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martes, 31 de enero de 2023

Convocatoria Galería Virtual de la Revista Innombrable

 



Podrán participar artistas de todo el mundo con 6 fotografías en alta resolución de sus obras con las siguientes especificaciones al correo:
lo-innombrable@hotmail.com

  • Nombre de la obra:
  • Técnica:
  • Medidas:
  • Año de creación:
  • Reseña biográfica:
  • Foto de artista:

CIERRE DE CONVOCATORIA: 15 DE FEBRERO 2023

lunes, 30 de enero de 2023

"El oráculo" cuento de Camilo Andrés Rincón Velandia



 

¿Y qué le pasará al planeta?  —Le preguntó el minotauro al oráculo. 

           —Para el MMXVIII, la tierra cambiará de color y decenas de asteroides rodarán por doquier. La hecatombe tumbará la arquitectura de Mykonos y destruirá Hersonissos. Criaturas salvajes marcharán de un lado a otro en busca de un mejor bienestar. No habrá agua, no habrá luz, y el hombre se comerá a sí mismo para subsistir. Esta sanguinaria rebeldía durará seis quinquenios más, cuando los mares expulsen de las profundidades a los peces sin ojos, a las ballenas doradas y a un sinnúmero de especies difíciles de describir. 

            ¿Y mi futuro? 

El oráculo cruzó las piernas y le echó un leve vistazo al minotauro.

            Me has preguntado de todo. Tú haces parte del mundo, de la historia.Dijo él.

El minotauro dejó a un lado el libreto y fingió estar agotado.

           La verdad, no quiero ensayar másdijo con voz ronca.

           Pero, mañana tenemos que mostrar esta escena al director de la obra de teatrodijo el oráculo sorprendido. 

            No me interesa, renuncio a este montaje.

            La gente quiere conocer la mitología griega. ¡Mundos extraños!

            Eso no viene al caso. ¿A quién le interesa saber esto?

            A tus amigos, familiares, al público en general. 

            Eso no es verdad. 

            Lo es. Los estudiantes de todo el mundo estudian esto en sus escuelas. Quieren leer, quieren ver obras de teatro clásico.

            Esto no me gusta, no más, no quiero volver a este lugar. Me voy.

 

El minotauro dejó plantado al oráculo en el escenario y salió enojado del teatro Leviatán. Caminó un rato y se fumó un cigarrillo en un andén. Vio gente muy rara, pues vestían trajes de época, como si estuvieran en un carnaval de un país pobre. Aquello le preocupó mucho al minotauro, y le dio por parpadear despacio, pero, en cuanto fijó su mirada en la catana de un samurái, se durmió.

 

A las tres de la tarde, el minotauro abrió sus ojos y puso su mano sobre mi muslo.

             ¿Y bien doctor?

            La hipnosis ha sido un éxito. Grabé las escenas más espectaculares de su carrera en el disco duro del computador, pero, a mi modo de ver, le sugiero que trabaje en otro cuento mitológico o escriba su propia historia. Supongo que eso le ayudará a encontrar otros matices de su oficio. El trabajo de actor es muy riguroso y se necesita disciplina para interpretar muchos roles. Como psiquiatra, le aplaudiré todos sus montajes en todos los escenarios del mundo, pero, con todo respeto, quítese ese disfraz en estos momentos. En la sala de espera esta Teseo, mítico rey de Atenas, hijo de Poseidón, dios del mar. El tipo hace media hora le dijo a mi secretaria que lo quiere matar dentro de un laberinto. La cosa es delicada, y no quiero ver una tragedia en este lugar.


*Camilo A. Rincón V. es maestro en Artes Escénicas. Entre 1998 y 2009, llevó a escena como director obras de Tennesse Williams, Samuel Beckett, B. M. Koltes, G. Bernard Shaw, Luis Enrique Osorio, entre otros dramaturgos. En la actualidad, es docente y artista de Arte Silueta , pues busca promover la fotografía artesanal hecha con papel y tijeras.

jueves, 26 de enero de 2023

"Dulce mártir" poemas de Alexey Kalakutin


"Elena y León"

(Fragmento)

Siglo IV, comienzo, Roma. 
Guerreros tomaron el poder en el gran imperio 
y el mundo, ya tendido en el crepúsculo,
estaba listo para ir hacia la oscuridad y morir.

Ni Flora, ni Mercurio, ni Venus,
no es Marte, no es un líder olímpico.
Entramos en batalla con Cristo, con la fe de Cristo,
¡Y la gente está muerta de miedo!

El pueblo fue quebrantado por el decreto de Maximiano.
El decreto fue despiadado y cruel
de ahora en adelante prohibiría a los cristianos 
creer que el vagabundo judío es Dios.

