jueves, 18 de abril de 2024
"La inquilina" poemas de Jorge Cappa
miércoles, 17 de abril de 2024
"O samba" pinturas de Vidal Moraes
viernes, 12 de abril de 2024
"Aceite de caléndula" poemas de Carmen Berlanga Castaño
Aceite de caléndula
Suaves
labios de caléndula
sanan
el rostro en un pasado herido
De
ellos nacen maltrechos besos
que
no conocen la necesidad de ser salvados
Acudiré,
aun
con las cornetas mudas y las tripas colgando
a
la llamada no pronunciada
del
eco que arrastran unos labios
hendidos
por la pena
Escalarás
las terrazas
hasta
el olivo que crece en mi garganta
y
beberás del aceite que de mis entrañas mana
Yaceré
expuesta,
abierta
en canal,
con
la esperanza de alimentar a la tierra
que
un día me dio cobijo,
bajo
un sol que descansa sobre la barbilla
de
un horizonte que clama sangre
Y
tú, preso por un afán de primavera,
me
coserás a besos,
sanando
esos heridos labios tuyos
Amapola
De
migajas de pan arrojadas al suelo
me
alimento
A
cada amanecer,
con
las manecillas clavadas en el suelo,
angustiadas
por la presencia de un nuevo día,
dedico
con mis labios un quejido al suelo
y
bebo del rocio que descansa
sobre
la fría sangre
Flores
rojas de veneno
me
alimentan
y
la escuálida hierba,
verde
de envidia,
saca
pecho
imitando
a las majestuosas flores
que
la primavera ha despertado
Ingrata
flor, yo te ruego,
dame
cobijo junto a ese escamoso tallo
Hazme
cosquillas con el viento
Viviré
de lo que el cielo desee darme
Pero
a ti te ruego, amapola,
dame
amor y consuelo
y
cúbreme con tu sombra
para
tapar un amanecer,
un
pueblo,
un
océano,
un
mundo,
un
hombre,
del
que solo obtengo palabras
Últimas palabras
Sacad
vuestras palas,
polvorientas
y olvidadas
dentro
de la leyenda
de
su propia existencia
Hoy
toca clavar balizas
y
sentarnos a mirar
el
ocaso de los dioses
Bukowski,
hoy brindaremos por ti
Arderán
en la hoguera
vuestros
versos estirados
“Clac”
Los
huesos rotos de las musas
alimentan
a los perros del Averno
La
métrica y la forma,
desgastadas,
dadas
de si,
enterradas
bajo el fango
Hoy
perecen nuestros ancestros
ante
la falta de futuro
Hoy
bailarán las masas
y
el tiempo se detendrá
para
aquellos que viven con él,
que
viven de él
Que
lo arrastran,
lo
acompañan
Para
aquellos que lo desentierran de la mediocridad
y
lo ensalzan como un trofeo
Señoras
y señores,
hoy
la poesía ha muerto,
y
estas son sus últimas palabras.
*Carmen
Berlanga Castaño, nacida en Valencia, España, en el año 1998, desarrolló su
interés por la poesía desde la infancia, influenciada por los libros que
recibía como regalos de sus padres y las clases de dramatización en su colegio.
En 2020, publicó su poema "Por ahorrar tiempo" en la revista Almiar
(Margen Cero). Entre
2021 y 2023, se dedicó al estudio del Grado Superior en Gestión Forestal y del
Medio Natural. Actualmente, desempeña el rol de técnico de experimentación
forestal en un proyecto de investigación situado en el centro de Francia.
jueves, 11 de abril de 2024
"Manual del desapego" poemas de Omar Gallo
Lo primero que debe hacer es enamorarse o -por lo menos- encontrar a quién besar. Vaya a un lugar privado o busque una calle, un parque, unas escalas, un bosque, una acera o un ascensor. Cualquier lugar es apropiado, desde que no pierda de vista la intención. Inicie de una manera clara y desapercibida, poniendo un tema que sea jovial; es decir, no hable con atropello, desencanto o sin razón. Vaya despacio, no haga promesas y ni se le ocurra mentir. Utilice la jocosidad, pero con mesura, para que no sacrifique el momento. Fíjese bien en sus ojos, descienda por la puntica de la nariz, pero no se acerque mucho a su boca; vaya a las mejillas o quédese en el mentón. Disimule mirando su cuello, sus hombros o incluso sus brazos. Pero no se desvíe demasiado en lo que pueda ser motivo de distracción. Y acérquese algo más, aunque sin provocar nervios o desazón. Concéntrese, conserve la calma, mire bien sus ojos y con valentía, busque sus labios, no lo dude; hágalo, siéntalos con suavidad y no los presione mucho, saboréelos como si fueran un delicioso dulce de chocolate, fresa o melocotón. Cierre sus ojos para que no cause susto, entreténgase, despacio, lento; piense que es el primero y el último beso de su vida. Vaya de extremo a extremo, pero sin afán y por nada del mundo utilice su lengua, porque puede ser peligroso. Mejor, interrumpa, disfrute de su rostro y, sobre todo, de su mirada, y hágalo de nuevo; acérquese con más naturalidad, con la seguridad de que esta vez el cielo le será más próximo, pero no se exceda, guarde algo para después, porque es mejor dejar la sed y no levantarse tan saciados como para no volver; al fin y al cabo, un beso no es más que otra manera deliciosa de vivir.
