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lunes, 26 de julio de 2010

Hadas de Medianoche

El silencio invade la habitación como una plaga de langostas, devorando todo el oxígeno: ahogándote.
La luz de las velas esconde tus defectos, muestra la cara del alma, nubla los ojos del poeta.
La música inspira al egoísta, miente al sabio y enloquece al inocente.
Te inyectas ácido en las venas para disolverte por un momento en las notas de una melodía única.
Ríes al son de una trompeta gitana. Danzas al ritmo de una gaita que se esconde detrás de los arbustos de tu corazón contaminado.
Lloras lágrimas de humo, miras con lóbrega mirada al atardecer que se aproxima. Juegas al gato y al ratón con un horizonte que te cuestiona; buscas frío en el bosque de los deseos, anuncias la llegada de los ángeles y te acuestas a dormir en el césped.
Una jugada más. Una tonada más. Un ocaso más. Un puñetazo más.
Dibujas constelaciones en las hojas de laurel, cantas una canción a la nebulosa Andrómeda mientras el humo va ennegreciendo tus pulmones y el alcohol se apodera de tus sentidos de una manera casi intelectual. Hoy el roble está seco, la savia se ha extinto, las rosas se han marchitado, el diamante se ha vuelto carbón; el oro se ha vuelto cenizas.
Un incendio se acerca a la torre. El puente está quebrado, escondámonos del duende. Salvémonos del temblor, giremos en un tornado, bañémonos en las tormentas de un huracán asesino. Besémonos contando estrellas y amémonos bajo la luz del satélite más luminoso del universo. Jurémonos amor inconcluso bajo las hojas secas de un árbol de papiros; reflejémonos en un lago de espejos, transportémonos a la India y hagamos el amor en el lomo de un elefante azul. Hagamos un pacto con el diablo y vivamos para siempre, veamos el mundo morir. Veamos como Jesucristo trata de salvar una humanidad que no quiso reconocer su existencia. Burlémonos de Dios y amémonos iluminados por la luz de una balacera en la selva del Amazonas.
Secuéstrame. Maltrátame. Quémame. Abúsame. Miénteme. Júrame. Prométeme. Ámame. Ódiame. Ríete. Vive. Muere. Juega. Cree. Nace. Salta. Duerme. Sueña. Sueña con las garras del jaguar, sueña con los dientes del tiburón; ríete de las botas del gato. "Dale alegría a mi corazón". Juega con las lágrimas del cocodrilo, tómate las aguas del manantial de las almas, cómete los pétalos de un árbol de cerezos. Baila al ritmo de una amenaza de muerte. Miénteme; dime que la luna ha muerto y así creeré que me odias. Cuélgame de un cometa, enfría mis dedos, calienta mi boca, muérdeme. Gruñe, rasguña, ataca, despedaza, devora.

Huye.

miércoles, 21 de julio de 2010

Cántico a los huesos

Hoy penetro en tu guarida,
El viento del sur sopla fuerte,
Arrastrando los recuerdos,
Como hojas en otoño.

Allí en el rincón yacen acurrucados
Tus amarillentos huesos,
El temor toma presa al alma fugitiva,
Pero la tristeza de su desolada soledad,
Logra disipar las sombras de la duda.

Muerte, vida, Muerte
Dadme la muerte que la necesito,
Dadme la vida que la anhelo,
Dadme el agridulce vino del destino,
Dadme la acidez mielosa del amor profundo.

En profundo abrazo me entrego
Al llamado de las lágrimas,
Y me apretas con tus cariñosos
y gélidos brazos.
Mis lágrimas lavan tus corroídos huesos por el infalible tiempo,
Y tus carnes reviven en magnifico florecer de vida.

Muerte, vida, Muerte
Dadme la muerte que la necesito,
Dadme la vida que la anhelo,
Dadme el agridulce vino del destino,
Dadme la acidez mielosa del amor profundo.

En celebre orgia,
Amo tus huesos llenos de vida,
Miro en tus ojos el cansado brillo de la alegría.
Siento en mi pecho un aletear violento,
De un peso liberando mi aliento,
¡Omnipresente unión rebosa de nostalgia mi corazón!

Muerte, vida, Muerte
Dadme la muerte que la necesito,
Dadme la vida que la anhelo,
Dadme el agridulce vino del destino,
Dadme la acidez mielosa del amor profundo.