Ha llegado el momento de la represión y la persecución.
Es hora de la tortura y la muerte loca,
la gente se puso de rodillas 
traicionando a Cristo a cambio de la vida de los niños.

Los hijos de Cristo fueron forzados
ofreciendo los sacrificios de los altares romanos,
en caso contrario les esperaba
fragmentos de carne en los colmillos de las bestias.

Se envían a fundir los vasos litúrgicos
en hebillas y cierres para soldados
y las reliquias que son un milagro excepcional
yacieron como restos de perros.

Ruinas de basílicas.
Cenizas volátiles de libros quemados
dieron a luz un llanto silencioso de impotencia en la gente,
que se convirtió en un fuerte grito.

No todo el mundo durante un período de terrible violencia queda
sin murmullos, sin miedo y sin palabras
Habiendo abandonado el espíritu, ascendieron al cielo,
¡Dejando la carne para mirar el mundo desde las cruces!

                
***

¿Quién eres tú, alma dulce?

“¿Quién eres tú, alma querida?
¿Un término de los sagrados Upanishads?

¿Quién eres tú, alma querida?
¿Un amigo sin el cuchillo de la envidia?

¿Quién eres tú, alma querida?
¿Una buena chica?

¿Quién eres tú, alma querida?
¿Aire que yo respiro?

¿Quién eres tú, alma querida?
¿Un tesoro invaluable sin un centavo?


¿Quién eres tú, alma querida?
¿Dios que en esencia no tiene pecado?

¿Quién eres tú, alma querida? ”—
“Vida, cuando el cuerpo dice: es el fin”.

Traducción en Español
 Marlene Pasini                      
 (Agosto/2021)       
  
 
Fragmento del poema "Dulce mártir" 

Ahora no averigües quien tiene la culpa, 
en el hecho que se ahogó Europa en ríos de sangre. 
La batalla y la matanza son hermanastros, 
¡pero ganado y cabezas no son hermanas! 

¡Cabezas fueron llamadas al matadero, 
desapareciendo en el molino de carne diaria! 
Nos acostumbramos a llamar a la muerte: destino
¡Rompiendo huesos, fragilidad glorificada!

¿Con quién lucharon, inventando un enemigo, 
explicando indistintamente el propósito de las batallas? 
¡La guerra es regresión! Pasamos de las palabras a las sílabas, 
de las expansiones a las zonas de contracciones. 

Afectó a todos: águilas experimentadas
y palomas imberbes e ingenuas. 
¡Locos! ¡¿Qué nos impidió a los pecadores
tirar rifles, recordando a Jesús?



Fragmento del poema: "Dulce mártir"

Los rumores son como moscas y los chismes como tábanos 
sintiendo la sangre azul, 
picaron a viejos reyes, príncipes y herederos
aguijones afilados que apuñalan sin piedad.

Mordeduras en la Rusia zarista
para la dama que nos dieron los alemanes,
él, que vino a amar y gustar,
bondadoso descendiente de la Casa Romanov.

Anna, lo siento, hablo despiadado 
y daño tus sentimientos.
Las frases se arrastran incontrolablemente entre los dientes 
y adquieren el volumen de razonamiento.

En los viejos tiempos, las masas 
fruncieron el ceño por la aversión a la emperatriz, 
como si fuera a cenar ya no con vodka, sino con kvas. 
Un filete de ternera servido y poco cocido.

Los nobles la trataron con frialdad, 
los comerciantes no empezaron a bailar de alegría. 
Pan de jengibre hecho en tierra rusa. 
No acepté horneado alemán.

Viejo y pequeño, con chaqueta y vestido 
No mostraron simpatía por la reina. 
El culto del padre es especialmente querido por los rusos, 
¡La imagen de la madre calienta los corazones durante siglos!

El padre es el rey y la reina debe ser la ¡Madre! 
Pero nació de británicos y alemanes, 
apenas podía ver al ruso. 
¡Es difícil ver lo abierto cuando está cerrado!

Puedes convertirte en Masha, Natasha y Sasha, 
bailando, sonando, alegre y cantando, 
pero el alma no parecerá abierta de par en par 
en la orgullosa y estricta Alicia de Hesse.

No te convertirás en ruso, ¡necesitas nacer! 
Los rusos tienen lo ruso en el alma
con un cuento de Pushkin y poemas de Yesenin, 
¡con ruido de abedules, con lágrimas de la Madre de Dios!          

(2020, Rusia, Nizhny Novgorod).
(Traducción al español por Marlene Pasini, México, marzo 2021).

