
ÉXODO
Me voy y como puedes ver
no me he llevado nada de lo que te di.
Dejé intactas las madrugadas
para que tengas de qué hablar
con el nuevo sol rompiéndote los párpados.
Dejé mi rostro clavado en las paredes
para que te siga mientras caminas tu incertidumbre
con el despojo de vida que hiciste para ti y para mí.
Dejé unos pocos libros en el anaquel de la cocina
por si intentas leer
mientras aderezas tus nuevos engaños.
Dejé una canción
enredada en las cuerdas de la guitarra
para que te ayude a afinar tu corazón.
Dejé mi aliento en las dos almohadas
para que no comulgues de otra boca en ellas…
Dejé como al descuido
algunas fotografías perdidas por la casa,
para que te hablen de mí
mientras te consumes en ron y en tu melancolía.
Dejé mi cansancio de todos los días
que me tocaron sin ti,
para que te acomode los sueños
y te vigile mientras piensas
cómo harás para olvidarme.
Dejé intacto tu reloj de mesa
marcando la hora en la que se me fue el amor
para que no repitas tu hazaña
de creerte el único y el mejor.
Dejé enredado en tu cabello
el amor que me diste a tu manera
y entre tus manos con mucho cuidado
puse cada una de las ilusiones que me hice contigo
para que te sostengan mientras sigues
en la cuerda floja que anuncia tu abismo…
Para mí he dejado el recuerdo del primer beso,
aquel que me diste a la vez que jurabas
tu amor eterno
y también la nostalgia de mis últimas horas
porque al fin y al cabo me viví sola
el calvario de este amor malogrado…
Me voy y como ves
no me he llevado nada de lo que te di.
Por si acaso y por sí crees
que te es preciso olvidar,
busca en el rincón de tus lágrimas
o en la esquina de tu voz que me llama,
porque la memoria toda
la dejé puesta en ti…
Ojalá mi nueva historia
no tenga tu nombre
y ojalá tu nuevo amor
no tenga mis ojos…
no me he llevado nada de lo que te di.
Dejé intactas las madrugadas
para que tengas de qué hablar
con el nuevo sol rompiéndote los párpados.
Dejé mi rostro clavado en las paredes
para que te siga mientras caminas tu incertidumbre
con el despojo de vida que hiciste para ti y para mí.
Dejé unos pocos libros en el anaquel de la cocina
por si intentas leer
mientras aderezas tus nuevos engaños.
Dejé una canción
enredada en las cuerdas de la guitarra
para que te ayude a afinar tu corazón.
Dejé mi aliento en las dos almohadas
para que no comulgues de otra boca en ellas…
Dejé como al descuido
algunas fotografías perdidas por la casa,
para que te hablen de mí
mientras te consumes en ron y en tu melancolía.
Dejé mi cansancio de todos los días
que me tocaron sin ti,
para que te acomode los sueños
y te vigile mientras piensas
cómo harás para olvidarme.
Dejé intacto tu reloj de mesa
marcando la hora en la que se me fue el amor
para que no repitas tu hazaña
de creerte el único y el mejor.
Dejé enredado en tu cabello
el amor que me diste a tu manera
y entre tus manos con mucho cuidado
puse cada una de las ilusiones que me hice contigo
para que te sostengan mientras sigues
en la cuerda floja que anuncia tu abismo…
Para mí he dejado el recuerdo del primer beso,
aquel que me diste a la vez que jurabas
tu amor eterno
y también la nostalgia de mis últimas horas
porque al fin y al cabo me viví sola
el calvario de este amor malogrado…
Me voy y como ves
no me he llevado nada de lo que te di.
Por si acaso y por sí crees
que te es preciso olvidar,
busca en el rincón de tus lágrimas
o en la esquina de tu voz que me llama,
porque la memoria toda
la dejé puesta en ti…
Ojalá mi nueva historia
no tenga tu nombre
y ojalá tu nuevo amor
no tenga mis ojos…
LETRAS DESCOLGADAS
Las letras están al servicio de las palabras
sagradas o profanas
místicas o reveladoras.
Palabras que transitan
todas las coordenadas
hasta encontrarse de regreso
a su génesis más profunda.
Las letras descolgadas
se apilan en nombre del amor
hasta convertirse en trueno
o en presagio de grandes epifanías.
Cada quién toma del anaquel
a las que le va apostando
para ganar las batallas de la vida
y las que nombren sus profundas
conquistas.
Letras descolgadas
qué van agazapadas en una mano
hasta desnudar las más recónditas historias
develando los cantos del corazón y la razón.
Letras descolgadas
que como nubes
cargan un insólito anonimato
hasta que una mirada las impregna
de sentido e intención.
Letras descolgadas,
palabras que nacen y renacen cada día
para llevar, qué se yo, claridad o confusión
esperanza o desconsuelo
verdad o incertidumbre.
Letras descolgadas
que me ayudan a nombrar el amor,
la patria, los ancestros, la ternura
y la promesa de un futuro
con sabor a gratitud.
Letras descolgadas
que me llevan a la poesía
inmarcesible, fecunda, luminosa,
la que anida en mi corazón...
SI TE PREGUNTAN
Si alguna vez te preguntan por la que se fue amando tanto
bien puedes decirles que sigue tan enamorada como siempre,
arrancándole al vacío sus ganas de vivir y que los días ya no los siente como agujas.
Que aprendió a respirar y a reconocer sus propios latidos
que antes estaban adheridos a los de por quién vivía.
Puedes también decirles que está aprendiendo a hacerse un lugar en su propia vida
y que hasta ha calculado en su rincón un espacio para el olvido.
Diles que está más prendida que nunca a sus libros, a un lápiz y a un papel
y que sigue pintando quimeras cuidándose de no ver rostros en ellas.
Coméntales que a veces siente frío y que en las noches y en algunas madrugadas
añora esos brazos que sabían darle calor y que le venían tan bien a su cuerpo.
Que en su nueva vida trató de acomodar todo lo que pudo, sin que le costara más dolor,
pero que sigue reservando una mirada para los imprevistos
porque insiste en esperar por alguien que la pueda ir a buscar.
Diles también que no ha perdido su capacidad para el asombro ni la risa
y que todavía sigue vestida de piel y de ámbar.
Que cuando la invade esa necesidad de perderse en alguna fotografía
sale a pasear por las nubes y poder llorar como lluvia,
para que nadie se sorprenda por sus ojos tristes o por su silencio.
Si te preguntan que si volverá, diles que ella nunca se fue
porque quien la amaba sabe dónde está y vive con él…
Que tan solo cambió de lugar porque en el que se le reservó
ya lo había dado y hecho casi todo y que debía terminar desangrándose
solo donde pudiera mirarse con algo de dignidad.
Diles que a pesar de todo ella quiere ser feliz
y que cada día se aferra más a la memoria de sus talentos para que nadie,
pasado un tiempo la reconozca, y pueda sumergirse en la bruma que ama,
sin temor a que alguien le haga una última pregunta…
*María del Socorro Gómez Estrada. Natural de Tunja, Colombia (1957). Psicóloga de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Escritora. Poemarios: “Encuentros y Desencuentros”, “De la Cotidianidad”, “La otra orilla”, “Éxodo”, “Poesía erótica” y “De la Arena a la Clepsidra”. Obras de ensayo: “Bolívar en la Historia” y “Pretextos”. Su última obra publicada: “Del amor y otras constelaciones” Tunja, 2018.
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