lunes, 17 de febrero de 2025
"El consejero" ilustraciones de Carlos Gabriel Mantilla Fandiño
viernes, 14 de febrero de 2025
"Jaula de inviernos" poemas de Mangata Selenofóbica
I
II
Quiero,
quieres,
queremos
una tumba de poemas,
una tumba forjada de poemas suicidas,
Doble muerte.
somos enfermedades mentales,
somos esquinofreznicas,
somos las flores suicidas,
revolucionarias,
quemadas,
y atentadas.
Somos árboles sangrientos de nostalgia,
el suicidio de la madrugada,
ríos melancólicos,
tumbas de nostalgia.
Somos funeral de luciérnagas.
Somos fumadoras de la vida.
*Tomado de Los poseídos entre las lilas, (1971), de Alejandra Pizarnik.
Grillos sordomudos
Dedicado al amor de mi vida femenino,
la más mortífera de las poetas malditas, Alejandra Pizarnik.
I
Grillos sordomudos
luna lunera
luna suicida
luna entera
mangata sangrienta
Somos un amor suicidal
Trastornadas en el amor
desorientadas
trasbocadas
Haremos un pacto con el epitafio de la misma muerte
sin firmas
II
álgida
gélida
susurra con su mortaja de mortecina
hace el amor con sus manos de tumba
lleva
en vez del cielo del placer
lleva hacia
el infierno del erotismo
Hice el amor con la muerte suicida
Grillos sordomudos
III
Ambas romantizamos la muerte
No hay nada más romántico
que la muerte, ¿cierto?
El suicidio ciego
te besa con sus hoces labiales
te acaricia
hacia las montañas del placer
Hicimos el amor con la muerte suicida
nuevamente
con los grillos sordomudos
con los grillos sordomudos de la muerte
Jaula de inviernos
Alejandra, por haberse
escapado de su jaula
y lograr esfumarse en
un pájaro a sus 36 inviernos
de muerte… ¿acaso ya tenía
otras muertes antes, Pizarnik?
Gracias, gracias por… por ello
mi mesera de mates tristes
jueves, 13 de febrero de 2025
"El profeta" poemas de César Bisso
El poema es culpable porque vive al desamparo,
se acalambra de hambre, delira con el frío.
Es culpable porque nos quita el antifaz,
escupe las sábanas de los impostores,
orina sobre los oráculos.
Es culpable porque muda el rumbo de la noche,
se emborracha de miedo,
sustrae a la hiena la carroña de la boca,
conserva la última moneda,
anda desnudo por el inframundo.
Es culpable porque asesina un adjetivo
y reprende al verbo del delito.
Repara con su voz todo aquello que enmudece.
El poema es culpable porque no sabe ser inocente.
Por la senda
Lo que la poesía dice el poeta nunca lo sabrá.
Simulan ir por la misma senda. Pero no.
El poeta responde la pregunta de los otros.
La poesía habla para sí. Es su propio espejo.
El poeta celebra la vida cada mañana,
quiere sujetar al mundo con un puño.
en ella el hoy es para siempre.
El poeta vislumbra el rumbo de la pasión,
la sangre derramada en cada batalla.
La poesía no lastima.
El poeta abre los ojos de la conciencia.
La poesía ve más allá, eterniza la belleza.
El profeta
Desde siempre recorre ciudades del mundo.
Observa distante cómo el reino humano
desvanece ante los torpes giros de justicia.
Sabe: nadie avala el derecho de los infelices.
Tampoco es libre quien sacrifica su vida
por una causa que la muerte no comprende.
Medita sobre innúmeros desaciertos
que los soberanos acumularon por siglos.
¿Víctimas o verdugos? reflexiona.
¿La historia dice? ¿La memoria calla?
Sabe: la historia no dice, la memoria habla.
Todas las ciudades armonizan con la muerte.
Mi Otro
Nada concluye, menos la locura.
Guardas la lluvia en tus manos. Encadenado,
alzas el pan y lo trozas en partículas de odio.