            
ASCETISMO

“Los que vivían en reclusión vivían bien”                                         
René Descartes

Que vivía en reclusión
en los desiertos, entre las rocas,
en los monasterios, 
su alma se acercó más a Dios

Que vivía en reclusión,
evitando así
las mordeduras de humillación
y el veneno de lenguas mentirosas.

Que vivía en reclusión,
nadó tranquilamente, como un velero 
a los altibajos
no miró.

Que vivía en reclusión,
se dio cuentaque la vida no es pasatiempo,
y el ocio como ceniza.
Partió en oración.

Que vivía en reclusión,
esa pasión masculina 
y ansia del placer
es reemplazado con meditación.

Que vivía en reclusión,
comprendió a la naturaleza,
naturaleza no significa:
botella y barbacoa.

Que vivía en reclusión,
no recolectó riquezas
y en el camino a la salvación
con tan poco fue feliz.

Esta heroica hazaña es incomparable.
Un héroe, ¡que es capaz de repetirlo!


Traducción: Marlene Pasini, México. 


*Alexey Kalakutin (30 de octubre de 1973) vive en Nizhny Novgorod, Rusia, es un escritor ruso, filólogo. Estudió en la Facultad de Filología de la Universidad Pedagógica Estatal de Nizhny Novgorod. Su primera publicación es “Khokhloma Pattern”, 1990 (novela de cuento de hadas para niños) en coautoría con E.V. Kalakutin. Es autor de seis novelas en verso, así como de seis piezas de largo y extenso aliento poético. Ha sido traducido a varios idiomas y sus poemas se han publicado en revistas internacionales. Fue galardonado con el diploma de 1er grado (PWUR) de alta profesionalidad. Embajador Internacional por la Paz (WLFPH, Bután), Doctorado Honoris (IFCH, Marruecos), participante en varias antologías poéticas internacionales, galardonado con varios certificados de reconocimiento.

miércoles, 25 de enero de 2023

"Caos" relatos de Ana Gabriela Banquez Maturana


Cambios

No es fácil dominar el arte del desapego; perder lugares, nombres y momentos sin retorno alguno.
Como yo he perdido los minutos del reloj de mi vida, entre cortas interrupciones de unos segundos vacíos, que cuelgan en miedo.
Los hecho de menos, pero su pérdida es natural para la vida, que va por distinto camino a mi tiempo.
No lo comprendo, aunque lo haya vivido durante muchos años y las voces de los recuerdos nunca mueren. Ni siquiera al interrogar el silencio que acompaña mi noche y me incurre más en la incertidumbre.
¿Y ahora que vendrá?


Caos

Sufre incansablemente mi conciencia, ostentando el dolor de cargar un caos por dentro, con el alma atormentada por los recuerdos.

Sin sosiego alguno, entre el tiempo que se descarga los minutos y no deja correr la vida, es cuando evidenció el vacío en el que está sumergida mi existencia.

Perdida entre la historia y dos tiempos que nunca se separan, mientras el sufrimiento pasado me hace recordar momentos sin retorno, entre ecos guardados del subconsciente.
En ese instante quisiera perder la memoria, retirar de mi mente la conciencia, porque quizás en medio de tal locura, podría restaurar la cordura de una mente en calma.


Investigadora

Añoraba incansablemente ser la dueña de las primicias, aunque eso le significará cavar hasta lo más profundo del secretismo social y desenterrar las más olvidadas noticias en sepultura andante.

No le temía a los prejuicios que acogería su imprudencia necesaria, mientras tuviese por objetivo liberar la verdad del mundo, enclaustrada entre seres opresivos y con sed de malicia. Para ella, arriesgarlo todo por sus convicciones y la razón no era baladí, sino esencial.


*Ana Gabriela Banquez Maturana. Administradora industrial de la universidad de Cartagena, con experiencia en el control estadístico de la calidad, participe en varios encuentros literarios a nivel nacional e internacional (Rumanía, México, Perú, Colombia…), autora de artículos científicos con múltiples indexaciones (DOAJ, Google academic, Stanford libraries,..), y obra literaria (Amazon, booktopia…).

lunes, 23 de enero de 2023

“Julia y el espejo” relato de Manuel Arboccó de los Heros


Me miré al espejo y me sentí vieja. Bueno, vieja no soy pero así me siento últimamente. Y hoy importa tanto lo que sentimos como lo que los demás ven en nosotros. Ya no tengo 20, sino 43 años. Mi piel y cabello han cambiado, ahora ya uso esas cremas que de niña veía usar a mis abuelas y a mi madre. En el frío mercado de las apariencias y el deseo soy consciente que ahora ya no atraigo tantas miradas como antes, sin embargo, me siento regia la mayoría de las veces, al menos cuando no me viene la depre. Soy profesional, tengo un buen empleo y recursos que me han permitido tener un departamento de lujo, así como un moderno Audi. Pero aun así siento que me falta algo.

