Para los alarifes del cemento,
soy un estorbo que frena
el tamaño mineral de su premisa,
una extraña en el lugar equivocado;
sus amenazas de muerte me persiguen.
Pero soy más que una voz que ensordece
en la agitada ceremonia de las calles.
Soy testigo de la noche que avanza con el miedo,
de transeúntes perdidos en su sombra.
Y también soy testigo de mis floridos reclamos
que ululan la presencia de otros cuerpos.
Soy un punto para atar el nudo corredizo
y columpiarse en los espejos del viento.
Soy escombro y ceniza que el tiempo convierte en su liturgia.
Soy la dicotomía que humedece el perdón de la hostia,
mientras el corazón hierve de guerra.
Soy la voz de los espejos que repiten la luz de la memoria.
Soy los labios de la rosa que arden en las páginas vacías de la penumbra.
Soy el pájaro que deja sus alas en los bosques de nubes.
Soy la roca donde el pez se cristaliza antes de beber las últimas gotas del río.
Soy el trapecio de la lluvia donde el relámpago cuelga sus secretos.
Soy el relincho de la hierba cuando el jinete vuelve a su caballo.
Soy la vigilia de la aldaba cuando la puerta recibe los golpes de la luz.
Soy el aire que reescribe el ritornelo de la canción que viaja en las ranuras del tiempo.
Soy el carbón que deja el relámpago.
Soy tormenta.
Soy alegoría y llanto.
Soy las caricias y los besos
que han dejado sus cantos en los nudos de la piel.
Soy el puente invisible
donde la noche cruza para alcanzar el día.
Soy el recuerdo y la lechuza y los lobos en el bosque
y las aves incontables…
Soy la ruta que el dolor
todavía no ha recorrido.
ALBORADA
Vacilantes van mis pasos,
acostumbrados al desarraigo y estremecidos por completo en el transcurrir de estas noches retorcidas por el miedo.
Infértil es mi llanto
que cabalga contra el viento,
bajo un lamento que reposa en la agonía inclemente
de esta, la última tormenta.
En vano pasan los días
y el devenir se detiene
entre la rueda de la vida
que ahora no tiene memoria.
Un grito solitario despierta mi ensueño.
Sin medir frontera,
me deja ajena de mí misma.
No me quedaré en silencio.
No podrán anular el recuerdo de mis pasos.
No inventaré pretextos.
No alimentaré sus egos.
No huiré sin dar batalla.
Tengo tantas cicatrices en mi útero
que podría hacer con ellas un fino desfile,
un destello como grito fecundo,
donde la verdad atrevida,
arriesgada, osada,
me retorna a la alborada.
Solo encenderé mi luz,
cierta como el legado incorruptible
de esta era que se extingue.
CONFIDENCIA
«…porque esto para siempre debe ser un secreto guardado de todos los demás».
–Lewis Carroll
No logro encausar la furia que me asiste,
me detengo y pienso
cuán infinito es el deseo de inventarte.
Respiro ideas que iluminan mi sed de vos,
es como si el clamor de los vientos, por cruzar tu cordura,
terminara en un solo e inquieto compás,
esa melodía que lleva un nombre, una figura
y algunas llamadas que juegan al fantasma.
Este afecto inhala simplezas,
es de miradas complacientes,
de sueños firmes, aromas taciturnos,
de encuentros fortuitos y un deseo intacto.
Este anhelo no se arrepiente,
pero se esconde,
incansable guerrero
que se eslabona en el tiempo,
anuncia su cortejo de esperanza,
súbita conspiración de amarillo mostaza.
Es un rumor que existe y no te toca.
Este deseo susurra tu nombre en la ventana
y reclama al viento una historia,
la sutil palabra,
un vientre en llamas
en la urdimbre del deseo
que no se apaga.
Este capricho ya no para,
huele a destinación, sabe a propósito,
es interminable, insospechado,
aun sin batallas, sin aliento, sin retorno.
Tú, mi utopía,
el que no sabe de este infierno
abre tu ventana y respira mi aliento,
atiende el llamado mortal de mi propuesta:
lánzate al vacío y habítame.
ESTE DOLOR ES MÍO
Pesada es la carga de la verdad inoportuna;
no todos pueden soportarla,
pero me doy el gusto de elegir
por dónde sangrar
y cuándo huir.
Ningún cuerpo es madriguera
de la infamia del guerrero,
pero la zozobra multiplica los ojos
en los espejos del temor que me persiguen,
encontrando el reflejo de las propias heridas.
Me alejo del rojo pendular de la mecedora,
donde descansa una mujer parecida a mí.
Ahora, cuando parece que nada sucede,
quedo atrapada en los pilares desolados
de esta noche que se derrama en mis ojos.
Ya casi sombra,
la penumbra es roca que tropieza con el cuerpo.
Llueve sobre mí un invierno de dolor,
convirtiéndome en abismo.
El ruido de unos pasos busca mi puerta
para que no pueda ocultar lo inevitable.
Negarse tiene el costo que el milagro desconoce
cuando esta guerra reduce el territorio
solo al tamaño de mis pies,
custodiando las riberas del insomnio.
Ya sospecho que pronto no habrá luz en mi piel.
Mi epitafio vendrá en la esquiva mirada de otro sueño.
Mis frutos serán invisibles racimos
en algún ojal de la memoria,
y mi hamaca, fértil al cortejo vegetal,
seguirá atada al viento de otros árboles.
MANADA
Andan sueltos los lobos,
los oigo aullar no muy lejos, a mi espalda,
pero no me vuelvo.
Ya he caminado muchas veces entre ellos y a oscuras.
Ahora yo soy quien lleva la luz
y ellos los que tienen hambre.
Mi cuerpo resiste las ausencias.
Puedo vivir sin lágrimas
o derramarlas todas en una noche.
No tengo ya la piel de cordero,
mi tez ahora es de tantos como he querido.
Vuelvo a estar cosechando recuerdos,
pero sin miedo a que me traguen.
He visto a sus labios
devorar las tormentas del humo,
como zainos en las fauces de la sequía.
Camino al frente de cada uno ahora,
más desnuda que nunca,
durmiendo al sereno,
anudando mis palabras
en esta noche silenciosa,
bajo las estrellas de sus ojos
y sabiendo que una noche cualquiera
podrán comer de mi cuerpo.
*Silvana Tobón Cardona (1980). Colombiana, Historiadora y agitadora cultural reconocida en el ámbito iberoamericano. Su obra incluye el poemario El Obscuro y participaciones en compilaciones, antologías como Mujeres escritoras en la Memoria de Antioquia I y II, Revista Punto Seguido, Revista la Otra, Revista Gotas de Tinta, entre otras. Ha participado en festivales literarios como el Salón del Libro Iberoamericano (Huelva, España), Otoño Cultural Iberoamericano (Huelva, España), Edita (Punta Umbría, España), Festival FELINO de Literatura del Noroeste (Tijuana, Baja California). Desde el año 2011 lidera la coordinación de EDITA Colombia en sus 4 versiones (2011, 2012, 2013 y 2017). Su más reciente libro, Este dolor es mío , explora la profundidad del ser humano a través de una poesía introspectiva. También es docente universitaria, donde transmite su pasión por la literatura, el patrimonio y la cultura.