Ver una entrada al azar

domingo, 28 de junio de 2015

Criaturas Mágicas No Convencionales




De niña no se imaginaba con una pareja así. Aunque mientras sus amigas juntaban los labios plásticos de sus Barbies con los de su Ken, ella presionaba los propios sobre los de la muñeca. Y acariciaba sus formas irreales con un íntimo deleite que todavía no sabía cómo interpretar. Pero, a la edad de 13 años, cuando se encaprichó con una de sus compañeras (una sonriente y que siempre estaba rodeada de amigas) asumió que le gustaban las mujeres. Sin embargo, su primera novia (oficial) la tuvo hasta los 18 años de edad. Fue una relación cuya novedad pasó a la historia en menos de dos meses. Ella no creía en el "uno para cada uno" y así lo demostrarían ante cualquiera sus variadas compañeras de cama. Nadie duraba demasiado para plantearle un conflicto que perdurara en el recuerdo. Representaban una serie de experiencias agradables que en conjunto no parecían muy diferentes entre sí. Nombres y rostros podían confundirse con facilidad, no así el de Verónica.

Verónica fue la excepción a todas las reglas. Descarriada por donde se le mirara: era baja, regordeta y con pinta de rockera. Tenía el cabello verde y cortado al estilo pixie, con un gel con olor a fresas que le hacía las puntas enloquecidas. Y una cara infantil que provocaba una ternura irresistible a pesar del piercing en el puente de la nariz, los labiales oscuros y las orejas perforadas.

Tocaba el ukulele eléctrico y tenía los pezones perforados porque decía que le ayudaba a tocar mejor al aumentar su sensibilidad. Se balanceaba al ritmo de las melodías aprendidas en línea. La forma de su enorme trasero blanco era como una manzana prohibida llamando a ser mordida. Y ella no era diferente a su madre Eva para hacer oídos sordos a la tentación, a la cual Verónica reaccionaba con una risita de niña traviesa. Sabía que uno o dos de sus amigos se preguntaban qué estaban haciendo juntas, qué podía haber en común entre dos almas tan distintas, pero no perdía tiempo con explicaciones.

Después de una vida en busca de violas, le fascinaba abrazarse al contrabajo. Luego de lienzos en blanco y alguna azúcar morena esparcida, quería reseguir los rostros demoniacos de sus hombros y lamer las flores primaverales en sus antebrazos. Había un trébol de cuatro hojas fosforescente en los pliegues de su ancha espalda, recuerdo de una noche de borrachera. Mínima señal de luz que buscaba en medio de la noche y le hacía sentir reconfortada al expandirse en cada respiración.

Yacer así, en la noche, dando o recibiendo un abrazo digno de un oso. Era imposible confundir las formas bajo sus manos. Nadie podría ser Verónica nunca.

—Cásate conmigo. Ahora es legal. Aprovechemos antes de que se arrepientan.

—Si me dejas dormir, ¿por qué no?


Candela Robles Abalos – Argentina



viernes, 12 de junio de 2015

Lengua Lima

Nos permitimos compartirles un vídeo de Lengua Lima y el poeta chileno Ignacio Elizalde. Un buen proyecto que busca hacer una deconstrucción de las emociones y el lenguaje, una llamada a la poesía erótica y al delirio a través de la música y las letras.

lunes, 8 de junio de 2015

Carnaval del cuerpo


Manuel Felipe Álvarez (Colombia) 

Sus nalgas heredaron todo el color
y cicatrices de la cumbia
son el grito aguado y rojo
que se escapó de los montes mientras dormían
            el día cuando los mayos               murieron de sed
mis labios tienen el ritmo de la sal
por eso muerdo las nalgas de ella cuando tengo frío
y la suerte me escupe los cristales rotos del mar
a mi morena se le quiebra su boca de mojarro
cuando aspira el olvido en la subienda
sus pechos son chinchorros
donde ancianos dioses expulsados por las balas
en los Montes de María
vienen a dormir
            son los riscos donde viejas sirenas
            se divorcian de las olas
            para renacer en aquel vientre de arena
ella es madre de las tormentas
que han desnudado el silencio en la luna
            allí los mochuelos tienen su cielo
            ofrendan las alas al viejo arcángel del viento
mi frente es la nostálgica atarraya
que pesca los ojos de ella
            cada noche de ausencia
tengo los cantos del desierto guajiro
los acordeones quemados
por la aurora de las palabras
                                               mi morena es la selva

                                                                       de mis azules años.