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viernes, 2 de mayo de 2025

"Nunca tuve miedo" poemas de Viviana Díaz Muñoz

 

Me gusta tener pelos en la lengua y que huelan a ti y que me interrumpan el simple acto de tragar saliva. Se siente como si te tuviera toda en la boca otra vez. Me gusta cómo se quedan pegados a los bordes de mis encías, cómo se esconden detrás de mis colmillos, cómo con cada intento de sacarlos se me adhieren más y más. Quiero hablar y no puedo porque tus pelos, tus pelos que están más húmedos que mi garganta, no me dejan sacar la voz. Descarados se instalan en mis amígdalas, ruedan escurridizos por mis dientes, si bostezo o balbuceo se asoman desafiantes en la punta siempre salada de mi lengua. Ya lo sabes: por la punta salo, por los lados endulzo, en el fondo soy amarga. Y tú a sabiendas me dejas un pelo en cada papila, en cada saboreo. Ya no hay rincón que no cosquillee con estos pelos tuyos, oscuros, enroscados y ásperos. Mi beso se puebla porque no me los quito, no puedo, no quiero, no me los quito antes de besarte. Mi beso peludo te devuelve tus pelos, los dejo otra vez en tu mucosa y tu saliva, pegados en algún lugar incómodo de tu paladar. Te beso hasta quedar limpia de ellos y vuelvo a bajar ansiosa buscando más, más gruesos, más tibios, más difíciles de quitar. No sabes cómo me gusta tener tus pelos en mi lengua.


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Dicen que escribir no le hace daño a nadie pero desde que escribo, me faltan cada vez más pedazos en las manos, me duele el hombro, se me inflama la muñeca, no puedo dormir, y me estoy llenado de cicatrices nuevas. El pelo se cae por mechones, cojeo del lado izquierdo, cuando pongo un punto me zumban los oídos, me sangra la nariz con las esdrújulas y tengo los errores ortográficos instalados en la espalda. En mitad de los párrafos, el estómago me da vueltas, y se me nublan los ojos cuando abro una hoja en blanco. Desde que escribo, he dejado de comer, nadie me habla, mi madre no me llama y el conserje me quitó el saludo. Estoy constantemente pensando en una idea que no acabo tras otra idea que tampoco acabo, y ando con la cabeza llena de cuadernos a medio terminar, siempre a sabiendas de que escribo para ti, para sanarme de ti, para olvidarme de que falta tu cepillo de dientes. Siempre a sabiendas de que cada línea es para ti, para el calmar el dolor de ti, del vacío de tu peso y la ausencia de tus ruidos por la casa. Siempre a sabiendas de que ni mis manos, ni mi hombro, ni mi muñeca, ni mi sueño, ni mis cicatrices, ni mi pelo, ni mi cojera, ni mis oídos, ni mi nariz, ni mi espalda, ni mi estómago, ni mis ojos nublados tienen vida ni sentido sin ti; yo soy sólo un montón de órganos articulados que escriben poemas que empiezan con tu nombre, el más largo del mundo, porque es el único que está escrito con todas las letras del abecedario.


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Tuve una novia que me dijo que quería meterme en una cajita, para poder sacarme, usarme y luego guardarme otra vez. Una cajita escondida en su pieza donde nadie me viera. Sólo ella. Supongo que esto debió ser razón suficiente para salir corriendo y no volver más. Pero a mí me pareció romántico y muy erótico. Además, lo creía perfectamente posible. Su boca es grande, se abre varias veces más que la mía, en cada beso me besaba desde la nariz hasta la parte superior del cuello. Su lengua es grande, como si estuviera hecha para ritos no humanos: atravesaba mis cuerdas vocales sin resistencia, disfrutaba tanto dejarme sin hablar. Todo en ella es enorme y devorador. Yo fantaseaba con desaparecer ahogada entre esos pechos de madre, estrujada por sus manos gigantes. Ni a ella ni a mí nos importaba que me dolieran las muñecas cuando me amarraba, que sangrara con sus mordiscos, ni que me torciera el cuello cuando en cada orgasmo me apretaba entre sus piernas. Mientras, yo lamía su vulva, su clítoris, me tragaba sus fluidos y sus pelos, dejaba de respirar para poder seguir lamiendo. Ni mi dolor ni mis jadeos ni mi cansancio eran impedimento. Sólo el sueño la detenía. La posibilidad de morir aplastada bajo su cuerpo interminable o sumergida hasta no

poder salir nunca más de ella, era un cotidiano para nosotras. Nunca tuve miedo. Sólo me frustraba despertar a su lado respirando sin haber sido completamente devorada. Creo que a ambas todavía nos extraña que haya sobrevivido.



*Viviana Díaz Muñoz, alias Osa Flaca. Mujer lesbiana camiona, sureña nacida en Osorno, Chile. Médica para las mujeres, escritora, futbolista y reggatetonera.

jueves, 1 de mayo de 2025

"Entropía" Obras de Cecilia Andino


Nombre: Entropía
Técnica: Mixta sobre bastidor
Medidas: 100 x 100 cm
Año de creación: 2023

 

Nombre: Reinventarse
Técnica: Mixta sobre bastidor
Medidas: 100 x 100 cm 
Año de creación: 2022



Nombre: Ikigai
Técnica: Mixta sobre bastidor
Medidas: 100 x 100 cm 
Año de creación: 2023



Nombre: Vibraciones
Técnica: Mixta sobre bastidor
Medidas: 100 x 100 cm 
Año de creación: 2023



Nombre: Naturaleza
Técnica: mixta sobre madera
Medidas: 60 x 60 cm
Año de creación: 2024



Nombre: Constelaciones microbianas
Técnica: mixta sobre madera
Medidas: 60 x 60 cm
Año: 2024



Nombre: Retazos de identidad
Técnica: Mixta sobre lienzo
Medidas: 100 x 150 cm
Año: 2025





*Cecilia Andino es Licenciada en Artes Visuales por la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe), con formación previa como Maestra de Artes Visuales en el ISPEA Bellas Artes “Alfredo S. Pértile” y como Profesora de Educación Superior en Artes Visuales con orientación en Pintura en el IES “Maestro Héctor Horacio Dolce” (Chaco). Ha participado en numerosas exposiciones, tanto individuales como colectivas, en diversas galerías y ferias de arte en Argentina y Latinoamérica. Además, ha sido seleccionado para residencias artísticas en Uruguay, Brasil, Argentina y en formato virtual.