Mi época juvenil y rebelde ya han acabado. El feminismo acalorado y achorado de mis veinte también. Y me siento estafada por todo ello, me autoengañé. Se me dijo que no debía depender de un hombre ni económica ni afectivamente –¡como si eso de lo afectivo no fuera parte del amor!- que lo de la maternidad era un antigualla muy propia de mujeres oprimidas por un sistema machista y patriarcal que las amarraba a una casa y los hijos; grité junto con otras que una mujer debía priorizar sus necesidades y avasallar en el campo laboral y educativo y que el hombre era el enemigo natural de las mujeres por lo que había que “usarlos” y tirarlos luego como lo hago con una toalla higiénica. Pues bien, yo me creí todo eso y lo hice. Tengo un posgrado en administración de empresas, plata en el bolsillo y en el banco, he disfrutado del sexo con varias parejas a lo largo de mi vida y siempre viví enfocada en mis deseos y necesidades. A la mierda el resto. Y no me quejo, en ese tiempo la pasé bien. Pero creo que no pensé en el futuro. Hoy tengo una casa, pero no un hogar, el sexo puede ser bueno, aunque ocasional pero el amor y la compañía calidad brillan por su ausencia; los calendarios van marcando el final de un reciente deseo de ser madre y todo por lo que luché en debates universitarios y reuniones de bares feministas hoy me saben a nada. Finalmente, el machismo y el feminismo son dos caras de la misma moneda.

Pero ya está, tengo algunos amigos, cuento con el cariño de varios en mi familia y la debida solvencia económica para caer bien parada cuando algún problema se presente. Ser blanca y tener dinero es en Lima casi un seguro perfecto. Ya sé que no seré madre y difícilmente seré esposa pues mi carácter –competitivo, independiente e intolerante- es cada vez más marcado. Mi tristeza de los fines de semana la busco aplacar a punta de clonazepam y a veces de sertralina, junto a una botella de vino tinto Merlat Reserva Kendall-Jackson que me encanta. Tengo a Mimi, mi gata fiel y con osteoporosis y a Patricio, un amigo algo vago, pero bueno en la cama quien me visita algunos sábados. Me hace reír y no me interrumpe cuando quiero llorar. Él tampoco se va a casar nunca, me lo ha asegurado; tiene un hijo que no ve ni verá porque su madre se lo llevó bien lejos, a Madrid, para evitar que tenga contacto con su padre. Olvidé decir que además de vago es medio fumón. Pero vive muy bien, heredó una gran fortuna de sus padres y tiene una casa en La Molina que parece el Hotel Marriott.

En las noches, desde el sofá de mi living, frente a mi Tv plasma de 55 pulgadas y con mi copa de vino en la mano, veo caer a otro tramposo en el programa de ampays de la vieja urraca, y adiós a otra relación de pareja. Y vieran ustedes como me río a carcajadas. Son mis momentos de felicidad.


*Manuel Arboccó de los Heros. Lima (1974) Psicólogo y escritor. Docente Universitario. Fue articulista del Diario Oficial El Peruano desde el año 2014 al 2020. Divulgador en temas psicológicos y sociales, desde su espacio en el blog llamado Nos sobran las palabras. Ha escrito el libro Tiempos inciertos: aproximaciones a la sociedad posmoderna (Atenhea Editorial, 2020). Además de muchos artículos académicos psicológicos, todos ellos disponibles en la web. Ha publicado cuentos, poemas y ensayos en diversos espacios físicos y virtuales. 

 

viernes, 20 de enero de 2023

"Érase una vez, en Navidad" cuento de Eréndira Corona Ortíz


Pan y chocolate caliente sobre la mesa. Papá hace un movimiento rápido y con la espuma tibia dibuja unos bigotes de ratón en su carita, Gigi solo arruga la nariz y deja escapar una sonrisa dulce, más dulce que la merienda que está a punto de degustar. Todos sonreímos.

 Después de comer y de ayudar a levantar la mesa, corremos hacia la estancia. Nos acercamos al arbolito de navidad. A Gigi le gustan los reflejos, en especial los de su cara sobre la superficie lustrosa de las esferas, infla sus mejillas sonrosadas para exagerar el efecto de distorsión que tanto nos causa gracia. Esferas decoradas con rostros de niñas: rostro risueño en color morado, rostro con lengua de fuera sobre fucsia, rostro con nariz fruncida en tinte azul. Ahora nos tumbamos sobre la alfombra de la sala para abrir los regalos. Mamá toma la caja más grande, la que está forrada con un hermoso papel estampado de muñecos de nieve cubiertos de brillantina que refleja los destellos de luz y que en la parte superior tiene un gran moño dorado, y la coloca frente a nosotros. Gigi posa la palma de su mano sobre la mía sujetándome como siempre lo hace cuando alguna emoción la desborda. Juntas vamos quitando el papel que lo envuelve y, con toda delicadeza, lo hacemos pedacitos.