INSTRUCCIONES PARA SENTIR MIEDO
INSTRUCCIONES PARA CAMINAR BAJO LA LLUVIA
Para caminar bajo la lluvia, tendrás que dejar de lado tantos prejuicios, digo: el qué dirán; los temores por una gripe, el horror para muchos de verte empapado y en peligro. Sí, cuando te des la oportunidad milagrosa de hacerlo, no lo pienses dos veces: sal a la calle con la sensación de que es un día inesperado y asombroso, en el que te estarán esperando las cosas más sublimes y simples; un día del que no te arrepentirás. Por eso, saldrás con la serenidad de los que son dueños de sí, caminarás con la pausa de cada respiración; cerrarás tus ojos sorprendidos por el sereno, sentirás cada gota como si fuera una caricia de ensueño y encanto. Pero no podrás quedarte dormido, tropezarías y romperías el cristal de tu nariz o de tu boca; incluso tu corazón saldría también lastimado. ¡Hazlo! Respira, sonríe, respira; mira a tu alrededor y extiende tus brazos como aves de paso; abrázate a la lluvia para que, entre plena en ti, para que haga sudor tu tristeza -si es que la tienes-, para que aderece tus mañas y haga rebosar tu espíritu de paraíso y libertad. ¡Adelante! Déjate llevar por la humedad del deseo y sorpréndete. Sonríe, respira, sonríe; consciente de que se abran tus poros para que entre el rocío y salvaguarde la emoción. Mira a lo alto, haz que la gratitud sea el augurio de algo mejor, pero no por mucho tiempo, podría caer un granizo que te rompería los espejos del regocijo y la diversión. Respira, porque siendo agradable la compañía, aferrarse a su mano, será tan fácil como sentirse en el aire, saberse uno y danzar, danzar; ir de aquí para allá, como si uno no se sintiera, como si no se conociera nada de sí. Sonríe, jamás se oyó decir que la lluvia lastimara, que el frío hiciera de las suyas en la piel del corazón. Sonríe, la lluvia no es más que tu alma gemela que te llama y celebra la libertad del amor.
MANUAL DEL DESAPEGO
De su manera de percibir, jamás entregue lo que siente y no haga terrible su partida, antes bien, es indiferente que exista; al diablo sus derechos de perfecta y distinguida, cada privilegio de su exilio. Busque, aunque todo se haya perdido, en la infrecuente manía de lo adverso, no calle sus enojos, y en el hastío, celebre su aventura; otros labios de fresa con aroma, harán claro el inicio de sus días con nombre de romance y necedad. No se ofrezca al desenfreno, escóndase del preludio y sinsabores de lo extraño; vaya al tope de lo momentáneo, déjese tocar de lo intocado. Por lo demás, recuerde que es Usted la razón para vivir, un motivo persistente de alegría, la manera como se duplican los elogios para aquel que se enaltece en el dolor sin que haya ruido en sus palabras ni la rabia comprometida de secretos.