Multiplicas la sinrazón, asumes la rutina del hospicio,
la prisión de quien no quiere oír,
mendigo del espanto, gota de niebla que cae
por peldaños de olvido. Así transcurre la vida.
Y detrás del muro, yo, anestesiado, ciego.
¿Puedes acaso regresar? ¿Puedo regresarte,
hacerte feliz, comprender tu deseo de amar,
explicar que alguna vez volverás a cruzar el muro
y nadar en el río de la sensatez?
No te das cuenta. Resulta imposible alcanzar la luz.
Me cuesta decir que lo bestial también gobierna.
Y que la libertad es un atributo de la muerte.
Simulacro
Halagar el perfume y no la piel
es negar la belleza de la hechura.
Abrigar la razón del necio
es cubrir la luz, atizar el fuego.
Cuando esto sucede
se ama y odia de igual manera.
Entonces, transmuta la suerte
y el asesino se reencarna
en otra piel que ya no perfuma.
*César Bisso. Coronda, Argentina, 1952. Libros publicados: En poesía, La agonía del silencio; El límite de los días; El otro río; A pesar de nosotros; Contramuros; Isla adentro; De lluvias y regresos; Las trazas del agua; Coronda; Permanencia; Un niño en la orilla; La Jornada; De abajo mira el cielo; Haikus felinos; Andares. En narrativa, Cabeza de Medusa (ensayo); Memorial de los abismos; La maldición de los carbones (ensayos, en coautoría con el escritor brasilero Floriano Martins); Latinoamérica cuenta (relatos de escritores de diversos países). Fue coorganizador del Primer Festival Internacional de Poesía de la Ciudad de Buenos Aires, realizado en el año 1999. Asistió en diferentes convocatorias a ferias de libros, festivales de poesía y encuentros de escritores, realizados en el país y en diversas ciudades de América Latina y Europa. Algunos de sus textos poéticos han sido traducidos a varios idiomas y publicados en antologías y revistas especializadas. Entre diversas distinciones literarias, obtuvo el primer premio de poesía José Pedroni, otorgado por la provincia de Santa Fe; el segundo premio municipal de la Ciudad de Buenos Aires; y los terceros premios nacionales HonorArte, Fundación Acero y Fundación Argentina para la Poesía. Además, fue galardonado con el premio José Cibils y la Faja de Honor, concedidos por la Asociación Santafesina de Escritores. Actualmente, colabora con artículos en las revistas culturales Agulha (Fortaleza, Brasil) y Margen Cero (Madrid, España).
miércoles, 12 de febrero de 2025
"¿Susceptible o loca?: No, víctima" pinturas de Jesica Frustaci
Técnica: Acuarela y tinta sobre papel
Medidas: 25*35 cm
Técnica: Acuarela y tinta sobre papel
Medidas: 25*35 cm
Técnica: Acuarela y tinta sobre papel
Medidas: 25*35 cm
Técnica: Acuarela y tinta sobre papel
Medidas: 25*35 cm
Técnica: Acuarela y tinta sobre papel
Medidas: 25*35 cm
Técnica: Acuarela y tinta sobre papel
Medidas: 25*35 cm
Técnica: Acuarela y tinta sobre papel
Medidas: 25*35 cm
Técnica: Acuarela y tinta sobre papel
Medidas: 25*35 cm
Doctora Honoraria por
la International Art Organization WOSA filial Estados Unidos, Mohamed Lamritni
director en Marruecos y Neli Tzintzeva
manager en Estados Unidos, 13 de junio de 2024, Mequinez, Marruecos y Chicago,
Illinois, Estados Unidos. Doctora Honoraria por The Collection of Sept Arts,
WOSA, Mohamed Lamritni director, 12 de agosto de 2024, Mequinez, Marruecos.
Sus trabajos han sido
publicados en Argentina (Museo de Arte Cañadense), Perú (Biblioteca España de
las Artes), Estados Unidos (Culturally Arts Collective, Milostka Center for
Exhibitions), España (Universidad Complutense de Madrid y Cátedra Institucional
Dama de Elche, Universidad Miguel Hernández, Alicante), Suiza (The Art
Association) y Reino Unido (Goldsmiths University of London y Aghh Zine!).
