” (1989), “La tierra de la sal”, “Reaprendizaje del alfabeto” (Premio nacional de poesía Fuego en las Palabras, 1997) y “Las voces escindidas” (Beca de creación del Ministerio de Cultura, 1998). Ha sido incluido en las antologías “Cinco poetas jóvenes”, “Disidencia del Limbo”, “Conozcámonos mejor” (Brasil-Colombia), “Postal de fin de siglo” y “Quién es quién en la poesía colombiana”.

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