-VIOLENCIA-ARTE-REVOLUCIÓN-
“ESTÉTICAS
DE RESISTENCIA”
5ta Edición
2013
-CUENTO Y ENSAYO-
-Prólogo-
Hernán
Alonso Jaramillo
(Colombia)
Tres
Coalescencias entre Arte y Resistencia
“El auténtico gran escritor no
quiere escribir: quiere que el mundo sea un lugar en que pueda vivir la vida de
la imaginación. La primera palabra estremecida que pone por escrito es la del
ángel herido: dolor.”
H.
Miller, Sexus.
Prologar es una
oscilación. Un recurso a la seducción. Es una estrategia de extravío y sobre
todo un llamado, una táctica de evocación. Un deslizamiento, un derrame. Algo
que pasa a través de algo. Prologar es también prolongar. Un prólogo también es
una estetización, aunque su etimología reenvíe al lógos, entiendo acá que un
prólogo participa de la aesthesis
cuando, siguiendo la fenomenología de Levinas, la intencionalidad no
llega hasta el objeto sino que queda suspendida en la sensación. Un prólogo es
una suspensión, nunca da una versión lograda de lo prologado y se empequeñece
hasta explotar en unas cuantas palabras. Pero para que eso pase es necesario
deshacerse de los nombres, de la instancia del sujeto y buscar frecuencias del
imago entendido como etimología de imagen. Los lectores reconocerán estas
imágenes en su actividad hermenéutica particular, o tal vez las denuncien, las
aplasten con el ojo arrepentido o las aspiren hablando.
Acá se reúnen ensayos y
cuentos. A veces la textura no está totalmente clasificada y el derrame sucede.
De manera que el argumento se poetiza con una narración vivencial o
ficticiamente real. O tal vez pueda suceder que la narración abra imágenes
estéticas de renombre filosófico. Todo puede pasar. Es una cualidad inmanente.
Algo que permanece internamente y luego estalla. Se reúnen ensayos y cuentos en
torno a una experiencia, la experiencia de la resistencia incrustada en el
fenómeno estético. Resistencia frente al poder de la espada y frente al poder
del dragón, enemigo de la libertad creadora del león (Nietzsche).
Primera imagen. El arte
como línea de fuga, como devenir, como movimiento sin término, como plano de
consistencia de la résistence, como
máquina de deseo que abre sus propias líneas de dinamismo y de derrumbe, de
socavamiento de estructuras dominantes y de formas en que se domestican los
cuerpos -desde la respiración, la digestión hasta el placer-, pero también la
forma en que el cuerpo resiste al cuerpo creado por el capitalismo, un cuerpo
desprovisto de potencia, término que reenvía al conatus essendi spinoziano, y
el cual Deleuze difundió citando “nadie sabe lo que el cuerpo puede”. El arte
como resistencia no solamente efectúa la potencia de corrosión de cárceles
sígnicas, ideológicas, lenguájicas y corporales, además de abrir caminos inéditos
del deseo, del CsO, puede recubrir denuncias, producir el nombre Antígona
frente al olvido impuesto por Creonte.
Segunda imagen.
Ficcionalizar el fenómeno violento para acercarlo más, para hacerlo más próximo
produciendo una imaginería translúcida de la violencia matérica por ejemplo
sobre los cuerpos femeninos y los imaginarios torturados de lo femenino,
respectivamente líneas de fuerza y de enunciación sobre el cuerpo de la mujer
traspuestas en la máquina creadora de la literatura. Así se abre, en el siguiente
conjunto de textos, en general, una
relación entre la literatura y los ejercicios de poder, una relación que
traduce la relación entre saber y poder pero congelada y acosada por la
creación, momento decisivo porque la literatura también puede obedecer a una
lógica del Estado, a una programática de la reterritorialización. En todo caso,
la literatura no tiene el sello inscrito de resistencia en su espesura
ontológica como fenómeno estético; tal sentido depende constantemente de la
naturaleza del deseo y de la relación sostenida a través del instante con la
existencia, allí donde en el instante mismo se cumple la relación entre
existencia y existente. Dos instantáneas hasta el momento reposan en estos
ensayos y cuentos. Una que puede ser ilustrada por Musil así: “Una poesía parte
en trozos el sentido del mundo dependiente de mil palabras cotidianas, lo parte
por la mitad y hace de él un globo huidizo.” El arte entendido como
desterritorialización de formaciones estriadas y búsqueda del afuera. La otra
instantánea no hace del arte un catecismo, como se lee en uno de los ensayos,
pero tal negación no puede llevar a la
ausencia de intensidades dolorosas en
él. El arte no es un catecismo, su finalidad no es el cumplimiento de su
intencionalidad, queda claro, lo que no
significa que el arte no esté a su vez hecho de intensidades dolorosas
relativas a contextos político-sociales concretos. La literatura no puede ser
solamente el recurso a la placidez, esta imagen corresponde con una literatura
que combina lo testimonial –periodístico con lo ficcional. Dos ejemplos
concretos de esta literatura podrá referir el lector en uno de los ensayos acá
disponibles. Esta segunda imagen es muy afín, tal vez, a la interpretación Sartreana que a la
pregunta ¿Qué es la literatura? contestó subrayando en calidad de un
existencialismo humanista que el arte literario es un compromiso político de un
acto de decisión de un hombre absoluto. Los contextos político-sociales de
Latinoamérica han ex – puesto de manera particular la relación entre literatura
y dictaduras militares, recurso a la resistencia furtiva de quienes escribieron
en silencio, exiliados, cubriendo sus vidas con el blindaje del arte como medio
de exasperación de lo dominante. Esa relación de exposición pública en el arte,
cumple a su vez un papel sobresaliente en los performance que evocan a través
de la ex – posición del cuerpo, lugar privilegiado de la política, la denuncia
a la injusticia y al olvido como ministerio de las armas territorializadas en
un cuerpo fascista estatal y social. Mejor que la poética de la creación sea un
recurso de la existencia, una forma de integrarla a los ínferos de la carne y
del ser. María Zambrano y su razón poética
en medio de su filosofía del
exilio y del delirio estrechó la existencia
y la creación en medio de una sensibilidad femenina a través de los sueños, la
poesía, el cuerpo, el corazón de cara a la muerte, al miedo y a la violencia.