Ha participado en numerosas exposiciones en Argentina, Rusia, Estados Unidos, México, Perú, Italia, India, Panamá, España, entre otros. Ha recibido distinciones en Argentina, Rusia, Filipinas e Indonesia entre otros.
martes, 11 de febrero de 2025
"En silencio" poemas de Claudio Ernesto
SI ME DUERMO
Amor, si me duermo
a causa del latigazo inesperado
entre cepas y virus y nuevas cepas
indícame los peldaños hasta la cama
digo cama, porque duele menos que decir cajón
levanta los sueños que dejé debajo de las sábanas
esperándome por la mañana
cuando brotó tan imprevisto el amanecer.
Si me duermo
amor
bebe mi café
tan frío como esta fatiga
diles a las estrellas bajo el limonero
que no me esperen esta noche
que nos encontremos allá
donde suelo ir a buscarlas.
Amada mía
si me duermo
no intentes que vuelva
después de todo
sólo es el comienzo del viaje
hasta que te duermas
igual que yo.
EXCITACIÓN
Hicimos el amor completamente desnudos
hasta nuestras mascarillas se excitaron.
Los fluidos abrazados al amonio
persiguiéndose entre las sábanas
y nuestras vacunas unidas
en el mismo río de placer
mientras anochecía libertad
celebraron.
Desbarrancamos nuestras siluetas
con instinto y domesticado peligro
agregamos lágrimas al despertar
hasta consumirnos en ecos de pandemia
dejamos que las flores nos mordieran
con la arrogancia del polen
en la plenitud del instante.
Sin temor a la muerte nos amamos
intentamos fugarnos
pero no nos quedaba piel
los escuadrones lanzaron
cuentas regresivas
una para cada mausoleo
nos consumió la valentía
que también llegó desnuda a la fiesta.
SE APAGÓ ZOOM
Se apagó
una bocanada de mudez se desprende desde los parlantes
tu voz discurre entre el teclado hacia el disco duro.
Oscurece la pantalla, mi corazón entra en pausa
sólo se escucha el crepitar de una estufa
un perro del vecindario
un rodar hondo y vació explora mis tímpanos
tu voz se desdibuja en el link de una sesión que dejó de existir.
Sin energía cierro la resonancia dulce de tus promesas
como un eco enfermo se mueve mi instinto por la casa
arrastrándome y arrastrando lo que queda de ti
en la extensión dolorosa de tu silencio.
Zoom se apaga
ANHELOS
Mañana no habrá pandemia
no habrá temores
colgando de la conciencia
a cada respirar.
No caerán pesados ladrillos
hasta mi cara desencajada
cuando miro el noticiero
donde habla la muerte
de sus hazañas.
Mañana no habrá
estará de vacaciones
quizá durmiendo siesta
con un ronquido suficiente
de pasajera tranquilidad
y mantener viva la duda
entre las sombras del miedo.
Mañana le pondremos estado de sitio
encerrarla y que sepa qué se siente
cortar el engendro
quemarle los remos
con los que cruza fronteras
y alarga sus hilos fatales.
EN SILENCIO
A la niña le avisaron que se fue al cielo
que su mamita ahora está con los ángeles
que no llore porque está con Diosito
y que desde el cielo la cuidará toda la vida.
La niña no entiende por qué no la puede ver
¿y la misa y el velorio y el funeral?
la niña está llorando por su madre
odia al virus y a la ambulancia
que se la llevó al hospital
porque nunca la dejaron entrar a despedirse
y llora lágrimas llenas de preguntas.
La niña llora en el vacío absoluto de no entender
por qué al hospital no puede entrar
por qué le dicen que ahora está mejor
si no hay lugar mejor que la casa
estar juntas y apretaditas acostadas
disputándose el control remoto
y saltar descalza corriendo hasta la otra cama.
La niña llora su amargura y no entiende nada más.
DISTANCIAS
Una sombra invisible
contradicción
de la pandemia
y tu cuerpo desnudo
cayendo a mi cuerpo
la explosión de un ocaso
a dos pétalos
se diluyen en lo imposible
adherido a esta mascarilla.