Muerte, vida, Muerte,
¡Abrázame y nunca me sueltes!...
Sat Chit Ananda Namaste

martes, 13 de julio de 2010

Después de todo, pensar

Por estos días, durante mi visita a Bogotá, como si el destino tuviese cara de travieso, se llevó a cabo el Festival Malpensante, en términos de la crítica, uno de los encuentros intelectuales más importantes del país. Seguramente algunos de mis -tres o cuatro- lectores se habrán preguntado por el trasfondo del nombre de este blog en contraste con el de la revista (El Malpensante), que ya no es revista sino “Casa”, por el afán formalista colombiano, organizador del evento que menciono.

No asistí al festival, ni de riesgos. No creo ni quiero tener lugar en ese antro tan bonito, pero pude ver algunos apartes de su desarrollo por la televisión. Lo mismo de siempre: Luis Ospina dando cátedra de realización de documentales, Jorge Velosa -al que usan como conejillo de indias para pretenderse “plurales”- recitando coplas bucólicas, Hector Abad Fasciolince firmando autógrafos y William Ospina releyendo el mismo corazón del pájaro (¿Acaso no puede escribir otra cosita? ¿y después de repetirlo durante años ni siquiera lo aprendió de memoria?). En fin, la muestra viva de los ampones que tenemos por símbolo.

El público era todavía más selecto: pude reconocer a Alejandra Borrero, Diego León Hoyos y Antonio Morales, que a la vez se ganaba unos pesos documentando para Señal Colombia. Nada sorprendente, raro sería verme yo como invitado.

El Festival Malpensante transcurrió bajo el lema “Viva el ají”, una completa patraña, porque Hector Abad no dice groserías, ni le hace picar la lengua a nadie, ni se la pica él, y tampoco creo que coma ají. No, él comerá langosta al vino, o por mucho, una salsa de jalapeño traída desde Veracrúz. Pero eso no es ají. Y por Hector Abad me refiero a todos. Montón de cretinos. Aquí empieza a desnudarse el dolor de cabeza que me produce ese círculo, tan fuerte, que en vista de la imposibilidad de los analgésicos, decidí hacer un blog en su deshonor, pretendiendo revivir la batalla de la liebre y la tortuga. Mi Nopensante no es una parodia ni una burla, es una reivindicación, porque los adjetivos son tan venenosos como antídotos. El Malpensante, integrado por ricos y embusteros que se dicen artistas, olvidó meter las manos en los bolsillos de los desamparados; olvidó tocar las puertas imprevistas y gritar y aseverar sin lugar a reproches; perdió la noción del arte, la transformó en adorno, y eso para mí, desamparado por los desamparados, es pecado mortal. ¿Pero dónde nace la injuria? En la palabra, en el adjetivo vanagloriado, la peor ignominia conocida por el hombre: PENSAR.

Me supone un problema semántico hablar de “mal pensar”. Es un pleonasmo irrefutable, porque pensar no es bueno, no puede serlo, ni tampoco puede ser malo en el sentido audaz. Concuerdo en que el acto de pensar, que es, dicho de algún modo, utilizar el cerebro en ejercicio de reflexión para considerar o decidir, es la máxima posibilidad humana dentro de lo humano. Pero acaso, ¿qué de magno somos los humanos? Nada, basura. La única posibilidad de salvación del hombre es dejar de ser hombre, elevarse en espíritu. Ahí la diferencia entre oriente y occidente. ¿Cómo nos podemos ufanar de anclarnos a lo corpóreo?. La misma acepción muestra la falencia: pensar es oscilar, porque como hombres, al paso de cada segundo somos nuevos, cambiamos de bando como de ropa, y eso no sugiere confianza. Pasar de ser asesino a obispo sin pagar la penitencia no es acto de virtud. Y lo peor de todo: en El Malpensante les quedó grande entender lo simple. Incurren en un descaro hermenéutico al soportar su concepto como una insistencia al escepticismo, ¿pero cómo va a ser escéptico pensar?. ¡Güevones!. Pensar está arraigado a un método, y al más impostor y dañino. Por pensar, en occidente no sabemos más que matarnos y engañarnos. ¡Pero cuales artistas! Yo digo que “malpensar” es un error de mala entraña, una sandez, como su revista, su festival y sus maricas hipócritas y arteros.

Yo me quedé en el uso de la conciencia, que es infalible y sabia. ¿Para qué pensar?. La equivocación era permitida en antaño, ahora el estandarte es evitarla.

Terminó el festival dejando improntas de sonrisas, bolsillos llenos y copas de whisky vacías, pero el mundo se sigue muriendo, se sigue matando, angustiando, engañando, creyendo, raptando, embruteciendo, intimidando, perdiendo, condenando, y a cada paso, al frente de la ineficacia, sigue pensando.

Tomado de:
http://elnopensante.blogspot.com/

A los innombrables.

