“La casa y las palabras es un regreso al caldo primigenio, a aquello que nos forma: la infancia. En este poemario, Dante Vázquez indaga en los olores de la cocina, la herencia de las recetas y la presencia de la abuela; en los juegos, vivencias y espacios que se añejan en la memoria. Todo eso se resignifica a través de un lenguaje sencillo, extirpado de toda pretensión, que a su vez se zambulle adrede en las preguntas grandes que surgen en la niñez y nunca logran ser respondidas: ¿quién soy yo y por qué los otros son diferentes?
Y, de paso, La casa y las palabras también se vuelve una suerte de autobiografía fragmentada; donde se extrapola la nostalgia. Es en esta paradoja ¾de lo personal y lo externo, de lo que queremos y de lo que nos resulta ajeno— que existe este poemario. Y, claro, como buena voluntad poética, despierta otras bellas comprensiones de sí misma”.
Alicia Mares, escritora y poeta, autora de Cocodrilario, Tornasol,
Mudanzas a castillos de arena y Cautivo de sombras,
07 de noviembre de 2024, en algún lugar de la Ciudad de México.
Cocina
I
Sus letras
simbolizan la nostalgia
del café de olla
que preparaba la abuela,
la seguridad
del plato de frijoles negros
en la mesa,
la alegría de nuestra madre
al enseñarnos
a freír un huevo en el sartén.
Condimentar la vida, se aprende.
Oler el paso del tiempo, se hereda.
Capear la tristeza, se aprende.
Inventar la lista del yo, se hereda.
Nosotros sazonamos los días.
Adobar la voz interior, nutre el ser.
La chispa de los rituales, aviva
el fuego del corazón de toda historia.
Baño
III
Entro al refugio azul íntimo,
huyo de la encerrada tarde calurosa.
El agua tiene el tacto de la mañana de invierno
en la que salí temblando de casa,
para encontrarme contigo, por primera vez.
El agua huele a coco y a vainilla, a ti.
Su voz, cuerpo líquido sonoro,
tintinea al compás de un corazón mecánico.
Relajado, mientras el agua cae,
pienso en ti,
en tu último beso
y en nuestro abrazo definitivo.
El agua hormiguea sobre mi piel
y hace que el jabón espumee suave; y, suave,
se diluye igual que una lágrima muda.
Salgo de la tumba de suspiros, fresco
y libre de continuar con lo que resta del día.
Toda lluvia cristalina, siempre se evapora.
La memoria rescata la vida,
promesa de asombro
y misterio;
excursión dentro de las palabras;
ir y venir de sentidos.
Sótano
VII
D
E
S
C
E
N
D
E
R,
redescubrir los espacios cotidianos,
resignificar las acciones
y los objetos con los que se dialoga
cada día; integra, expande
y renueva el interior del hogar.
Hablar, desde el corazón
al corazón, es pensar que toda historia,
que nos engrandece, planifica
nuestra situación en el mundo.
¿Dónde está la luz?
¿Qué se quiere mostrar?
¿Qué se quiere comunicar?
La espera también puede ser una tortura.
Siempre hay otro abismo en el abismo,
ramaje de silencio,
lugar de lo infinito;
la musicalidad de un cielo chispeado
de mosquitas astrales.
La identidad sin consciencia
lleva al abismo, a la oscuridad del horizonte.
Identidad no significa rigidez.
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