MANUAL PARA VENCER A UN ENVIDIOSO
Si pretende alcanzar lo que quiere, y de paso conjurar la emoción que le implica a una persona envidiosa estar muy pendiente de Usted, es primordial que tenga en cuenta algunas estrategias que le ayudarán. Si está acostumbrado a ganar y el triunfo le es propicio, evite el alarde en exceso y prefiera la prudencia, al momento de la celebración. Recuerde que los tiempos han cambiado y así tenga más que los demás, no lo muestre; mire más allá, busque siempre vivir mejor y consienta que los demás lo hagan como les parezca. Lo dijo Napoleón: La envidia es una declaración de inferioridad, trae consigo la desazón, incluso el sufrimiento y la infelicidad, imposibilita que los sueños tengan boca, brazos y hasta corazón; que no se personifique la propia vida y se quiera estar en la película de otros a menester del desaliento, la perdida del interior y la ira, dé su toque de crueldad. Por eso, preocúpese de sí, de hacer de las victorias de los otros, un reto más para continuar sin desfallecer. Sueñe despierto y trate de sobrepasar sus límites, busque en su mente los hasta dónde y no conceda cita a la maldad. Supere sus metas, no se trata de rivalizar, menos de justificar lo que no hay que justificar. Su virtud no será el resultado de ver mal al que está cercano. Siéntase como se quiera sentir, nada de soberbias, palabrerías y adulaciones con aires de conde. Procure ser amable, la cordialidad es el toque secreto para ser aceptado, cultive con esmero el buen humor, pero tampoco se exceda; mire que, de la broma al sarcasmo, sólo hay un paso y esto podría ser adverso en las relaciones con el prójimo. Recuerde: Usted no es indispensable para nadie, somos parte de un gran engranaje universal y hasta el más pequeño aporta para la salvación de todos. Porque, ser feliz implica reconocerse con el otro, buscar y encontrar los caminos de la verdad. Sonría a menudo, es de inteligentes salvaguardar la fe, la esperanza y, sobre todo, la caridad. Para vencer a un envidioso, no lo enfrente, no le diga nada; es simple, mírese al espejo con humildad, inmortalice la expresión apacible de su alma para que su espíritu logre con alegría su libertad.
viernes, 5 de abril de 2024
"Saudade" poemas de Helena Lipnik
dormida en el anhelo y la estrella,
y en el astro sin rumbo siempre bella,
diáfana por costumbre y por empeño.
cabe en tu profunda querella.
Sonrisa, brisa, llanto.
La huella esbozada por mi sueño.
¡la madre de mi amor ya no existe!
Frente a su cenizario, venerado y triste,
en mi alma acongojada brota el llanto.
Qué noche tan callada, qué misterios tan inciertos.
¿Por qué no te estremeces al grito de mi intenso dolor?
y que extraño después de tu partida,
con tu aroma me impregnaste la vida.
Fuiste mi angustia, mi alegría…
Me diste aromas para que sonriera
y yo te di espinas para que sufrieras.
¿Dios, por qué me arrebatas lo que me diste?
En su níveo lecho, con respiración suave,
como azucena enferma su frente doblegó.
y la vida es solo un gemido,
un dulce sinsabor.
a mi labio marchito,
es tan solo el lamento infinito
de un profundo dolor.
en la caricia suaves, en la pasión inserenas
jugando entre pálidos lirios y azucenas
la hallen en el jardín de mi infinito amor.
de arqueados y lúgubres portales,
donde se esparcen como una ofrenda
de otros tiempos saciedades,
a través de la especulación y la leyenda.
de quienes con el menú al visitante circundan;
acaso en sus grandes alcobas desoladas
no tiene fin la soledad profunda.
ornamentadas de cuentos y de quejas,
la voz supersticiosa se desliza
como entre lo bueno la exuberante maleza
pidiéndoles de vida algún destello?
En su interior, desde la tosca piedra,
tiene de la vejez grabado el sello.
¿quién es el que de noche abre las puertas
haciendo que rechinen y crujan?
¿Qué manos melancólicas y yertas
al penetrar en ellas nos empujan?
hacia los solitarios caserones?
Acaso tienen semejanza con el futuro de mis amores
donde yacerá muerta, mas no vencida, la esperanza.
como en el aire un débil aleteo.
Como en el albo cielo de la estrella,
el silencio, sol, suave parpadeo.
ni se convierte en forma definida;
como la esquela que dibuja el agua,
como el vuelo sin tregua de la vida.
un temblor de emoción en mis poemas;
de los ojos brillantes como gemas
que alguna vez por mí se entristecieron.
en el libro que roto se deshoja,
y quedaré cegada en el olvido
cuando el otoño me cubra con sus hojas.
recordar para siempre mis inspiraciones,
pasaré de las almas que acudían
a consolar en mí sus corazones.
que al despertar la mente no recuerda;
y tú, que me comprendes y me amas,
tú, que tienes sed de lo que escribo,
tú, que sin voz me buscas y me llamas,
con una fe que solo yo percibo...
para ti es esta poesía.
los nudos de la vida, penurias
tristezas y dudas vacilantes
quedan sin peso, la obra se reanuda.
correr locos tras el ideal sin nexo,
incendiarnos en intensas pasiones
que extasíen y agoten el cuerpo.
tristeza infinita, dolor apremiante
y llanto incontenible
l ver hecho trizas el diamante.
que poco a poco me restó vida,
hallar horror e inmundicia incluso en lo bello
¡y aceptar que Tú, Señora de las Tinieblas, dominas!