Palabras incendiarias únicamente cuando vienen tus ojos:

Algo de angustia cargamos en los dedos y va quedando en algún papel

algo de humano queda por acá detrás de esta pantalla

algo de respeto conservamos cuando somos incrédulos al estilo y a la “verdad-razón”

algo nos ha alejado, y esperamos sin esperanzas encontrarnos

algo anda callando al amor, y como un ataque que resulta ser la mejor defensa…

… algo tiene de inconformismo y reacción la poesía que resulta ser otra alternativa…

... Insurrecta.

miércoles, 7 de julio de 2010

NO ME IMPORTO

Constante angustia y asco:
la humanidad entera está naturalmente condenada.
Los sueños de petroleo y plomo
se han vuelto el único anhelo vital.
Cae acido del cielo pero nos piden estar felices
y nos atan con cadenas para pagar la felicidad.
Nos llenan la cabeza de dioses y tatuan un codigo en nuestra frente,
ponen una venda en nuestros ojos y nos llevan al rebaño.
Es facil elegir la venda, marca de la felicidad
dificil e incomodo luchar contra ella para buscar un haz de luz.
Aunque el sol esté cansado de iluminar nuestra enferma raza.

Logro quitar la venda para deslumbrarme en mi propia marginación.
Por fin me veo en el espejo oxidado y constato mi permanente agonía: la soledad.
Descubro la perfeccion en el agua fétida de un florero.
Me maravillo con las cucarachas haciendo nido en un basural.
Busco distanciarme para encontrar el caos purificado.
La estetica suprema que yace tras el asco.
La belleza latente en la rabia de saberme humana.
La angustia de sentirme ajena a mi propia especie.
Y no encuentro más solucion que mi muerte.

Cuando muera por acción de mi propia mano, ¿que quedará?
Unos huesos para abonar la tierra con su calcio.
Unas vísceras para alimentar a los gallinazos.
Una jauria de humanos aullando el placer de mi carne sobre el pavimento.
Moriré y a la larga no importa.
Da lo mismo si me creen viva o muerta
igual dá que yo me lo crea:
no existo más que en la egolatría de los otros
que en el reflejo de sí mismos en mi.

Al final nada de ésto importa, yo no me importo ni a mi misma.

Mientras tanto voy a vomitar en la plaza de mi pueblo.
Gracias. Espero que mueran de asco.

[Me parece que nacimos muertos... ]


Me parece que nacimos muertos
estoy cansada de negar lo que siempre me ha resultado obvio
es imposible tapar el asco con un dedo
es imposible ignorar la constante nausea
al menos mi placer palpita en la podredumbre,
para mi se ha vuelto lo único cierto.


Cuanta angustia y desesperanza...
¿que me ha pasado?

¿el amor? ni siquiera ésto me salva.

Me parece un encuentro egocéntrico,
un reflejo de las propias frustraciones en el otro
una curita para los egos rotos
una alabanza a la propia egolatría.


El cansancio, es una permanente, como la soledad, la angustia.
Y así estuviéramos en la misma cuadra,
creo que soy distante hasta de mi reflejo en el espejo.
Ya se me olvidó sonreír,
me violento constantemente

pues me regodeo en mi sucia existencia,
en nuestras sucias existencias,
en las sucias existencias de todos.

Te cedo mi muerte, siempre y cuando botes mis vísceras a los gallinazos
y con mi bilis riegues los rosales de un barrio burgués.
Dispongo de mi hora final
por fin reconozco que nací muerta


Amapola ya no sonríes?
Canta la muerte.
Mucha ropa... sucia
La muerte ya tiene su sinfónica.
Escúchala.


lunes, 5 de julio de 2010

Reflejo

Como detener lo que tiene un principio pero no un final, lo que se alienta en el infinito, lo que tiene una senda pero no un sentido.

De la imágen universal de esa unica acción, se abren olas de fuego, nacen caballos blancos desafiando con sus soberbios trazos los brios del mundo, derramando en su descenso estelas de sangre expansiva que nutren la tierra y el cielo; nunca el primer gesto o el pensamiento primario pudieron contener tal marcha u olvidar tales huellas.

En algún tiempo esos humores se reflejaron en la ciudades, apoderaron las almas y sobre los cuerpos derramaron lagrímas ardientes...

El sabio recuerdo brilla embriagando el dolor.
En los diversos presentes perecen mis pensamientos.
No doy forma al rostro amado; ojos azules o negros, labios carnosos o secos conmueven mi pecho,
aceitan mis entrañas, mis uñas solitarias rasgan ese amor.

Y esa sombra inmensa y el aleteo púrpura han dado abrigo a mi locura.
Los certeros hechizos deslizan por la boca rompiendo las máscaras, mostrando el corazón maternal y la antomia indefinida.