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martes, 21 de julio de 2020

"Nueve miradas a la superficie de una vida" Poemas de Alexánder Velásquez



Misantrópolis

Raro este sufrimiento, delicado y
fértil como una música
de la memoria; hay quienes creen que padezco una
malformación moral. En mi cara de endriago

se marcan las ojeras del ajeno trabajo
de hacerse a la enemiga. El rencor y la burla,
la historia de la nada de los hijos de puta,
templan las comisuras de mis labios.

Me distraigo en tu lengua leyendo con mi voz
desvergonzada: … es la tuya –impropia 
y ambigua–, transeúnte de la piedra y la sombra. 

                     Supuse que era amor;
todavía mi insomnio sueña con
el diablo que escapaba por mi boca.


Distopía

Mojiganga de términos banales,
ágora de opinólogos incultos,
egoteca infeliz de nuestros vultos,
charcas que a un narciso son mortales;

algoritmos del diablo con sus males
y su recua de dolos, ‘likes’ e insultos;
industria de sentires para estultos,
así maquinan hoy redes sociales.

Face, twitter, whatsapp… Técnicos los nombres
para nuestras miserias como hombres
en esta privación de las palabras.

Todos somos Bouvard y Pécuchet
computando los once Abracadabras
en lo alto de la Torre de Babel.


Nueve miradas a la superficie de una vida

         1.

O despertar de pronto
perdiéndose en quien uno es; bisbiseos de hombres-gato.
En el retrete espumoso flotan colillas, plásticos. Hay humo.
El ruido de una felación. Una plegaria en la noche.

2.

Fachadas: manzanas derruidas, rincones meados.
Lo reconocimos en el álbum por su aire de familia;  
sí, la viveza del tahúr, la joven sangre de nuestros países.
Nos desvivimos en la ciudad.

3.

Cuando llegaba de viaje nos
enseñaba el polvo del camino en sus suelas. Hay vestigios.
¿Aún arrastra sus pies por este patio
bermejo? ¿Habitará el errante aquí?
                                                            ¡Hablálo, niño!

4.

Después de todo, la loca dice
la verdad. Una furia
amarilla tras la cópula: el borboteo del yo, sus vapores
metálicos. Vuelan alto los guales.

         5.

Guarda para sí aquella imagen.           ¡Otro cosito! 
Un sol pelado, cielo de cobalto, cúmulos.
Y esas inmensas ganas de ser absolutamente nadie. Nada.
León de Greiff dejó un baúl en estos lares.

6.

En aquel tiempo,
                             anduvo entre sinvergüenzas.
Nos mostró en su diccionario de escolar una marca, 
una cruz, la palabra justa. Avisos de alquiler. Arrumes
de revistas viejas. Se larga de nuevo la lluvia en la calle.

7.

El cielo es tan amplio como la mano cóncava del mendigo.
Lo que se ha hecho y sufrido bien vale esta palabra
u otra. El emisario se dispone. Hay una medrosía
dulce en la rabia de quien cuenta.
               
          8.

Fachadas: la luz en el lugar vacío del hurto
de una lápida. En las ramas del falso laurel juegan los azulejos.
A la ‘cueva’ iban a bailar garullas y travestis.
Recuerda que tu padre no era libre de abandonar el trabajo.
 
 9.

El ayudante del bus recibió su paga.
Jugó al albur del rencor y odio y todo se fue en humos.
Su intensa jovialidad parecía sabiduría en la voz.  Fregaba
de vez en cuando con un trapo húmedo los cristales.


*Alexánder Velásquez,Yarumal, Antioquia. Estudió Filosofía en la Universidad de Antioquia y tiene una maestría en Hermenéutica Literaria en la Universidad Eafit de Medellín. Publicó su primera obra poética, La puerta de Tannhauser, en el año 2018 y una segunda edición al siguiente año con Vásquez Editores. Se desempeña como docente de Lengua Castellana con la Secretaría de Educación de Antioquia.  

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