lunes, 1 de abril de 2024
"Sueño azul" poemas de Damián Jerónimo Andreñuk
sábado, 30 de marzo de 2024
"El antifaz del gato" collagesa de Gloria Eugenia Hincapié Zabala
jueves, 21 de marzo de 2024
"Mujercita: cartas clandestinas" prosa poética de Israel Gayosso
CARTA 10
Mujercita, hoy tomé al azar su nombre. La llamé amor en Carla, Alejandra, María, Angélica, Diana y Josefina. Definitivamente la angustia y la crisis reversó todo cataclismo, toda prematura hipoteca del corazón, donde amarla en todas las personas fue el cansancio en un mismo cuerpo, en voluntad y nervio, en varios diámetros de ilusión y nuevo valor, en varios rostros que mezclaban destino de mirada salvaje en otra belleza.
La fui descubriendo al separarme del viejo mundo, la porción de la vida es una pomada con signos de misterio. Nenita, he conocido su voz en la ausencia de lo material, en el aferrado terror que bautiza el hambre, la he tomado de la mano para confiscar sonrisas y que luzcan como sustitutos de banderas; amor, la categoría del amor está en la recepción de la pasión, no es negocio de dios, no retuerce, no se estira ni se lleva al cretino juzgado cívico de la inmoralidad.
Iniciamos cuando la encontré en Carla; los cien sorbos de mi mate los compartí junto a usted, junto a los migratorios aullidos de mi corazón, ese pedazo de órgano y carne que estaba aplastado de luto. Alejandra, fingí no verla para reorganizar mi soledad, pero el tango de su tango es una confesión de nuestra lujuria carnal, suficiente para descubrirnos en la patria del deseo. María, su piel de juventud, sus ojos que siembran mujer de sol, son el cheque con valor de naturaleza, me convirtieron en oración urbana cada vez que la besaba: con la plegaria de su sonrisa y con el viento de sus piernas. Angélica, la electricidad desconocida de su cuerpo, la vocación de caricias atómicas y los besos de voltaje aún la recuerdan en la bruja saliva que usted me dejó en la luz montada de mi memoria. Diana, lo único mortal junto a su presencia es el mundo; los sueños de aroma, su boquita que confiesa rebelión, extracción de impaciencia, su categoría de cariñitos cantores, de sexo y arte, de instrucciones que me hacen disolverme en su ombligo de luna, me bautizan en las parábolas del infierno presente. Josefina es la palabrita que se hunde en el planeta de la luz, el aviso de la nueva guardia de ilusiones, la poesía descarnada que se distingue con color hollín, con oraciones de mujer emocional, con rizos de pulsos vitales; nenita azul, la historia sería de sangre fría sin su presencia, sin su inmortalidad del espíritu de protesta callada; le decían gorrión por platicar con el mesías creador. Josefina de predicamentos mandalas, la que de llena y solitaria comunión se bautizaba de fuego en el templo de la meditación. Cariñito de siglos, de direcciones que enseñan las primeras palabras de la vida, del pensamiento, de la enmarcada prohibición que a oscuras brillaba más que la ternura, más que las ciudades que patean destinos desconocidos. Josefina, el silencio no olvidará su nombre, se emborrachará de su oráculo recuerdo.
Mujercita mía, las circunstancias de este camino perdido me han hecho limpiar la nube sucia; me han reinventado una y otra vez, estrujando todos los pasos, todas las soledades, todos los habitantes en mi desesperación de pecho. Adiós eternamente y eternamente, semilla de mi vida, que el instinto suyo de amar sea presencia de acto absoluto.
Siempre la amaré, marecito de mi tierra.
Marcelo
«Mujercita fue todas y fue ninguna; fue un ensueño sobrenatural, una idealizada calle con cerrojos de flores, un tiempo de crucigramas, un altar de canciones epistolares y una resurrección de belleza contemporánea.»
Fragmento del prólogo
“Para fortuna del lector, Israel Gayosso ha sabido entretejer en este salto al vacío un vuelo muy poético, echando mano de recursos literarios que la gran mayoría de los autores contemporáneos han condenado al desuso. Hay en esta obra un eco muy pronunciado a las formas del romanticismo tardío y del modernismo mexicano, cultivado a finales del siglo XIX. Autores como Manuel M. Flores y Manuel Acuña dialogan sin tiempo ni distancia con la prosa recargada y barroca de Mujercita…”
Oscar Javier Martínez
Oaxaca de Juárez, otoño de 2021
*Israel Gayosso. Escritor y columnista musical mexicano.