PALABRA Y ADVERTENCIA
Vengo aquí para hablar con todos aquellos que quieran escuchar,
para pronosticar y
amonestar.
Soy un sobreviviente violento.
Los perezosos asaltaron de repente el lugar en el que nací,
y querían que yo acarreara
una docena
de pesadillas.
Así que tuve que
huir de
un país
que se devastó
a sí
mismo,
y se borró
a sí
mismo:
volcán suicida.
El camino ha sido largo
y el refugio
siempre era escaso,
pero resistí,
de alguna manera, lo logré. Mis pies
aún pueden
caminar,
aunque una vez
pensé que
me estaba
cayendo a pedazos,
desmoronado, diría más
bien.
He hecho malabarismos,
luchando contra mi
migraña,
contra las mentiras
que me
han dicho
y todas las
cosas duras.
He aprendido a
convertir el engaño
y la
vacuidad
en un puente
que se
puede cruzar
sin desconfianza
Quiero
pensar que nunca
volveré a ser
un paria.
nunca nuevamente.
Respiro lentamente,
definitivamente.
Estos son los caminos por los que solo yo he deambulado.
Estas son las melodías sin nombre que he cantado
en medio de bastantes noches solitarias.
Estos son los recuerdos que han permanecido
a través del calor y las encrucijadas,
a pesar de los fraudes y los exilios.
Vengo aquí para hablar con todos aquellos que quieran escuchar,
Soy un sobreviviente violento.
Los perezosos asaltaron de repente el lugar en el que nací,
El camino ha sido largo
nunca nuevamente.
Estos son los caminos por los que solo yo he deambulado.
Estas son las melodías sin nombre que he cantado
en medio de bastantes noches solitarias.
Estos son los recuerdos que han permanecido
a través del calor y las encrucijadas,
a pesar de los fraudes y los exilios.
ANTÓNIMO
Huyo del estruendo y del barullo,
de todo lo fragoroso,
de cuanto estalle y sea holocausto.
Escapo de todo estrépito y volcán,
de lo escandaloso.
Opto por eludir el desgarramiento y la sordera,
porque vengo del extrañamiento
y de la tormenta que no se detiene,
de la carencia.
Busco, más bien, los sonidos arcanos de la noche,
el rumor de lo diluido y de lo mitigado:
me ocupan los límites de mi exasperación
y cómo restringir el énfasis de los lamentos.
Oigo algo que se muestra,
una salmodia que muchas veces he intuido
y apenas ahora decido comprobar.
Prefiero entonces el susurro y la exhalación
en lugar de lo que aturde y ensordece.
Procuro un inesperado refugio en la memoria,
en todo lo que es alto o prodigioso,
una melodía de aglomeración y profundidad.
AUTOCALIGRAFÍA
Madre,
enséñame a escribir tu nombre con el pulso lejano de la piedra encendida,
ensáñame a escribir el nombre de mi padre con tiempo,
con lo que escruta y borra lo lento,
enséñame a escribir el nombre de mi hermano con el filo del canto,
con el árbol y con la copa del sigilo que queda.
Enséñame a escribir mi nombre con el alfabeto ignoto
que me entrega la noche
y que mis manos siguen dócilmente,
como quien talla un recuerdo y un vínculo.
Enséñame a escribir el nombre de Dios
con el verbo de la llama fecunda.
*Alberto Quero. Nació en Maracaibo, Venezuela. Es
Licenciado en Literatura y Lingüística, Magíster en Literatura y Doctor en
Ciencias Humanas por la Universidad del Zulia. Es profesor de inglés, francés y español como lenguas extranjeras. Ha publicado seis libros de cuentos, dos libros de
poesía y numerosos artículos académicos en las áreas de semiótica literaria y
narratología. Ha ganado varios premios
literarios en narrativa y poesía. Sus textos han sido compilados en dos
antologías por escritores venezolanos. Es corresponsal literario para América Latina en CKCU FM 93.1 en Ottawa,
Canadá.
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