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miércoles, 18 de junio de 2025

"Palabra y advertencia" poemas de Alberto Quero


PALABRA Y ADVERTENCIA
 
Vengo aquí para hablar con todos aquellos que quieran escuchar,
para pronosticar y amonestar.  
 
Soy un sobreviviente violento.
 
Los perezosos asaltaron de repente el lugar en el que nací,
y querían que yo acarreara una docena de pesadillas.
Así que tuve que huir de un país
que se devastó a mismo,
y se borró a mismo:
volcán suicida.
 
El camino ha sido largo 
y el refugio siempre era escaso, 
pero resistí, 
de alguna manera, lo logré.  Mis pies aún pueden caminar, 
aunque una vez pensé que me estaba cayendo a pedazos, 
desmoronado, diría más bien.
He hecho malabarismos, 
luchando contra mi migraña, 
contra las mentiras que me han dicho 
y todas las cosas duras.
He aprendido a convertir el engaño y la vacuidad 
en un puente que se puede cruzar sin desconfianza
 Quiero pensar que nunca volveré a ser un paria.
nunca nuevamente. 
Respiro lentamente,
definitivamente.
 
Estos son los caminos por los que solo yo he deambulado. 
Estas son las melodías sin nombre que he cantado
en medio de bastantes noches solitarias.
Estos son los recuerdos que han permanecido  
a través del calor y las encrucijadas,
a pesar de los fraudes y los exilios.

 
ANTÓNIMO
 
Huyo del estruendo y del barullo,
de todo lo fragoroso,
de cuanto estalle y sea holocausto.
Escapo de todo estrépito y volcán,
de lo escandaloso.
Opto por eludir el desgarramiento y la sordera,
porque vengo del extrañamiento
y de la tormenta que no se detiene,
de la carencia.
Busco, más bien, los sonidos arcanos de la noche,
el rumor de lo diluido y de lo mitigado:
me ocupan los límites de mi exasperación
y cómo restringir el énfasis de los lamentos.
Oigo algo que se muestra,
una salmodia que muchas veces he intuido
y apenas ahora decido comprobar.
Prefiero entonces el susurro y la exhalación
en lugar de lo que aturde y ensordece.
Procuro un inesperado refugio en la memoria,
en todo lo que es alto o prodigioso,
una melodía de aglomeración y profundidad.
 
 
AUTOCALIGRAFÍA
 
Madre,
enséñame a escribir tu nombre con el pulso lejano de la piedra encendida,
ensáñame a escribir el nombre de mi padre con tiempo,
con lo que escruta y borra lo lento,
enséñame a escribir el nombre de mi hermano con el filo del canto,
con el árbol y con la copa del sigilo que queda.
 
Enséñame a escribir mi nombre con el alfabeto ignoto
que me entrega la noche
y que mis manos siguen dócilmente,
como quien talla un recuerdo y un vínculo.
 
Enséñame a escribir el nombre de Dios
con el verbo de la llama fecunda.
 
 
*Alberto Quero. Nació en Maracaibo, Venezuela. Es Licenciado en Literatura y Lingüística, Magíster en Literatura y Doctor en Ciencias Humanas por la Universidad del Zulia. Es profesor de inglés, francés y español como lenguas extranjeras. Ha publicado seis libros de cuentos, dos libros de poesía y numerosos artículos académicos en las áreas de semiótica literaria y narratología. Ha ganado varios premios literarios en narrativa y poesía. Sus textos han sido compilados en dos antologías por escritores venezolanos. Es corresponsal literario para América Latina en CKCU FM 93.1 en Ottawa, Canadá.

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