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viernes, 5 de abril de 2024

"Saudade" poemas de Helena Lipnik



A SCARLET
 
Scarlet, tú, solo tú, mi sueño,
dormida en el anhelo y la estrella,
y en el astro sin rumbo siempre bella,
diáfana por costumbre y por empeño.
 
Lo inmensamente grande, lo ínfimamente pequeño,
cabe en tu profunda querella.
Sonrisa, brisa, llanto.
La huella esbozada por mi sueño.

 
A SU MUERTE
 
 
Contemplo la vida sin encanto,
¡la madre de mi amor ya no existe!
Frente a su cenizario, venerado y triste,
en mi alma acongojada brota el llanto.
 
Quiero asir su imagen con loco afán.
Qué noche tan callada, qué misterios tan inciertos.
¿Por qué no te estremeces al grito de mi intenso dolor?
 
Escucho las palabras que jamás fueron oídas
y que extraño después de tu partida,
con tu aroma me impregnaste la vida.
 
Eres mi amor y mi querella.
Fuiste mi angustia, mi alegría…
Me diste aromas para que sonriera
 y yo te di espinas para que sufrieras.
 
 Sin fe ni esperanza, solemnemente triste:
¿Dios, por qué me arrebatas lo que me diste?
En su níveo lecho, con respiración suave,
como azucena enferma su frente doblegó.
 
Hoy lloro el bien perdido
y la vida es solo un gemido,
un dulce sinsabor.
 
Cuando la risa asoma
a mi labio marchito,
es tan solo el lamento infinito
de un profundo dolor.
 
Mis manos cansadas y heridas de dolor
en la caricia suaves, en la pasión inserenas
jugando entre pálidos lirios y azucenas
la hallen en el jardín de mi infinito amor.

 
EL GRAN VATEL – BOGOTÁ
 
El Gran Vatel semeja esas viviendas
de arqueados y lúgubres portales,
donde se esparcen como una ofrenda
de otros tiempos saciedades,
a través de la especulación y la leyenda.
 
Fosas soterradas parecen a través de las miradas
de quienes con el menú al visitante circundan;
acaso en sus grandes alcobas desoladas
no tiene fin la soledad profunda.
 
A través de las rejas
ornamentadas de cuentos y de quejas,
la voz supersticiosa se desliza
como entre lo bueno la exuberante maleza
 
¿Qué corazón al verlos no se arredra,
pidiéndoles de vida algún destello?
En su interior, desde la tosca piedra,
tiene de la vejez grabado el sello.
 
De sus salas profusas y desiertas,
¿quién es el que de noche abre las puertas
haciendo que rechinen y crujan?
¿Qué manos melancólicas y yertas
al penetrar en ellas nos empujan?
 
¿Por qué mi espíritu se lanza
hacia los solitarios caserones?
Acaso tienen semejanza con el futuro de mis amores
donde yacerá muerta, mas no vencida, la esperanza.

 
PASARÉ
 
 
Pasaré… pasaré sin dejar huellas,
como en el aire un débil aleteo.
Como en el albo cielo de la estrella,
el silencio, sol, suave parpadeo.
 
Pasaré como mezcla que no fragua
ni se convierte en forma definida;
como la esquela que dibuja el agua,
como el vuelo sin tregua de la vida.
 
Pasaré de los labios que pusieron
un temblor de emoción en mis poemas;
de los ojos brillantes como gemas
que alguna vez por mí se entristecieron.
 
Pasaré en el papel que se ha perdido,
en el libro que roto se deshoja,
y quedaré cegada en el olvido
cuando el otoño me cubra con sus hojas.
 
Pasaré de las frentes que creían
recordar para siempre mis inspiraciones,
pasaré de las almas que acudían
 a consolar en mí sus corazones.
 
Pasaré como en un sueño
que al despertar la mente no recuerda;
y tú, que me comprendes y me amas,
tú, que tienes sed de lo que escribo,
tú, que sin voz me buscas y me llamas,
con una fe que solo yo percibo...
para ti es esta poesía.
 
 
 
TRÁNSITO
 
 
Con la paciencia que desata
los nudos de la vida, penurias
tristezas y dudas vacilantes
quedan sin peso, la obra se reanuda.
 
Explorar el mundo sin dimensiones,
correr locos tras el ideal sin nexo,
incendiarnos en intensas pasiones
que extasíen y agoten el cuerpo.
 
Llegar al final, con temor indescriptible,
tristeza infinita, dolor apremiante
y llanto incontenible
l ver hecho trizas el diamante.
 
Agonizar víctima de excesos, aquello
que poco a poco me restó vida,
hallar horror e inmundicia incluso en lo bello
¡y aceptar que Tú, Señora de las Tinieblas, dominas!



 
*Helena Lipnik nació en Bogotá – Colombia en abril de 1963, hija de madre alemana, con ancestros polacos y rusos, y padre colombiano: desde joven se convirtió en esa mezcla difusa no solo de culturas , sino de identidades y gustos. Se extasió en la poesía   y el verso, encontrando en ambos un recodo a sus turbulentas pasiones, que aún la agitan y convulsan en el ocaso de su vida.  Sencilla y afable,  pero de amores y desamores profundos, cifró su esperanza certera y renovada en la especie humana, a la cual dedicó su hacer y quehacer como psicóloga.

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