 No tarda en aparecer ante nuestros ojos una grandiosa villa navideña en miniatura. En el centro hay una construcción que parece un castillo, alrededor varias casitas multicolores sobre una avenida principal con pequeños carruajes y algunos habitantes que deambulan por ahí. Ella se voltea asombrada y me pregunta si algún día seremos princesas y si tendremos un castillo así de lindo. Le digo que sí. Me pregunta si siempre estaré a su lado. Contesto de nuevo, que sí. Luego, a causa de tanta emoción, creo, sentimos como nuestros párpados pesan y ella lanza un bostezo. Entonces papá nos toma en sus brazos y mamá se hace cargo de nuestro regalo para llevarnos hacia la alcoba. Ya con el pijama puesta, Gigi insiste en que nos lean un cuento antes de dormir. Ahora es de noche, la velada es muy fría y afuera todo está bajo el hechizo de un silencio blanco, pero ella y yo estamos a salvo en nuestra habitación. Papá ha terminado de acomodar los edificios de la villa en el piso de nuestra recámara y enciende con cuidado las luces que la decoran. Ella se acomoda sobre el costado de mamá y esta comienza a leer: Érase una vez...

 Yo, desde donde estoy, también me veo envuelta en la calidez de su voz, mientras contemplo por una ventana diminuta los reflejos de la avenida principal, de los elegantes carruajes, de los paseantes que vienen y van, y de una dulce anciana que apoyada al lado de un aparador y con las manos estrechadas a un costado de su rostro, se va quedando dormida bajo un techo de estrellas.

 

* Eréndira del Carmen Corona Ortíz nacida el 29 de octubre de 1984 en la antigua y hermosa ciudad de Veracruz, México. Estudió ingeniería en telecomunicaciones y ejerce en el campo de la automatización. Ha publicado también en revistas como Punto en Línea (UNAM), Taller Ígitur, Isliada, otro Lunes “Revista Hispanoamericana de Cultura”, Letralia - Tierra de Letras, Papenfuss (Boletín español impreso) y el sitio +Literatura de Tecnología Industrial. Es autora de dos libros auto publicados: “Los mundos de la mariposa” y “Cálculo de Utopías: Microficciones y Poemas” en versión kindle e impresa.

miércoles, 18 de enero de 2023

“Batallas internas” poemas de Washington Daniel Gorosito Pérez



SOLEDAD
 
La soledad de los espacios
infinitos me aterra.
Pascal.
 
muda, etérea, indisciplinada,
se rompe ante la vista
del mundo.
 
La voluntad de ser libres
nos guía.
A veces,
flaquea esa voluntad.
 
¿Hacia dónde se inclina el fiel
de la balanza de la libertad?
 
Vista nuestra decadencia actual,
es imposible pronosticar,
si seremos preservantes,
para construir la libertad.
 
O nos encerramos más
en la soledad.


PRIMERA LÍNEA
 
Mientras trato de escribir,
mastico un poco de sol.
Las hojas sueltas me rodean.
Pasan poco a poco los minutos
y expulso lentamente,
la primera línea de un poema.
Escritura escarpada, ambigua e infinita.
Plasma historias de pesimismo maldito,
y soledades humanas,
que conducen a una batalla,
de final incierto.

 
MÉXICO CIEGO
 
La voz se traga las palabras
 retumba un grito agonizante.
Sopla el viento de la muerte.
 
Mientras,
los viejos dioses dormitan
a pesar de la fiesta
del grillerío.
 
Nervios ocultos bajo la piel urbana,
el moho cubre un pueblo entero
las tumbas las lava el aguacero.
 
Gotas de lluvia extraviadas,
rimando mil tormentas
en versos acuosos.
 
El dolor corre por las mejillas.
 
Mictlantecuhlli tiene mucho trabajo,
los periódicos nos venden mentiras
en un país que vive sin ojos.

 
EL ALQUIMISTA
 
 
El hombre se ve fragmentado, mutilado,
es un ser aplastado por las circunstancias.
días de incertidumbre constante.
de rompecabezas, sin cabeza,
donde faltan piezas.
 
El silencio roto por voces lastimeras,
rodea todo,
batahola de extinción en el tiempo.
 
