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domingo, 20 de diciembre de 2009

Progreso

Gracias, cielos maquinales,
bestia inmensa, sórdida y cruel.

Hemos entrado dulcemente en tu pulmón,
como vida para la muerte,
como sangre para el vampiro.

Somos figurillas casi invisibles e insignificantes,
ante tu gran y único ojo maligno,
sabemos morir pacientemente,
en tu lecho de metal oxidado,
como gangrena que roe la carne,
como ciegos que van al abismo.

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