El legado de los poetas es el tesoro que heredamos para respirar, con los pulmones del canto, la aventura que somos: el habla de la intemperie ante lo imposible, esta sed de ser a la deriva, en la espesura del día a día, a través de un mundo de fuerzas concurrentes y chispazos del sueño, coronados por un misterioso rayo de luz para danzar en el abismo. Ante la algarabía celeste nos unimos a la fiesta solar. Ante los animales, esos asustadizos seres de la vigilia, invocamos los cantos ancestrales de comunión con su inocencia y con la serenidad del bosque, frente a los desiertos que avanzan hacia la vida de las ciudades.
No sólo de versos y de prosas, está hecha la poesía. Los poemas son una de las tantas huellas que deja el paso de la poesía por nuestras vidas y aquel que dispone a que el lenguaje cante a través de él, es el poeta. Nos reúne nuestra sed de infinito ante lo efímero. Deseamos el encuentro. Somos tribu que ríe, los animales que imaginan.
El espejo negro
Atraído por la visión de un árbol, camino por la sabana, hasta extraviarme en su paisaje. Su tallo, abrazable por ocho hombres en círculo. Tan alto que aves migratorias se desvían de su ruta, allá lejos, imantadas por su presencia.
Palacio para pájaros. Bajo su fronda me acuesto hasta entrar en el trance del intersueño. Mi visión se desplaza como si otro llevara en su rostro mis ojos. Avanza. Una pradera. Hongos, gigantes, de un material calcáreo. Corro. Me acompañan vientos corporeizados o cuerpos huracanados. Luego, una arboleda de robles. Una pequeña laguna.
Los vientos me abandonan en la parte trasera de una casa, construida con maderas que exhalan aromas. Hay recámaras, amplísimas, de techos altos. Hay cervatillos, grabados sobre pieles; miran, perplejos, un remolino de aves. Emblemas de oro, plata y piedras pulidas.
En el espejo de ónix se ve la entrada a un recinto donde se realiza un diálogo, sin palabras, entre muchas personas. Leves corrientes de un viento atémporo ondulan, benévolamente, en el cielo de este recinto semi-elipsoidal.
Proceden de remotos parajes o tal vez siempre han estado atrapados en el espejo negro. Al atravesar ese velo, se siente que nos esperaban. Todos dicen, con mucha clarividencia, mensajes fundamentales. Es un habla que no puede ser expresada sino como un coro de briznas flotantes. Al regresar de allí se siente que esas voces, como viento que roza las espigas, nunca más nos abandonarán.
Los ojos regresan al cuerpo.
Este carnaval
Este carnaval
ganó la batalla
esparció espigas
del oro del trigo intangible
que reluce entre lo que no se ve
¿Qué no se ve?
El fotógrafo
Digamos que no se ve
el sonido del verde
excepto si percibes su olor
El óleo verde huele a trementina
y el verde ¿a qué huele?
Si vamos por las rutas del verde
volvemos al carnaval
Eso es posible por la incesante necesidad
que el verde tiene del rojo
En este carnaval
el sacrificio consiste en derramar
la leche del misterio
en los pechos de los niños asesinados
A este carnaval
sólo asisten las huestes
de los Libertinos del Rayo
danzantes al ritmo
de la palabra no dicha
sólo aprehensible
por el eros de los objetos
Y la música todo lo conecta
a partir de abismos de silencio
que todo lo pueblan
para que el ruido dance
y sea el sonido
de lo que se desvanece por fricción
pero que resucita en roce universal
En este carnaval la música es médula
y el alcohol una doncellita de oro
a quien no la salpica la sangre
de los masacrados
sino el polvo solar del delirio
Para este carnaval
sus nociones son dadas
viviendo en las moradas del relámpago
donde canta la espiga de oro imposible
Serás guerrero cuando veas fluir el oro
de las lágrimas
Llegan las mujeres
Llegan las mujeres
a servir copas de lágrimas
para que mi bestia de luz
libe
para que el humor
haga estallar de risa
el océano negro de sus angustias
Sufren por los hombres
-sus hijos
es decir
sus novios
que rompen cítaras
en su amor-
y flotan con la mujer
que de mi sustraen
buscando la muñeca de su infancia
Carcajean cuando les digo
que no soy una muñeca
sino un burrito en el pesebre
de la niña velazqueña
También les digo que serán mis hijas
cuando logren que una rana cabalgue un cuervo
con placer inaudito
Si eso hicieran se convertirían
en niñas azules
Veo el oro fluir de sus lágrimas
Veo un prisma violeta
entre brumas azul de Prusia
Veo un punto blanco
donde el oscuro se diluye
Veo caballos en establos de éter
Son rayos
En el parque de Jairo Guzmán
los músicos del aire son las flores que flotantes semejan señoritas vestidas con un manto de pájaros en el parque donde la gente el domingo deambula soñando castillos de crispetas y caminan como si viajaran en alfombras de mariposas para que los poetas se inspiren mientras un caballo sacude con el rabo las moscas del aburrimiento.
*Jairo Guzmán (1961- ). Poeta colombiano, Nació en Medellín en el año de 1961. Egresado de matemáticas puras de la Universidad Nacional de Colombia (sede Medellín). Co-fundador y co-organizador del Festival Internacional de Poesía de Medellín (fundado en 1991). Ha publicado en diversas revistas del país y del mundo.
Libros publicados: “Coro de ahorcados” (1995), “Icons of rain” (1995) [versiones en inglés por G. Leogena] y “Todo Paisaje es la elegancia del ojo” (1997)
Ha realizado dos exposiciones de poesía visual, en el contexto del III y V Festival Internacional de Poesía de Medellín.
Co-autor del libro de “Preludio para una gimnasia de las percepciones” (siete parajes de
escritura inventiva y lecturas selectas). Este libro es el resultado de la experiencia con talleres de creación poética, dirigidos a estudiantes y profesores, realizados, desde 1991, en la ciudad de Medellín.
En 1995 fue invitado por la Asociación de escritores de la República Popular China para realizar lecturas de poemas e intercambios de conocimientos con escritores en Beijing, Xian, Nanjing y Shanghai
En 1997 participó, con lecturas de poemas y conversatorios, como poeta invitado a la Feria Interamericana del Libro en Curitiba, Brasil.
En 2000 participó en el Festival Eskeletra de Poesía en Quito. En ese mismo año fue invitado a Helsinki para realizar lecturas de poemas, invitado por Artistas por la paz.
Ha dirigido la Escuela de Poesía de Medellín, desde la primera versión en 1996 hasta la sexta versión en 2001.
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