Silencio
Hoy recuerdo el silencio de Alfonsina, el silencio alado de su boca
salió del mar hacia las nubes amiga de los estorninos
Las palabras no se las lleva el viento, Alfonsina llegará con la lluvia:
El destino del líquido bajo los engranajes de la nube, la cortina pastoril
que sumerge al esquilador de la lluvia a los balidos de su cuerpo
Llegará el herrero que extendió sus manos : la ruta del sol
El rictus del metal fundido sobre las ruinas del agua
Llegará el silencio a los astilleros sobre el beso forestal de la adormidera…
sueñan las caracolas, mejillones, la lejanía de la playa y su bullicio
Llegará la casa vieja con sus ventanas de espuma y flamencos
la fisura del silencio en las puertas, la ola atrapada en las bisagras
Llegará el psiquismo hidratante de una mujer sin final
para esculpir la piedra oceánica de un grito interminable
el silencio de Alfonsina junto a los escribanos del mar...
Los 100 metros estilo libre de Mark Spitz
Dos manos han roto la clepsidra
El hombre agua quiso mentir de caparazón
Un ballet de saetas partían de Modesto California,
el carril era un débil espacio de pulmones…
El tiempo hacía apnea en el templo de la herida
brazadas de cien metros cortaban las alas.
Un océano recto para dejar la nariz ante un espejo
aventureros que iban y venían a ese fuego que bordeaba sus cabezas
La corona de laurel era el nuevo vestido de los ahogados
La alquimia convirtió el agua en un acuario de relojes
Aqua
(Fragmento I)
“Cuando el hombre salió del mar
se llevó el océano consigo”
Claude Bernard
Soy el vinculo geométrico de las olas
la piel de mi vida
Ayer soñé que me moría con Jacques Cousteau
y que una muralla de coral tenía la tumba de un niño marítimo
porque mi boca es un puerto de crayolas celestes
y de arrecifes podados por el polietileno
la mixtura de lo que transcurre, corvinas en la costanera
que arponeros salían de mi semen como manglares
y la noche con el collar de turmalinas en el lomo de un toro
eran caléndulas contra las leguas del cansancio
porque lloraba aceite de ballenas en una lata de hombres huérfanos
heridos por las burbujas de los niños
cuando buscaban la jaula de las rocas
porque quizás
la sequía aparece para develar un árbol de yeso
en las brazadas fracturadas de mi madre…
El agua turbia donde busco a los alquimistas en el silencio de los mejillones
busco en mi sangre las lapidas del mar
pero las moscas y el río se hunden en las pupilas del mar
y los gusanos regresan del cementerio marino
como aguaceros de tribus que enhebran sus moléculas en mi piel blanca
un voraz sentimiento de los que drenan las nubes con el opio…
y fue el inicio del mar
Fue la inundación de la yagua en los poros elementales, la flecha de savia
sus semillas en las parcelas antiguas del manantial
Fue la maloca en cada rito del chubasco, el animal protector
cuando duerme el alma –árbol en cada palabra umbilical de la tierra
Fue el río en el lomo de las ranas, saltando entre los continentes fósiles
del hombre nuevo…
Un sueño de astilleros en el olor de un papiro, un mapa en desuso
el traje hídrico de una sílaba arrojada al sueño de un litoral poético
Y era la palabra agua una verdad en la tumba de un niño marítimo
la desembocadura de un signo de agua en los calendarios universales
El Juego de un niño–pez en la placenta del acuario
mientras busca en el mar de Aral, lo que ya no existe….
Y fue el inicio del mar
El que descubrió el portal náutico de un espíritu elevado
desenvainado la colmena hídrica en los copos de los árboles
Como una ofrenda de hierbas en las grietas del cielo
me sumerjo a mis delirios oceánicos
cuando las aves migratorias vuelan en mi mente
cuando los cancerberos azules en la puerta de un volcán
En el albor de las nubes nocturnas, la coraza de un nubarrón en mi cráneo
Soy el ciclón de los libros arrojados a las bibliotecas del mar
el relámpago en las plumas del halcón que nace de mi mano
el torrente de la cascada en los bordes de un antiguo marsupio
Soy el líquido que desgrana los acantilados en las parcelas del tiempo
el lirio acuático que teje las branquias en los otoños del valle
Soy el pez azul que reescribe el diluvio como una ofrenda de viento
el talego de charcos cuando bailo en las alturas del páramo
Como presa de una fragata en guerra, la yesca interminable,
el incendio inmemorial del homo sapiens
–Porque el hombre de agua también se quema en el punto cardinal de un risco–
Soy el ojo pardo de un río antipoético que cruza las manos de un niño
la quintaesencia de las aves marinas atrapadas en la saliva infantil
Me sumerjo a mis delirios oceánicos en el sudor de un hombre acuático
cómo un bípedo que alza su cuerpo en las bisagras de una nube…
Felipe López Nació en Manizales, Colombia, en 1985. Presidente de la Corporación Cultural Sísifo de Envigado. Coorganizador del primer Encuentro Nacional de poesía joven de Colombia. Ha sido ganador del Premio Sueños de Luciano Pulgar, Poesía 2010. Ganador del segundo Premio de Poesía Joven Ciudad de Medellín y ganador a los Estímulos al Talento Creativo en Poesía de la Gobernación de Antioquia 2014. Ha publicado la antología de poesía joven El vacío como llenura en el 2010; y el libro AQUA con la Editorial Pulso y Letra 2014. Ha sido invitado a festivales en Ecuador y México, y el festival Internacional de poesía de Medellín 2013 y 2015.