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miércoles, 19 de noviembre de 2025

Crónica de una palabra diminuta por Mónica Cabrera López


Una brisa sutil —más suspiro que vientecillo— se coló por la rendija de la ventana. Fue apenas un aliento, pero lo bastante perceptible para despertar a Don Papiro, que dormía extendido sobre el escritorio, entre migas de galleta y manchas redondas dejadas por la taza de café.

—¡Ha llegado el momento! —exclamó, con voz de pergamino antiguo—. Hoy debemos prepararnos para dar comienzo a una historia.

A su lado, Carboncillo, un lápiz corto, mordido y cansado, rodó perezosamente, sin entusiasmarse.

—¿Otra vez con eso...? —gruñó—. ¿Qué historia, Don? Si el tipo que vive aquí no escribe una línea desde hace tres inviernos.

—¡Por eso mismo! —replicó Don Papiro, inflando su superficie como si pudiera erguirse—. Hoy será distinto. El destino nos ha elegido, Carboncillo. Tú y yo seremos los peritos de una epopeya.

Carboncillo suspiró. Ya no tenía suficiente mina ni para dibujar una ceja arqueada.

—Mire, Don... con todo respeto: soy medio lápiz, usted es una hoja arrugada, y el escritor lleva días mirando el cursor parpadear como si fuera una luciérnaga agónica. No hay historia. No hay tinta. No hay musa.

—¡Pero hay fe! —tronó Don Papiro—. ¡Y mientras haya fe, hay posibilidad de verbo!

Carboncillo rodó un poco más, resignado. Ya conocía ese tono de su amigo: era el preludio de alguna locura tierna.

En el rincón más sombrío del escritorio, la Goma suspiró con fastidio.

—Otra vez esos dos —murmuró—. ¿Cuántas veces habrá que borrarles las ilusiones?

—Shhhh... —la interrumpió la Regla de madera, que todo lo medía—. Deja que sueñen. El mundo necesita de locos como ellos.

En cuanto Don Papiro declaró su cruzada, las vibraciones se propagaron por el escritorio como un llamado ancestral. No tardaron en llegar los otros: la Goma, siempre suspicaz; la Regla, recta y ceremonial; el Sacapuntas, excéntrico y gruñón; y la Pluma Fuente, que vivía retirada en su estuche de terciopelo, convencida de que ningún siglo posterior al XIX merecía su tinta.

—¡Este papel se ha vuelto loco otra vez! —protestó la Goma, rebotando ligeramente sobre sí misma—. ¡No aprendió nada desde aquel cuento incompleto de 2011!

—No es locura —intervino la Regla, colocándose en el centro del escritorio como si fuera a dictar sentencia—. Es exceso de esperanza, que a veces es peor.

—¡Cállense todos! —interrumpió el Sacapuntas, que había sido traído de Argentina y conservaba cierto tono tanguero—. ¿Quién de ustedes ha sentido la emoción de girar y girar hasta dar punta a una idea?

Todos lo miraron en silencio.

—Exacto —continuó, inflándose—. Solo yo. Así que déjenlos. Si el papel y el lápiz quieren jugar a ser inmortales, déjenlos. ¿Qué otra cosa nos queda?

—Nos queda dignidad —sentenció la Goma—. Y yo no pienso desgastarme otra vez borrando palabras huecas.

En un rincón, Carboncillo observaba en silencio. Había escuchado todo, como siempre. Y aunque no creía en epopeyas ni finales felices, sabía que Don Papiro lo necesitaba. Y eso, aunque absurdo, era razón suficiente.

Se aproximó al borde del escritorio, donde su amigo lo esperaba, vibrando de emoción.

—Muy bien, Don. Si está convencido de hacerlo... lo haremos, pero será a mi manera.

Don Papiro permanecía inmóvil. Estaba en silencio desde que la asamblea se había dispersado entre murmullos y bostezos. Carboncillo, que lo conocía bien, sabía que aquella quietud era peligrosa.

—Don... —dijo en voz baja—. ¿Está bien?

Don Papiro no respondió. Solo se estremeció al paso de una corriente de aire que olía a tinta seca y tiempo perdido.

—¿Por qué no me responde?

Emitió un sonido. No fue un suspiro, sino algo más profundo: un crujido melancólico. Como si le doliera no haber sido escrito nunca.

—¿Y si esta vez sí? —aventuró Carboncillo, con el tono de quien no cree, pero quiere creer.

Don Papiro respondió con una voz delgada, apenas audible:

—Es que… si no soy historia, ¿qué soy?

Carboncillo sintió un nudo en su astilla. Se arrastró hasta el borde superior de Don Papiro.

