LA
MIRADA ROJA
Que ya te advertí, cariño:
¡te vas a quemar!
Sabrás qué se siente ahogarse en mi aliento
cuando surque cada poro insaciable de tu piel.
La incineración de tu adicción al cuerpo
Se quedará sin rastro cuando me pienses.
La noche reducirá tu imaginación a polvo.
Tomaremos la forma de la nada,
que no necesita avivarse con calor.
Mi interior expide bocanadas de ti,
como tu boca habla de aquellas partes de mí
que se elevan,
exponiendo cada fibra sensible a la humedad.
El tímido aullido que te invade
cuando las maderas arden
conserva la mirada dominante
de la infidelidad perpetua.
El instante se inmortaliza
sobre la tierra fecunda del orgasmo.
La respiración se desvanece sobre ceniza.
La danza lujuriosa del fuego
se rehúsa a consumirse.
Las manos juegan
a acariciar las placenteras quemaduras
que ha dejado el roce de los cuerpos.
La mirada roja,
la pupila incandescente,
la dicha de morir en el deseo.
¡A
RUGIR!
Que susurros, los de la naturaleza…
Susurros que, con el viento,
viajan a través de mi aliento.
Susurros que me envuelven suavemente
y me elevan al firmamento.
Soy de la familia del susurro.
Soy ave que vuela libre
entre corrientes humanas y celestes.
Mi brújula es el canto de las aves.
El lenguaje del Gran Misterio
se encripta en el vacío del movimiento.
El susurro se transmuta en rugido
para despertar a la Diosa Creadora.
El rugir del fuego
calienta el legado de los abuelos.
El rugir del mar
purifica la célula,
develando la pulpa de la existencia.
El rugir de la tierra
libera la semilla secular
mientras la potencia con su canto embrionario.
El rugir del aire
despierta las ramas
al sentido inmaterial de la existencia,
mientras algunas hojas
se entregan al renacer de la nueva humanidad.
Somos susurro.
Somos ave.
Somos semilla.
Somos hoja.
Somos ciclo…
Así que arde.
Muévete.
Siémbrate.
Elévate.
Renace…
Ruge. Ruge. Ruge.
Ruge. Ruge. Ruge.
Ruge. Ruge. Ruge con tanta fuerza,
hasta que la vida
te preste el último aliento.
EL
SONIDO DEL VIENTRE
“Soy la mujer que mira hacia
adentro…
porque puedo entrar y puedo salir en el reino de la muerte.”
— María Sabina
Mi útero cascabelea
y resuena con el universo.
Su sonido, en clave elevada,
invoca a la lluvia:
lluvia de sangre
que purifica su herencia.
Llueve la luna dentro de ella.
Mi útero cascabelea,
anunciando la llegada del Mesías.
La Diosa de la Muerte
se viste de rojo
para recibir la luz del renacer.
La serpiente
atraviesa su tierra fecunda
y asoma la cabeza.
Termina su recorrido
tragando su cola
e inicia un nuevo ciclo inmortal,
al ritmo del pulso
que nace en el útero
y no en el corazón.
*Katherine Wiedemann Rico (Colombia, 1993). Poeta, psicoterapeuta,
conferencista y especialista en Gerencia de la Salud Ocupacional. Participó en
el 33.º Festival Internacional de Poesía de Medellín (2023) y ha sido poeta
invitada en el Encuentro Internacional de Poetas al Viento – Corporación
Cultural, en sus 7.ª y 8.ª ediciones (2023 y 2024). Estuvo presente en el
Festival de Poesía de Marinilla Apalabrar, en su tercera edición (2023); formó
parte de los Escritores Incógnitos de Comfama en la Fiesta del Libro y la
Cultura (2023), así como del programa Voces Emergentes de las bibliotecas del
Metro de Medellín (2023).
Ha realizado talleres de poesía para varias bibliotecas del Sistema de
Bibliotecas Públicas de Medellín (2023 y 2025), y participó en la lectura de
poemas de la 17.ª Parada Juvenil de la Lectura (2025), con el colectivo Nuevas
Voces.
Ha intervenido en diversos recitales organizados por el Movimiento
Poético Mundial (WPM) entre 2023 y 2025. Fue entrevistada por la revista árabe
PW Al-Nasher Al-Usboei (2023), y por La Esquina Radio en los programas La
litera: letras que se cosechan en los territorios (2023), Medellín es un poema
(2024), y en la Lectura de poemas en el marco de la Fiesta del Libro y la
Cultura (2024).
Publicó el libro de poemas Del alma al papel (2023), una obra fiel a su
íntima conexión con lo místico, la contemplación y la búsqueda estética del
habitar el universo y sus múltiples expresiones.
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