Se prohíbe verte
tocar el anochecer
amarrado a tus labios
beber los ríos
y sus desbordes
descongelar los latidos
como si fueran agua
desprender del deseo
la mutua oscilación
dejar afuera el fuego
incluso nuestras lenguas,
se prohíbe por decreto.
Fantasmagórica danza
de camas clínicas
intimidándonos
con esa ventilación mecánica
que desflorecen la excitación.
No tengo salvoconducto
a tus placeres
no tienes libertad
de llegar a mi puerta
y consumir
en un torbellino sediento
tanta ansiedad petrificada.
Las pantallas no tienen tu sabor
ni mis tímpanos la alquimia del soplo
cuando haces el susurro.
Seguirán chocando
nuestras hormonas
con los casos activos
con los contagios
y la terapia
como choca la flor en la escarcha
mirando a lo lejos el sol.
lunes, 10 de febrero de 2025
"Piel de durazno" poemas de Georgina Ramírez
Cómo apagar el fuego que dentro quema
si ni siquiera la piel
disuelta
intenta calmar el volcán que detonó el encuentro
Aún en solitario
sigue encendido el refugio
donde antes tú.
HONDASHI
Hubo
fuego
donde
ponías labios
lengua
febril
abriendo
paso
en
mi cuerpo humedecido
Dientes
hambrientos
devorando
carne
Manos
inquietas
sumergidas
en este nido
que
ya ni alas
no
quiere ascenso
lejos
de tu cuerpo.
REVELACIÓN
¿Debo traicionar acaso el poema?
¿Impedir que la tinta de
esta pluma te nombre?
¿Restregarme la piel con
cada letra
para borrar tu huella?
Aún puedo prostituir el
verso
y hacer de mi cuerpo
el último poema.
OTOÑO
Las
flores inician
un
desfile hacia tu almohada
el
árbol al desnudo
tímido
ante tu arrogancia
Preferible
la tala
a
tu ausencia.
ENIGMA
Que he instalado mi beso en tu mañana
recorriendo tus misterios
hilvanando tu soledad a mi almohada.
Que has llorado su ausencia en mi pecho
amarrado el tedio a mis manos
abrazado a mis piernas tu insomnio.
Que desnudaste tu cuerpo
rehaciendo
esta cama
anudándote
a mí aroma.
Que
grabaste tu imagen
en
las nubes que miro
despejando
cielo.
Dilo
todo
menos
mi nombre.
no
me gusta saberme entre objetos ausentes
Edda Armas
en mi cama
no hay materia que resista
tanta humedad
humedad si te nostalgio
humedad si te deseo
No fue posible
dos idiomas más disímiles
en este adiós.
viernes, 7 de febrero de 2025
"Dizque el tiempo lo cura todo" relatos de Rubén Darío Reyes
ALEJA
Tengo ganas de salir corriendo-. Piensa Aleja,
siente como si toda su vida la hubiese vivido en una celda en la que no hay
fantasías, ni sueños y recordar su infancia la pone abajo de lo más bajo.
Recuerda cuando jugaba con las dos únicas muñecas sucias y viejas que cargaban
ella y su hermana Cami, o cuando se sentaban a la orilla del caño a lanzarle
piedras a las ratas. El recuerdo le sirve para reconstruir momentos que le
ayudan a resistir y a permanecer de pie en esa tormenta espantosa que
representan su casa, sus amigos, su barrio, su vida. Pero al mismo tiempo, el
recuerdo se convierte en uno de sus más fuertes enemigos; cuando recupera esos
sueños, esas fantasías que aun hoy vagan por su cabeza y la sumergen en una
angustia terrible.
A sus doce años ya sabía dónde comprar
marihuana, como armar un cacho y como evitar que su madre se diera cuenta de
que había llegado trabada.