—Tal vez no logre una epopeya… —dijo, mientras apuntaba la mina contra la superficie blanquecina—. Pero puedo grabar en ti una palabra.

—¿Cuál? —preguntó Don Papiro, esperanzado.

—No lo sé aún. Las palabras no se piensan, Don. A veces surgen solas, como migas del alma —respondió, y con la poca mina que le quedaba escribió:

"Despertar."

El trazo no fue firme, ni elegante, pero fue trazo.

Don Papiro se emocionó. Contuvo las lágrimas, temiendo que el agua borrara esa única palabra, pequeña y temblorosa. Por primera vez, ya no era solo una promesa vacía: tenía contenido, tenía inicio.

Desde su estuche, la Pluma Fuente lo observó con curiosidad. La Goma, pese a sí misma, sintió un estremecimiento en su caucho. El Sacapuntas giró sobre su eje, murmurando:

—Valientes, los dos.

Afuera, la lluvia comenzaba a cesar. Dentro, aunque el despacho continuaba en penumbras, como todos los días desde hacía meses, algo —casi imperceptible— había cambiado.

El escritor —despeinado, con la barba crecida y los ojos agotados por el desvelo— se acercó al escritorio arrastrando las pantuflas, resignado a perder el tiempo con dignidad.

Se sentó, sin mirar. Apoyó el codo sobre la mesa y, por puro hábito, tomó el lápiz más cercano.

Carboncillo contuvo la respiración, si es que un lápiz puede hacerlo. Don Papiro crujió suavemente de emoción.

La mirada del escritor se posó sobre la hoja arrugada y leyó, con asombro, la única palabra escrita en ella.

Esa palabra lo golpeó sin violencia, pero aun así lo sacudió. Sintió algo en su pecho —dormido hacía mucho— girar sobre sí mismo como un engranaje viejo que vuelve a funcionar.

Instintivamente, llevó a Carboncillo al Sacapuntas y lo giró. Una, dos, tres veces.

Carboncillo, entre vértigo y júbilo, gritó en silencio. Don Papiro hubiera aplaudido… si hubiese tenido manos.

El escritor se acomodó, irguió la espalda, respiró hondo y comenzó a escribir. Una primera frase. Luego otra. Y ya no pudo parar.

Mientras las letras se enhebraban como perlas tímidas en el cuerpo de Don Papiro, todos los objetos del escritorio permanecieron en silencio e inmóviles. Solo la Regla —por una vez— se permitió desviarse un milímetro.

La historia había comenzado. Y aunque no era perfecta, era la historia que Don Papiro siempre había soñado.

 

* Mónica Cabrera López nació en Montevideo, Uruguay. Desde muy joven se sintió atraída por el lenguaje y el conocimiento, lo que la llevó a emprender estudios de Derecho. Pero no fue entre códigos y leyes donde encontró su voz, sino en los ritmos más exactos y desafiantes de los números. Así fue como cambió las letras jurídicas por la Administración de Empresas, en busca de un lenguaje propio para interpretar el mundo.

La vida, generosa en movimientos, la llevó a habitar distintos países de América Latina y el Caribe. Cada lugar dejó en ella huellas, preguntas, historias. Hoy reside en San Antonio, Texas, pero su mirada conserva esa amplitud nómada, forjada entre culturas, paisajes y acentos distintos.

Su escritura nace de esa confluencia entre la lógica y la emoción, entre la estructura y la intuición. Escribe desde la certeza de que cada experiencia, cada desplazamiento, es también una forma de narrarse.

En 2023 publicó su primer libro, La vida en un Cuento, disponible en Amazon.

jueves, 13 de noviembre de 2025

"Ensayo sobre la sordera" poemas de Guillermo Acuña González


ENSAYO SOBRE LA SORDERA
 
Todos los días se izan ceremonias.
sus actas de nacimiento
imprimen
Indelebles en la tinta
que cede
y se dibuja.
 
Se disipan personas,
sus pasos percuten
en la levedad
de un hermoso suelo lunar
en el que se levantan
siglos y tormentas.
 
Aún en este minuto
alzadas las astas
del color,
anidan y buscan
el detalle.
 
Aún se trazan,
andan a tientas
pero se tocan.
 
Sí que se tocan.
 
Todos los cielos
se cosen a sus sombras,
las sacan a caminar
les parece permitido
el dolor y el olivo .
 
Todo al mismo tiempo.
 
Por eso, los siglos
cruzan las ventiscas
sus tianguis en otra parte,
la dulzura de un silencio
almidonado
casi estancia
todo música.
 
La importancia
de cierta vibración
en el pecho.
 
 
 
Una sinfonía,
el silicio ardiendo
cerca del tímpano. 
 
