A fuego lento
La última imagen llega a su fin.
De nuevo la pantalla retorna a su penumbra.
Hace frío, el cielo desciende de las montañas
y los borrachos del otro lado de la calle finalizan su altercado.
Me preguntó si está vez serán capaces de soportar el silencio de toda una noche.
Me preguntó si los pájaros son restos flotantes de alguna loca ensoñación.
De repente la sensación de estar siendo invadido por ausencias,
de ser tragado y devuelto a la vida.
Pienso en todas las grietas
que se abren paso cuando el mundo abandona sus debilidades y retorna a sus dioses muertos.
La última imagen llega a su fin.
De nuevo la pantalla retorna a su penumbra.
Hace frío, el cielo desciende de las montañas
y los borrachos del otro lado de la calle finalizan su altercado.
Me preguntó si está vez serán capaces de soportar el silencio de toda una noche.
Me preguntó si los pájaros son restos flotantes de alguna loca ensoñación.
De repente la sensación de estar siendo invadido por ausencias,
de ser tragado y devuelto a la vida.
Pienso en todas las grietas
que se abren paso cuando el mundo abandona sus debilidades y retorna a sus dioses muertos.
Cosas del fuego
I
Nadie nos curará del fuego
de su transparencia que todo lo recorre.
Nadie nos dirá cuándo o porque
debemos abandonar la imagen
Con la que aprendimos a despertar.
II
I
Nadie nos curará del fuego
de su transparencia que todo lo recorre.
Nadie nos dirá cuándo o porque
debemos abandonar la imagen
Con la que aprendimos a despertar.
II
El sueño del toro ensangrentado se detiene, más blando que nunca,
atrapado entre fuegos, flores y cenizas.
Desprendido de su sombra como animal de invierno
que cae sin haber caído.
III
En la herida me deleito
en ella vivo, en ella perezco.
En la herida está mi flor
pero también mi guerra.
En mi herida palpitan más corazones de los deseados,
luz y sombra para esta herida que sangra y trepa hasta el rostro durmiente.
IV
Una flor yace quebradiza
el viento la desnuda.
Pronto caerá….
V
Sospecha mientras aprendes:
El paisaje siempre es otro,
la grieta no se detiene ante ningún grito.
La flor inalcanzable
Quiero arder.
Soy impulso,
mano queriendo alargar su sombra.
Quiero más sol del que puedo soportar,
quiero más noche,
más regresos,
más torrentes,
ahogarme en sábanas
y despertar en bocas.
Quiero llorar en la orilla
escribir mi sangre,
la ruta que se desvela con la caída de las hojas.
Quiero derramarme en más hierbas
que todas mis hojas caigan
y sepulten todas mis vanidades.
Adiós espejo, adiós a todos tus rostros.
Quiero agotarme, caer en el jardín
ver las seducciones que acontecen
detrás de los cristales.
*Camilo Andres Molina (Medellín, Colombia -1985) Politólogo egresado de la Universidad de Antioquia. Reside actualmente en la ciudad de Medellín, Colombia. Concibe la creación poética como un acto necesario de rebeldía ante las condiciones materiales que intentan dominar al individuo.
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