No es nuevo que un Estado persiga a los poetas, a los que hacen uso del habla, a los que se atreven a decir no sólo lo que es obvio sino lo que es posible: la potencia de los sueños y de su generación, de una conciencia que se extiende ahí donde hay habla, donde hay palabras. Un país no puede existir sin una literatura que lo represente, que le dé identidad, que lo revitalice. Habría que pensar si el Estado cree que México puede existir sin poesía. Pero el Estado mexicano, mediante estas acciones, busca silenciarnos forzosamente. Conocemos a Sandino Bucio y hemos compartido lecturas, poemas, publicaciones, tanto en la Ciudad de México como en Sinaloa y Quintana Roo. Lo que aquí han hecho es apresar a una de las voces que debería enorgullecer al país. Porque hablamos de que persiguen a la poesía, porque la poesía tiene el poder de regresarle el habla a una sociedad que la ha perdido por el miedo, por la desaparición forzada, la censura y el abuso de poder; y con hablar no nos referimos a la instrumentalización del lenguaje, no al lenguaje que persigue algo, sino al sentido que tiene el lenguaje sobre el mundo y las cosas: su capacidad de descubrir lo real. La poesía mexicana actual está generando nuevos nichos de “habla”, experimentándolos como nuevos giros en los que creemos existe el germen de una nueva conciencia. La poesía conquista una geografía del pensamiento que le arrebata a la arrogancia y al cinismo; hablamos de que la poesía tiene que ver con la capacidad de conmoverse individualmente y socialmente, de escuchar a los vivos y a los muertos, de hablar con ellos, de aprender lo que somos y hacemos. Éste es un país que está perdiendo su capacidad de comunicación profunda, de creatividad cultural, pero sobre todo, un sentido de pertenencia a una especie, a un planeta, a un cosmos. Debemos hablar para no aniquilarnos, porque hablar es el acto más avanzado que tiene el hombre como especie. La apatía nos ha llevado a un país injusto e inequitativo como el nuestro, a creer que no importa la muerte, los desaparecidos, las violaciones a los derechos humanos, que todo queda en discurso, en patrañas, en castillos de aire. Nuestro reto inmediato es una transformación del lenguaje, del habla y en eso Sandino Bucio es un compañero de viaje, pero para ello los poetas necesitamos no sólo de poetas, sino de nuestra sociedad. Este llamado es a esa sociedad, a esa comunidad por la cual damos fe de que aún es posible unirse en voz, en el sentido último que tenemos de seguir hablando, de decir las cosas, porque callarse es lo peor que podría pasarnos en este momento. Ser poeta no puede ser un oficio de terrorismo porque el poema condensa una carga de sentido que viene a la vida con nosotros. Alzamos la voz: si tocan a uno nos tocan a todos. Nuestra herramienta es el lenguaje, el lenguaje no es terror, a partir del lenguaje es posible crear otros universos, otros espacios posibles y habitables.
En un país donde quieren cotidianizar las palabras muerte, desaparecidos y terrorismo, es importante mencionar otras palabras como solidaridad, justicia y dignidad, palabras que se vuelven frases, que se vuelven mundos, que se vuelven un canto a la vida que aún es posible.
La comunidad poética de México se suma a las protestas convocadas para este primero de diciembre porque también aquí decimos ni pena ni miedo. México y el mundo condena estos actos de terrorismo de estado hacia la sociedad y sus artistas.
Comunidad Poética de México
Comunidad de Escritores