Siempre un mar
que se expande,
se contrae.
 
Como ciertas voces
que a ciegas
postulan
para callarse. 
 
 
QUEDARSE CALLADO
 
Para que eso,
sombra,
o segundero,
haga su trabajo.
 
Decir con eso
que pasa:
tanta desgracia 
tanta humedad
solo sucede
evapora
está allí
para acometerse.
 
Partir de cero:
nuestra ropa
hace siglos
nos hace el cortejo:
imposible seguirnos el rastro:
nos viste el dolor y su secuencia. 
 
Entonces se prenden
pentagramas:
garabatean ciertos sonidos
como los del principio
de los tiempos:
la huella sideral
de Gardel
saludando el viejo tocadiscos.
 
Culpan la cercanía
de sus olores internos. 
están con ellos
y parpadean.
 
Eso son.
 
Como una película
de cine sin cortes
silente,
la luz baja.
 
La urgencia
de viajar
por ejemplo a  Cuba,
elevar anclas
con el alma llena
un día de mar embravecido.
 
 
EVERY BREATH YOU TAKE
 
Aquí es cuando
el bolero
toma un color incierto:
A vos,
a sal,
A parábola.
cada una de las estaciones
y sus bandas sonoras
Yo dibujo
y ensayo.

*Guillermo Acuña González (Costa Rica, 1969). Sociólogo con una especialidad en comunicación social.  Docente universitario, investigador social y especialista en temas migratorios a nivel regional centroamericano. Trabajó en FLACSO Sede Académica Costa Rica durante 10 años. Fue Director del Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) de la Universidad Nacional, en Costa Rica, en el periodo 2012-2017. Es Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional, Costa Rica. En la actualidad se desempeña como Vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional (UNA) en Costa Rica.

viernes, 7 de noviembre de 2025

"Un deseo que se perderá" poemas de Leandro Clerici


Que te abrace el silencio que dejé
detrás de mi último paso y que en las horas venideras
tu corazón encuentre un lugar para soñar y alzar en vuelo.
 
Un camino que deshoja los pasos que ya hemos dado
ahora se divide en dos
y lo que hoy parece imposible
será un recuerdo cuando el sol llegue al mar
y el mundo empiece de nuevo.
 
Nada más.
 
Una noche inmensa por delante
que se presenta profunda y desolada
en una ciudad que abraza el frío y nos separa.
Un deseo que se perderá
entre tantos otros que no llegaron a destino
y se convirtieron simplemente en un motivo para avanzar.
 
Busco en mis palabras una voz conocida,
pero no quedó nada detrás.
El valle refleja una luna inicial
que ilumina nuestras miradas ahora lejanas.
Una despedida escrita en las estrellas
que ahora llega a la tierra y deja todo a oscuras.
Una senda con un solo sentido por la que ya no se puede volver.
 
 
***
 
Una mirada que le toque el corazón
como tocan sus oídos las palabras.
Una mirada perdida entre multitudes dormidas,
en ciudades que fueron el sueño de otra vida tiempo atrás.
Un mundo que construyó dentro suyo.
 
El cielo gris sobre su cabeza
le recuerda una tarde en que entendió
que era el momento y se marchó.
Una mirada que atraviese los ojos, la piel, los huesos
y las heridas de batallas aún no olvidadas.
La oportunidad de deshacer lo construido
y reordenar las piezas del tablero de un juego en el que,
aún no habiendo ganado, no se ha rendido.
 
Una mirada profunda que se dirige hacia adentro.
Real y verdadera, en medio de tanta ilusión y tanta mentira.
La salida de una trampa emocional
en la que ya no volverá a caer.
Hace frío y es de noche.
Frota sus manos, las apoya en sus mejillas heladas y sonríe...
Y se pierde en una calle tranquila.
 
***
 
En mi boca tu sonrisa, en tus ojos mi mirada.
En la luna, un resplandor del sur que me acerca
hasta tu piel y me acompaña.
 
En el aire quedó suspendida una caricia
y un deseo que comienza a ser real
y determina el tránsito de estas horas.
Allá estás vos y acá estoy yo y en el horizonte
una danza nos encuentra y nos iguala.
 
Una melodía que se transformó en amor.
Palabras y abrazos. Caricias que se volvieron una forma de cuidar.
Y en un segundo todo cambia
y lo que parecía perdido renace
y se alza en vuelo y nos lleva un paso más allá.
 
Y de pronto todo es suave y verdadero.
Un abrazo y otro más. Aún a la distancia.
Es de noche y hay silencio. Yo te pienso y estoy en calma.
Sobre un antiguo suelo camino.
El mar... siempre el mar.
Pero un mar distinto al de hace un tiempo atrás, se acerca.
 