El hombre está suspendido,
la oscuridad irremediable lo habita,
 
En una grieta de impotencia,
el alquimista sueña...
 
La tristeza está presente,
en sus ojos grises profundos,
en los surcos de su frente.
 
Lo marca una grieta de impotencia
que huele a sueño eterno.
 
Adormecidas las ideologías,
en el espacio y el tiempo existencial.
 
Queda obnubilado ante la imagen
que simboliza la oclusión del pensamiento.

 
BATALLAS INTERNAS
 
Si el destino me trae otra batalla
yo sabré merecerla.
Jorge Luis Borges
 
El río interior se estremece,
un espantoso grito cubre la ciudad
rompe el silencioso secreto
de la naturaleza humana.
 
Es la soledad de la vida,
dilatada de miedos,
carente de luces,
con voces sin sonido.
 
De suspiros agrietados,
de agonías conscientes,
de eclosiones interiores,
de desencuentro.
 

PESADILLA
 
Luz plana,
esparces tu sombra contenida,
pedazos de periódicos,
se unen a mareas de objetos inservibles
que el viento recicla amorosamente.
Intrincado laberinto urbano.
 
Es de noche,
se hace tarde,
la gente se dispersa.
 
Los edificios se robustecen,
grandes formas caminan hacia el cielo,
cubiertas por la enorme oscuridad.
 
El tiempo se desliza
en el silencio de la noche.
 
Ahí, donde se hunde la eternidad
sin dejar huellas tras de sí,
sólo pedazos de imágenes.
 
Emergen de la turbia niebla
cascarones de navíos,
náufragos sin mar.
 
Pasarán grandes lunas y
cielos encapotados.
 
Soles con ojos de insomnio,
no despertarán al hombre
de la pesadilla de caminar
a la deriva.
 

 
*Washington Daniel Gorosito Pérez, Escritor. Poeta. Ensayista. Investigador. Periodista. Conferencista. Catedrático Universitario. Autor de la columna “Encuentro con Gorosito” de temas de política internacional y culturales que se publica en países de América y Europa. Analista de Información Internacional y Defensa. Parte de su obra literaria y periodística ha sido traducida y publicada en inglés, ruso, japonés, italiano, rumano y portugués. Ha obtenido premios de poesía, ensayo, cuento y periodismo en Uruguay, México, Brasil, Chile, Argentina, Estados Unidos, España, Francia y Alemania.

martes, 17 de enero de 2023

"La habitación secreta" cuento de Kamila Castillo


La música en vivo de una banda tocando instrumentos de viento, cuerda y percusión se colaba por mis oídos como ligeras ondas sonoras que hicieron olvidarme de que estaba en un evento social, sentada en una silla, observando la blanca tela del mantel, el plato vacío de cerámica y la diversidad de cubiertos a sus lados.  

Veía a las personas hablar y tener contacto físico con otras, intercambiar números de teléfono y planear encuentros para seguir hablando acerca de lo que sea que estuvieran discutiendo. Llevaba ahí toda la dichosa fiesta sin entablar una conversación con absolutamente nadie.

—¿No irán a servir la entrada del menú de comida? —me pregunté mientras cruzaba los brazos.

Soltando un bufido, me puse de pie observando el panorama. Estaba aburrida, así que saldría a caminar por los grandes y bonitos jardines que el salón de eventos poseía, al mismo tiempo dedicaba un poco de atención a los ornamentos instalados en las paredes.

Tras una breve caminata, divisé una gran puerta de cristal en dirección a los jardines traseros, estos se componían de un prado lleno de césped de color verde algo húmedo por el sereno de la noche. Comenzaba a sentir un poco la soledad, ya que, ahora, el único sonido existente era el repiqueteo de mis tacones contra el concreto.

Conforme avanzaba, reducía el número de personas socializando, en cambio, incrementaban la oscuridad y el silencio. Hasta que, a lo lejos, observé una construcción. Parecía deteriorada, de aspecto lúgubre, como si hubiera estado abandonada hace mucho tiempo. Mi curiosidad despertó, así que caminé a paso rápido hacia ella, pero mientras más me aproximaba un olor algo fétido penetró mis fosas nasales.

Me acerqué un poco más a la entrada de la construcción para percibir mejor ese olor y supe que provenía de adentro.

Acerqué mi mano a la cerradura protegida con un candado de metal oxidado, lo estaba tanto que sólo bastaron unos cuantos jalones para que cayera al suelo produciendo un sonido seco en medio del silencio.

La situación empezó a tornarse rara.