Todas las noches se reunía en una cancha, con sus amigos a fumar marihuana y a comentar las próximas vueltas que iban a hacer. Ahora, a sus veintisiete años siente que en su vida no ha pasado nada; que toda su vida ha sido como una inmensa rueda que gira y gira sin sentido alguno; cayendo siempre en el mismo sitio. Miguel su amigo de infancia, hoy el padre de su hijo, fue quien la relaciono directamente con el parche de Hugo “el Flaco”. Aleja llegaba en las noches y sin que su madre se diera cuenta entraba, sacaba un cuchillo de cocina muy afilado, un arma hechiza de un solo tiro, varias bolsas de marihuana, una blusa y salía sin que nadie lo notara. Al otro día, llegaba con un mercado y dulces para sus hermanitas. Siempre trataba de llevarse bien con todo el parche, ellos sabían que con Alejita “lo que sea”, por eso ella suponía que si necesitaba algo o algún problema con alguien podía contar con ellos. Pero también sabía que los favores recibidos, tarde o temprano y de manera alguna serian cobrados. Cada paso se convertía en un eslabón más de esa cadena infinita. Minutos antes de cada vuelta, se reúnen en la tienda de don Rosemberg, unos cigarros, gaseosas, a veces cerveza y luego todos se dispersan alrededor de la calle. Solo quedan Aleja y el Flaco. Ella saca un revolver calibre 32 negro y se lo pasa, luego sale de la tienda y avanza hacia la esquina. El Flaco se pasa al frente y se sienta sobre el césped. Al cabo de unos minutos Aleja les hace una señal con las manos. Una buseta Montebello cruza la esquina. Ella le pone la mano desesperadamente para que se detenga. El conductor frena una cuadra después e inmediatamente todos se suben a la buseta. El primero que lo hace es el Flaco apuntándole con el arma en el rostro al conductor, mientras que los demás empiezan a registrar a todas las personas que aterrorizadas permanecen inmóviles en sus puestos. Esa vez, fueron cien mil, contando con lo que la chinga le quito al viejo del último puesto. La calle oscura, queda desolada, algunas ventanas se abren; pero la calma y tranquilidad que se respira las hace cerrar de nuevo. Excepto una, las de la tienda de don Rosemberg que siempre permanecen abiertas, observándolo todo. Aleja Llega a su casa, se quita la ropa que lleva y se lanza sobre su cama a disfrutar el sabor de la victoria, se regocija en su cama, se ríe, saca el dinero que ha recibido lo cuenta una y otra vez; piensa en todo lo que va a comprar mañana y una estruendosa risa asusta a sus hermanas que distraídamente miraban la televisión. De un momento a otro, su rostro se ensombrece cuando vuelve a pensar en “mañana”. Sumergirse de nuevo en esa gigantesca rueda de vueltas sin fin la aterra. Piensa en la vuelta que acabo de hacer; y una fría sonrisa aparece en su rostro, al minuto desaparece como si nunca hubiese estado allí, piensa en Miguel su novio; y una gran manta de incertidumbres cae sobre ella, piensa en su familia; y queda presa en un llanto imparable…
“Dizque el tiempo lo cura todo” …
Unas
veces lo advertía, otras no tanto, pero alcanzaba a presentir que ese día no
llegaría. Entonces bajaba y se acostaba en el sofá, encendía la televisión y
subía el volumen de tal manera que el ruido de la soledad fuera absorbido por
el audio de la televisión. Sola, Inexorablemente sola. Se recostaba en el sofá y
pensaba como sería un día de su vida si no hubiera salido esa tarde con su
familia y los amigos de unas tías en los cuales venía Miguel. Vive con él hace
quince años. Sofi, su hija tiene nueve años y vive con sus abuelos, los padres
de Miguel que viven a la vuelta de su casa. Decidieron que se quedara con ellos,
mientras ella consigue un trabajo que le permita cuidarla y dedicarle tiempo.
De eso hace ya cinco años. Miguel viaja todo el tiempo por las carreteras del
país, conduce un bus Expreso Bolivariano y pasa por fuera la mayor parte de su
tiempo.