*Leandro Clerici. Profesor superior de Lengua y Literatura egresado del IES N° 1 Alicia Moreau de Justo. Trabajó más de 10 años en escuelas secundarias y planes de enseñanza para adultos. Fue presidente de la comisión de la Biblioteca Popular Rioplatense. Trabajó en el grupo de comunicación de Loro producciones, una empresa de Córdoba Capital dedicada a la producción de contenido para redes sociales.
Es bailarín y profesor de tango y folklore y cantante. Actualmente se encuentra de gira por Europa, residiendo principalmente en la ciudad de Torino, Italia donde da clases de español para extranjeros.  Fue asistente de producción  de espectáculos en Estadio Luna Park, ND ateneo y festivales de todo el país. Participó en distintas publicidades y cortometrajes en Argentina y Chile. 

jueves, 6 de noviembre de 2025

"El viento engendra" poemas de David González

el cuerpo
arraigado país
de ficciones
con mi sangre
proclama
los enigmas
del comienzo

niega
la pureza
de la materia.

***

nos ha sido dado:

la lengua que no dice
los ojos que no miran

para desvestirnos
el viento engendra
la noche blanca.

***

la honestidad
es una tortuga
boca arriba
con la elegancia
del fracaso

nadie ofrece
su cuerpo
abrirse al cuchillo
o la espera.


David González (1979), radicado en Viedma, Patagonia Argentina. Ha participado en diversas revistas, antologías poéticas, videos poéticos,  ferias del libro y eventos culturales de Argentina. Publico la plaquette de poesía “11” (2016) , el poemario 40° 63°(2019 ) y el libro de poesía Cuero de Puma(2021)  y Ojos de Perro (relatos escritos a 4 manos con Laura Raiteri 2022).

miércoles, 5 de noviembre de 2025

"Leonora Virtud" poemas de Génesis Pávez


Espuma
 
Hoy entrañas el paraíso
amor de los amores
yo te di nombre coloquiales
 
voy a atar a ti mis corceles
para que veas brotar las espinas del monte
quiero también percibir el corte mi corriente mis algas
hay un paño que nos cubre los labios del polvo marino
 
húmeda tengo la piel casi castaño de ti
sabiedad ante tu mía
Reina Calamidad
como voy a dejar tus ojos cuando nunca
 
quieras o no hemos estado persiguiendo el sol.

 
Leonora Virtud
 
he amanecido mi cama en el campo
contaré hoy tu bendición me has dicho
y yo espero la cena porque dulces fresas y gusanos
es en la copa donde por fin mi espuma azul
 
voy a ser oscuro como tus gestos
o prometer que tarde llegaré y no
hoy volar contigo sobre mi techo
y así respirar el cielo las ramas
 
para romper caer y mirarme
mirarme salgamos a partir el norte
los pájaros claro lo dicen
es condición también la ausencia.
 
 
Primavera
 
yo he visto cambiar a qué me he dispuesto y tú tú amor que a cada sangre he desaparecido bajo el misterio el pelo miro ya entiendo de quien escondes promete mi ciudad de cránicas voy a quedar el rostro de los paridos el mes del silencio que mi noche no parece ay las fiestas y los vestidos negros negros para qué te miro si yo que arrastro sé volver sutura que espera quirúrgica quiero nacer sáquenme pasa la cabeza y agranda pasan los hombros y no aguanto y se rompe rompe y oiga usted como se arrastran los cerdos al patrimonio veré caer a veces verdes ya es planta la cuchara mimbre el caldero y qué miedo cuando el plato caiga pero qué importa ya las rocas tu esqueleto huye acá es oscuro o no recuerdas tú mi sonido ay le temo ya será día y dolerá dime dime aún nada carruseles qué sera que tanto miras no he podido yo tambien.
 
 
 
*Gens (22 de noviembre de 2001, San Ramón, Chile) Artista multiciciplinaria. Su trabajo se despliega en torno a la exploración del yo en su heterogeneidad. En 2024 toma parte en la fundación de Delirio Colectivo, equipo gestor de encuentros culturales en Santiago. Participa de la exposición de arte Uroboros (2025) exhibiendo dos de sus composiciones visuales. Paralelamente desarrolla su proyecto de rap Degoya, un relato conceptual inspirado en los cuadros de Goya, donde su voz y escritura son parte de una posesion oscura y confesional. Forma parte del grupo Cardumen, donde incursiona en el rap experimental, fusionando lirica y melodías urbanas. Actualmente consolida un proyecto artistico que busca dar rostro a la sombra a través de máscaras y heterónimos, tejiendo en su obra experiencias de carácter inmersivo, estableciendo un imaginario que limita con la fantasía.