Borderline
Veo nuevamente el borde.
Pareciera que a todos lados
donde voy hay un abismo
entre mi sima y el horizonte.
En la orilla sucede mi vida
cerca a los filos y barrancos
por los que espero no ir a
despeñarme al devolverme.
Entre la niebla se oye el río,
invoco mis cumbres de antes,
y así poder soportar la altura:
le temo más que a la soledad.
Llego cansado a las cúspides,
tanto que reciclo exhalaciones
para convertirlas en alientos
de los aullidos en las caídas.
31 de marzo 2025. Sincelejo, Sucre.
En: Alaridos (2025).
Renací
Empieza por final rotundo cualquier libro y así mismo
después de 28 años vuelvo con taras de la vida anterior y
una predisposición por encontrarme en los demás ojos,
ya no recuerdo bien cuánto duró este embarazo pero
si algo sé, es que llegué ya preñado de mucho tiempo,
por mí mismo en la frontera, volé hasta aquí en estado
crítico, mi mamá y hermana me recibieron así, el sábado
atravesé el túnel y llegué a la finca a punto de dar a luz
desde la sombra, no resisto y el domingo, mientras
agonizo, tranquilo, pausado, viene a despedirme un
emisario de los confines amigos de mis pasados, para
decirme que todo está bien por allá, mentiras de tiniebla
para aflojar el alumbramiento y no irnos a morir los dos,
grito con las últimas fuerzas del anochecer, pero no
tengo miedo, ya no lloro, vine a morir, pero si no llegué
muerto es porque otra vida va a llegar desde esta a
otra, por eso al final del día llovió tanto refrescando
y redimiendo lo pendiente, me entrego… hace calor,
siento frío, me tomo un aguardiente, ya lo que será
está siendo… entonces llega, logro parir luego muero.
Veo amanecer como si me llevaran a conocer el hielo,
en San Jerónimo, en el parque principal, sentado frente
a la iglesia de este pueblo paisa, vine a parirme a mí
ante el poblado dormido y desfigurado de este lunes
de septiembre, me esperan en Medellín, Cúcuta y ya
ha nacido otra versión ulterior rumbo al martes, del
resto del lunes en la flota en la que más tarde me iré
recién nacido, a resolver la brevedad de este cuerpo
destinado a perecer como todo cuerpo y reencarnar;
ojalá la fría palabra, el dolor, lo oscuro no detecten
lo que de mí queda en este nuevo yo tempranero,
esos serán asuntos posteriores, celebro estas vidas
entre la montaña ya sin neblina, nazco con el sol y
la iglesia campanea la primera misa de la semana;
se escucha hasta Santa Fe de Antioquia y Sopetrán
para que nadie se quede sin saber que nuevamente
estoy aquí, atravesando la muerte otra vez, silencio,
los pájaros ya lo saben, los gallinazos vigilan lo alto:
me levanto de esta banca, estoy listo y asustado y
neonato y todo apago el cigarrillo, inicia el poema.
San Jerónimo, Antioquia. Lunes 26 de septiembre de 2022.
En: Bondades de morir sucesivamente (2024).
Diatriba por el calor de estas noches
1000 maneras diferentes de decir hola y no adiós,
la hoja de vida rota en sus 700 páginas ilegibles,
el hambre fue una prolongada lección de humildad,
dejar e irse, el arroz a fuego medio en la estufa,
de mis primeras décadas sin nada más que lo que soy,
pensando en el doble filo de compartir la humareda,
y de préstamos premonitorios con plazo vitalicio,
¿no es el dinero una colección para personas baratas?
y tantos platos de comida y camas de alimento,
arremolinándose junto a las pasiones atadas al metal,
besos en los confines de mis temores personales,
los cuerpos sudan entre una virulencia erótica,
lágrimas en las palabras, las copas y los libros,
confundiendo cambié boinas por gorras de rapero,
calles por escenarios, rituales cotidianos, parrandas,
hasta el resto de la degradación toxica del tiempo,
¿si se acumula estallará el futuro en algún pasado?
devolviéndome a un desconocido, definitivo, reinicio.
999 maneras diferentes de decir hola y no adiós,
brumas entre los movimientos retorcidos del sexo,
no han faltado los meses de la angustiosa soledad,
robando Wi-Fi para lanzar mis cohetes por doquier,
deseando la celebración de un suicidio secreto
sin la agobiante desaparición de mi existencia
como desvanecido íntimamente de los demás
pero cazando en nuevas redes amistosas y distantes,
recién despierto, sudando una involuntaria siesta
mientras la culpa del delito de dilaciones diarias
atraviesa las carnes dónde estuvieron mis dedos
porque dicen que parezco no estar ni ser a veces
pero ahí estoy fugitivo de la jornada y de mí mismo,
aquí estoy sufriendo con todos los adiós no dichos
y aún con 998 maneras diferentes de decir hola.
Cúcuta, Norte de Santander. Abril, 2021.
En: Antes del panóptico (2022).
VI. Dilaciones:
No me gusta ser tanta justificación, pero y, y,
y las madres a los hijos que nunca volvieron
cuando se llevan meses a punta de galletas
las hermanas y las hijas aún son violadas y
y el no retorno del pavor de la ausencia y...
y seguir y que más si ando entre perros y
gatos y animales de las profundidades y.
Bogotá y Cúcuta, septiembre y noviembre de 2021.
En: Decálogo tempestuoso (2022).
*Gibran Mouarbes Giraldo (Costa Rica, 1994). Psicólogo y fundador del Laboratorio de Teatro Universitario de la Universidad Nacional de Colombia. Paisa de crianza y ascendencia materna, libanes por su padre, vivió en diferentes departamentos de Colombia trabajando en el sector humanitario. Ha escrito los poemarios Como si hubiese futuro (2019), Decálogo tempestuoso (2022), Antes del panóptico (2022), Bondades de morir sucesivamente (2023), Partitura en depresión mayor (2024) y Alaridos (2025), el libro de cuentos Absurdismo, muerte y otras cosas que se llueven (2016) y en dramaturgia Almanaque (2017), Monólogo mientras el cerdo se quema (2017), Filoctetes (2018), Sonará taz, taz, taz (2018) y Cabañuelas (2025), se encuentra terminando su primera novela en la compañía sagrada de sus perros.
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