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miércoles, 3 de marzo de 2021

¿Qué es la poesía? poemas de Gabriel Jaime Caro (Gajaka)


Mírame a mi, que pasa desaperciba o demasiado espacio para pretender crear en la escritura, que es una, con varios pilares de sabiduría. La fuerza de la imaginación que es el espíritu crítico, con sus tropos despidiendo rayos o meras circunstancias de la vida que no logran eclipsar, porque el poeta es uno, no importa que se le parezcan, y se cuentan en la palma de la mano.


La flexibilidad estoica

La muerte es ese ballet, desde toda distancia. A poderoso ángel suena la inexplicable persona. ¿Prestante inquisición de laboratorio, la persona esa qué maldice? Si, inquisidor esquizoide ha burlado la historia de la sicología del siglo 19.  A declarado que la tortura es el placer de terminar la vida.

La carencia de mis pies voladores (todos miraron). Estrellas que son para cada encanto, las conchitas amigas. Complejo antimachista. Hay que pagar caro hacerse entender. Sinfonía de los salmos de Stravinsky.

Pobre error que se repite, entrante infierno de calles cuadradas como Estados. La inmisericorde dama islámica o la de Asia Menor, fenicia, que amaba los perros, lo mismo la Mab, era falso. La cicatrice del colapso de los sueños. ¿Pero de dónde venían los perros egipcios?

Otra cosa es la madre de la prosa lógica: solo los escogidos medio rasurados y voladores, comen gordo. 

Divertimento como de The Fairyʾ s Kiss de Stravinsky,  mientras sangra lo que sangra a punta de paliativos.  ¿Semiótico y ciego ante el jardín perplejo de Epicuro, no va de retro manía? 


Campo de nudistas


Si estaba resuelto a la desnudez por ocultamiento, recuerda que afloramientos de mensajes sicosibilos lo que traen siempre es hambre de Dios, y rica imagen. De la adefesia muerte de la experiencia disimulada; así yo logré escalar al menos para ver comer a las águilas, y quedarse en cataratas para siempre.

Si lo que más borran es la conciencia y su ética, aprete esa moral de neoliberal, abstracteco. Malhechor te aconsejo, vuélvase mula de una vez. Salga de esa mina dónde el renacuajo de Ulises espera ser rezado.

Iluminación y luz no gobiernan el paraíso, aunque el ángel es de la vida y de la muerte. Habita lo que desaparece, entra completamente al hilo de sol a ver sus hijos colgados de la percha. Ateo ciego.

Naturalista tornasolado, tira la dulzaina desde lo alto del corredor en la tormenta invernal, de budistas tapados de sueños primerizos, que ahora son inmortales… Lejísimos y putrefactos de medidas de perfección humana con los cheques viajeros del siglo 19 y 20.


Nunca el violín había sido tan maravilloso 

desde Sherezade de Rimsky – Korzakov.

Prueba superada de cuerdas famosas que llegan al límite, el intenso río que cae suspendido, la piel a pulsos en el escenario. La otra juventud.

La increíble sabiduría marracachafa  engaña a sus clientes, con la paloma eficaz venida de su viaje por escapatoria. Torcaz que sirve de médium entre mi muerte y las del círculo de proporciones siberianas.

Esa vida tiene nombre, y te habita desesperada por tu falta de tino y resto. La falsa mediana edad. Es la falsa mediana edad cuándo cae con el telón.

Yo arrastraba rocas desde desiertos, hasta la isla de Pascua iban a dar. Usted es puro pasado, ni sus barbas rojas colindan con la indecencia. La perfecta danza y su método abrasador.

Es la soledad bien administrada, que te comes los 16 violines de La Disidencia en el limbo, te pones a moverte con tu dolor de cabeza en el hombro, cumbia que te vas de ronda. 

Te derrites en esos brazos  de la Sherezada pati rubia, desproporcionada ante la mirada absorta de Cervantes. Salió a la cubierta y le dio un único beso, el cuento esta vez solo sucedía en las aventuras del viejo hidalgo, Don Quijote.

Adelántese usted don Alfonso Reyes con sus cuentos, y con su primeriza Amaranta en El mensaje enigmático.


La esencia del ser es la risa, viene de un título ensayístico. 

¿Quién te ha dicho, de frente, qué eres un encantador de serpientes, tu propio desdén, ni el cambio extraordinario de una mujer ociosa, te interesan? 

No, mientras se axioman mis sabias palabras, tarareando ronroneas a mi deseo de juguete. La prueba milenaria se sonríe una vez más, de al menos de políglota ve para pasar el tiempo en el crucero de verano, a medio avisar. Aventuras Sigilosas.

Hablan son los alcoholes (y los epigramas), versión de Apollinaire, al que no le cabe el cerebro por el pasador del antiguo y horroroso sultanñero. 

No, el corazón digamos marchitado, solo necesita agüita. La bailarina descojonada y solitaria en su vejez de moco, ahí parada y tu parado.

¿Y de quién son estos falsos culteranos? De quién iba ser, de la Risa de Demóstenes, rara, I, II, y III.

El despertar de los autistas en la Escalera al cielo de Led Zeppelin. Luego el son y la trova cubana, el tango que enfurece a los moralistas, y ese cuello estrangulado para el monólogo contra la herida que si es vida isabelina.


*Gabriel Jaime Caro (Gajaka), 1949, Medellín, Col., Poeta, editor, cofundador de varias revistas de poesía, entre ellas, Siglótica, y Realidad Aparte en New York. Pintor (ilustrador) y bloguero. Crítico de cine. Ha publicado 8 libros de poesía, entre estos, 3 volúmenes de la Risa de Demóstenes, rara, El libro de los seres Inútiles, Orvalho (tríptico con otros dos poetas), El eco de este ardid, 21 poemas, y Hasta el sol de hoy, poemas reunidos.  Los poemas publicados por El Innnombrable son inéditos y pertenecen al libro La muerte es ese ballet (Poesía Neoberraca), a publicarse en editorial Amargord, España, este año.

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