Aún estamos en estas
dos imágenes sobre la relación entre arte y violencia. El lector encontrará acá
en la versión de los autores estas instantáneas y prismáticos estéticos. La
segunda imagen que tiene por relación la dimensión crítica y explosiva del arte sobre el poder dominante expresa este límite: cuando un artista es
asesinado eso significa algo más que el dulce encuentro con la placidez de la
vida y revela negativamente la potencia estética de resistencia del arte. Si la
tragedia griega Antígona encierra un pliegue político evidente es porque su
mímesis es una posición, es decir, un acto de fuerza a través de la intensidad
del dolor frente a la tiranía del orden que in-sepulta en el olvido,
recurso a la supervivencia que decreta el poder sobre la eliminación
absoluta del otro como reflexiona Canetti. Por otra parte, la parrhesía también
encierra una estética, el vértigo de la muerte ante la enunciación inesperada
del siniestro, de su intimidad, de su soledad condenada. También por esto el
arte es locura y por eso el arte también está dado a la vida.
Estas dos imágenes, el
arte como desterritorialización de las experiencias estriadas en el lenguaje,
en el cuerpo, en el significante; y el arte como pliegue político que se ex
–pone frente a las líneas de fuerza y enunciación de ciertas configuraciones de
poderes, componen dos imágenes importantes del conjunto de textos de esta
edición. No solamente se discurre a través de la ensayística sobre estas dos
imágenes, las narrativas prendidas a su vez crean el particular efecto de un
material poético que sustenta muchos de los enunciados sostenidos en los
ensayos. Curiosamente los autores, sin previa comunicación sobre sus
respectivas producciones han terminado creando un círculo entre consideraciones
sobre el arte y resistencia y narrativas
que estetizan a través de la soledad, la ausencia, el misterio, el erotismo, la
infancia, el recuerdo, que estetizan la resistencia y con ello generan un
devenir-siniestro, un devenir-dolor, un devenir-maldito y una exposición del
carácter dominante del orden político, así pues, una ex – posición políticamente
incorrecta pero estéticamente transfiguradora, corrosiva en la subjetividad
sobre la violencia.
De manera que una de
las particularidades más interesantes de los ensayos y cuentos acá reunidos
consiste en su correlación performativa y en su capacidad de aglutinación
mutua. No solamente la narración dramatiza algunas ideas propuestas en los
ensayos, no solamente las encarnan, además traslapa estas dos imágenes que se
han comentado. Entonces lo cuentos a través de una desterritorialización del
sentir, por ejemplo de la soledad o del erotismo, crean una crítica directa al
poder dominante cruzándose con la segunda imagen.
Otra imagen importante
en estos cuentos y ensayos se encuentra con el arte dado para la vida. El arte
dado a la vida es el arte en la forma de niño, la tercera transformación del
espíritu: “El niño es inocencia y olvido, un nuevo empezar, un juego, una rueda
que gira sobre sí, un primer movimiento, una santa afirmación” (Nietzsche). El
mundo del arte es el mundo del artista, un nuevo mundo, el mundo dado para la
vida, “que gira sobre sí mismo”, donde la ensoñación, el ánima, la fuerza femenina extiende la conciencia (Bachelard), se
repliega en el reposo, en la tranquilidad, desciende a la sombras, pues el arte
según Levinas “Es el acontecer mismo del oscurecimiento, un atardecer, una
invasión de sombra”. Como la vida, el arte no pertenece a la revelación,
pertenece a las entrañas, a la sombra, a lo dado en su pasividad, contrario a
lo tomado en su actividad, el arte es magia, canto, ritmo, el arte es, para
glosar a Deleuze, devenir, y el devenir es la vida misma como deseo; por su
parte, para Nietzsche el devenir es lo
dionisíaco, y lo dionisíaco es una valoración estética, una afirmación de la
vida, de la voluntad de la vida. El arte para la vida es el arte que extiende
la vida, lo dado como don.
Al igual que las
anteriores imágenes, esta tercera imagen está entreverada con las demás. De
cualquier forma el arte como disolución de espacios estriados o como crítica
del poder- espada y el poder-dragón es
un arte del Dasein fáctico, de este
ente que existe y en todo caso soy yo y se me da a la vida como disposición
óntica. Para que el arte sea una resistencia necesariamente estará a travesado
por la potencia de la vida. Estas tres imágenes dominantes son las frecuencias
que el lector podrá hallar en los siguientes textos, imágenes que hablan de la
resistencia a través del fenómeno estético ya sea a través de la ensayística o
de la narrativa, seguramente el lector encontrará otras imágenes o renegará de
las vestidas en este prólogo, quién sabe, como siempre, eso depende de lo innombrable.