Esa
noche decidió salir a caminar, pero una sensación extraña que la habitaba desde
hacía días, la hizo devolver, sacar su celular, su cartera y parar un taxi. –
Me lleva a la Loma de la Cruz me hace el favor-. –Bueno señora, “la loma de la
cruz”. Replico el conductor a baja voz. Veía las luces encendidas de las casas,
personas afuera, sentadas en el antejardín, unas reían, otros conversaban. Esas
escenas agudizaban esa extraña sensación que la había intranquilizado durante
toda la semana. –¿Aquí o más arriba? – Déjeme por aquí me hace el favor. Subió
y se sentó en la glorieta, por unos minutos, sintió una brisa fuerte que enfrió
su rostro. De repente, el lugar se llenó de jóvenes con camisetas negras,
cabellos largos, y con grabadoras sentados en el suelo escuchando Heavy Metal,
y moviendo sus cabezas. Ella y Verónica sentadas en el piso reían y cabecean
cantando a gritos Breaking the law. Esos destellos del pasado iluminaban sus
ojos, la hacían girar su cabeza hacia el otro lado y de repente, verlo con una
botella de vino en la mano, cabeceando y gritando la canción. Luego se detenía
y sus ojos se encontraban con los de ella, ese momento no lo pudo olvidar
jamás. Fue como si ese día, el pacto entre ellos lo hubiera firmado sus ojos a
través de una mirada cómplice, de reconocimiento en la que ambos habían quedado
atrapados. Compró una cerveza y empezó a beberla de prisa, más rápido, quería que
pasara ese momento y volver a sentirse… “normal”. Pero el recuerdo ahora era
impasible y su presencia parecía inmutable en esa noche tan larga.
Termino su cerveza y vio unos ancianos que
pasaban frente a ella cogidos de la mano. Se levantó, sonrió, una lagrima mojó
su mejilla y murmuro, - adiós Danny…
TODAVÍA…
-Hola, Isabela. En algún momento pensé que tenía que acostumbrarme a no volver a hablarte…pero mira, aquí voy de nuevo. Isabela no respondió, no se movió, solo lo miraba como queriendo descubrir o entender ese grito que desde dentro intentaba decirle algo. – Sabes. -Continuo -. El viernes me encontré a Gabriel. Dijo que si podíamos arrimar a su casa que nos quería mostrar algo que nos interesa. Isabela caminó hasta el fondo de la sala y se sentó sobre el sofá, junto a la ventana. Miraba a un habitante de la calle que se había detenido a escarbar en su basura. Cuando notó que ella lo miraba, le hizo un gesto con sus manos, desafiante. Pareció no importarle y siguió con los ojos fijos en algún lugar de la calle. – Pareces a la muerte. Repuso Isabela de repente. -Sí, ya sé, la verdad, no sabía cómo regresar, como aparecer de nuevo y la mejor manera que encontré fue sin avisar. Isabela se tumbó en el mueble y rompió en sonoros sollozos. Recordó que un par de años antes se había ido sin razón alguna, y su llanto se hizo aún más desesperado.
Los primeros días fueron difíciles. No era sencillo despertarse
sola cada mañana. Se sentía perdida, sin saber qué hacer. Poco a poco se fue
acostumbrando. Hasta que de repente se volvió una mujer tranquila y retraída. -
¡No me abandones! Su voz era de angustia y resentimiento. Miro fijamente sus
ojos. Isabela lo rosó al pasar. Pudo sentir su aliento al alcohol. Cerró la
puerta, subió a su cuarto. – En la nevera hay comida. Grito desde arriba.
*Rubén Darío Reyes. Profesor de lengua castellana y literatura. Director del club internacional de lectura las palabras no muerden, director de eventos académicos del Instituto Cultural Iberoamericano (ICI), conductor y productor de los programas radiales “Domingos de café con el profesor Rubén Darío” para Radio Trilce, (Perú) “Conversando con el profesor Rubén Darío” para Radio Satelitevisión y Americavisión (Chile), conduce el ciclo de charlas y conferencias magistrales del ICI, escribe artículos sobre educación y didáctica de la literatura para revistas y diarios internacionales, gestor y promotor cultural colombiano.