Empujé la puerta observando el material con el que estaba hecha, aun así, no pude determinarlo. Mis ojos revolotearon por toda la zona, era una especie de vivienda pequeña y reservada, pero se notaba que llevaba años sin uso por el polvo acumulado en el suelo de concreto (porque no tenía mosaico) y en las ventanas de vidrios polarizados.

La oscuridad era notoria así que busqué un interruptor. Al menos, un poco de la luz de la luna se filtraba por las ventanas, era lo que me alumbraba permitiéndome poner en práctica la orientación. Pero al tocar los bordes de las paredes, me di cuenta de que no había interruptores, así que saqué mi celular del bolsillo delantero de mi pantalón, encendiendo la linterna.

Y al momento de dirigirla al suelo, mi corazón se aceleró de inmediato bombeando sangre con velocidad hacia todo mi cuerpo, los nervios se ramificaron a cada articulación inmóvil, las cuales no respondían porque estaban tan asustadas como yo.

Había un camino de sangre seca.

Pequeñas manchas rojas estaban pintadas en el suelo gris, algunas más intensas que otras creando un camino aterrador de sufrimiento, del cual no podía despegar mi vista. Automáticamente el olor fétido se intensificó, a pesar de que probablemente las bacterias estaban muertas y también noté un ligero olor a hierro.

Tenía miedo.

Mi respiración se tornó irregular con cada paso que daba, mi cerebro estaba bloqueado, sin embargo, no podía dejar de caminar, simplemente no podía, estaba cegada por la curiosidad, a pesar de que el miedo me estuviera carcomiendo los huesos. 

Me encontré con una pared al final del pasillo, el suelo aún seguía teñido de rojo, sólo podía girar hacia la izquierda topándome con otro pasillo lleno de puertas, entonces me pregunté cuál era la función de esta construcción porque ya no tenía finta de un pequeño salón de eventos, pero tampoco de un hogar habitable.

El corazón me martillaba durísimo contra el pecho, mis pies se movían lentos y mi mirada recorría cada rincón del pasillo en un intento de hallar el origen de la sangre y el propósito de la construcción. Tomé la decisión de abrir una de las cuantas puertas, por lo que giré la perilla dorada teniendo acceso al interior haciendo el menor ruido posible.

Era una habitación normal como cualquier otra, constaba de una cama, clóset de madera barnizada, un tocador con espejo, repisas, una televisión del año 1998 y un pequeño sofá frente a la cama. Las paredes era color verde pastel haciendo una combinación extraña entre los colores cafés chocolate de las decoraciones.

—Creo que este es el baño —susurré encontrando otra puerta dentro de la habitación.

Pero al momento de acercarme ese olor fétido y putrefacto volvió a acariciar mis fosas nasales produciendo una sensación de asco y náuseas.

Y lo que vi me dejo pasmada, porque nunca imaginé encontrar algo así.

Efectivamente era el baño, tenía instalada una tina donde yacía la silueta de un cuerpo sin vida envuelto en una bolsa negra de plástico con cinta americana a su alrededor hundida en sangre, de igual manera, en las paredes del baño se deslizaban hilos rojos creando una imagen espeluznante y traumática que iba a ser imposible olvidar algo así por el resto de mi vida.

Grité.

Grité tan fuerte que la intención de pasar desapercibida se me olvidó. El miedo me invadió en forma de adrenalina obligándome a retroceder todavía gritando. Salí disparada de esa habitación hacia los tétricos pasillos donde caí de bruces al suelo, pero rápidamente me reincorporé. Nuevamente, casi me resbalé con mis propios pies por todos los atisbos de emociones que me hacían perder el equilibrio.

Corrí. El tiempo pareció ser lento y al segundo estalló en una velocidad sorprendente. Era una carrera horrorizada y jadeante donde mis piernas eran presas del pánico y dolían, mientras que mis pulmones clamaban oxígeno, pero no podía parar porque la adrenalina me lo impedía, aun sin saber a dónde me dirigía.

De repente sentí el impacto de la helada brisa acompañada de pequeñas gotas de lluvia produciéndome un escalofrío. Había aire. Me permití respirar mientras seguía corriendo tan rápido aún con mis cansados pulmones.

Y vi el estacionamiento donde mi vehículo estaba detenido cerca de una acera.

Corrí con el viento impactando mi rostro removiendo violentamente mis cabellos. La distancia pareció ser eterna, después corta, hasta ser sólo centímetros, solo podía pensar en irme lejos de ahí y jamás volver.

Me subí a mi auto y pisé el acelerador.

Fue cuando me juré a mí misma nunca regresar a esa habitación que se mantuvo secreta por semanas donde se cometió un asesinato de primer grado, actualmente siendo investigado por el Departamento de Policías local, en el que yo me había convertido en una clave elemental, sin si quiera saberlo.

 

* Kamila Castillo, nació en H. Matamoros, Tamaulipas en el año 2007, actualmente cursa el primer semestre de preparatoria en su ciudad natal, donde disfruta escribir cuentos en la materia de taller de lectura y redacción. Gusta de leer misterio y fantasía, así como el suspenso y de vez en cuando un poco de terror. Admira a Edgar Allan Poe por su peculiar forma de redactar sus cuentos y novelas, este escritor ha sido su mayor inspiración para poder hacer sus propias obras literarias y redactar de la manera en que lo hace. Ha publicado en revista delatripa: el narratorio, revista Sombra del Aire, próximamente en revista Mimeógrafo y algo más.

lunes, 16 de enero de 2023

“Canto sagrado” Poemas de Aníbal Fernando Bonilla



LII

 
Vuelvo al poema
como seducción en la escapatoria,
como relicario de orfandades,
como lascivo encanto
en la triste noche,
como hojarasca sin una pizca de viento,
como aluvión que devora la siembra,
como abismo que carcome el sueño,
como derrota cuya consecuencia
oculta la ceniza,
como sombra que se asemeja a tu ausencia,
como relámpago en la intemperie,
como insomnio que deja los ojos inflamados
en el cuerpo del animal en llamas.
 
Vuelvo al poema…
 
 
Canto sagrado

Felonía que rompe corazones,
devoción del gozo oculto.
Intensidad del río en los adioses
tinta derramada hacia la nada.
Reminiscencia de los años mozos
como lenta espera del ocaso.
El paseo del domingo
en la impotencia acumulada de lluvia.
 
Juegos iniciales como estirpe andante
en el vuelo sin tiempo,
quebranto por la ilusión fallida.
Pasión de sábanas ante el cúmulo del insomnio
y el fragor de la batalla entre dos serpientes.
Sensación perturbadora que deviene del olvido.
Escote para los ojos esclavos,
cuello atado al cántaro del siguiente día,
olor de bienaventuranza.
 
Son los sueños cuya bitácora alerta el diluvio.
Condena que nos deja este clamor poético.
 


El fruto de otra larga noche
 
La apuesta diaria desde el génesis,
sombra en el umbral como cicatriz de lo desconocido.
Acertijo de las cosas insondables,
conjuro de vida expuesto de cuerpo entero;
orfebrería en plena aurora.
El poema como mortaja del mundo
en la cadencia del tiempo.
Los colibríes, huéspedes de honor en el amanecer fulgurante;
revelación en el escenario de la incertidumbre.
Apremio por los códigos marchitos,
desnudez del miedo que moja la pólvora,
fatiga en el reino ante el desprecio del soberano.
Anuncio de lo sagrado en el borde de lo efímero,
alusión de las aristas que queman las hendiduras del alma,
alucinación como recoveco que envuelve a la muerte.
El poema en el hermético palpitar peregrino,
huella y caricia en el corazón con armadura de celofán,
sonido de viejos acordes que retumban en la memoria de los otros,
angustia que decanta su propia sombra,
luz y senda que despierta el apetito de la luna voraz.
 
 
* Aníbal Fernando Bonilla (Otavalo-Ecuador, 1976) Máster en Estudios Avanzados en Literatura Española y Latinoamericana en la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR). Licenciado en Comunicación Social. Ha publicado, entre otros, la recopilación de artículos de opinión ConTextos (2009), Evocación de la tierra habitada (2011, 2014), Oda en plenilunio y balada del ángel (2012), Gozo de madrugada (2014), Tránsito y fulgor del barro (finalista del Premio Nacional de Poesía Paralelo Cero 2018), Íntimos fragmentos (2019), y Tesitura inacabada (2022). Poemas suyos han sido incluidos en varias antologías y publicaciones dentro y fuera de su país. Columnista de diario    El Telégrafo entre 2010 y 2016. Actualmente es articulista de El Mercurio, de Cuenca, así como colaborador en la revista digital venezolana Letralia, Tierra de Letras, y en el portal loscronistas.net. Ha participado en eventos de carácter literario, cultural y político en España, Nicaragua, Argentina, Uruguay, Cuba, Bolivia y  Colombia, como el XV Encuentro de Poetas Iberoamericanos en Salamanca (2012), el XIII Encuentro Internacional “Poetas y Narradores De las Dos Orillas” en Punta del Este (2014), en donde recibió la distinción “Idea Vilariño” por su trayectoria literaria, y el III Encuentro Internacional de Poesía en la Ciudad de los Anillos en Santa Cruz de la Sierra (2016).