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sábado, 26 de julio de 2025

Senderos e hilos: la desaparición de la letra pegada

          Mario ángel quintero


(Sobre la exhibición Cuadernos huérfanos de Marta Lucía Ramírez, hasta el 4 de septiembre 2025, en La Balsa Arte Medellín, calle 10 # 40-37, el poblado, Medellín)


Paul Klee empieza uno de sus escritos pidiendo que sigamos una línea en su paseo que atraviesa un espacio. En la más reciente exhibición de Marta Lucía Ramírez, Cuadernos huérfanos, vemos las huellas de un deambular por un territorio. Aquí lo que seguimos no es el trazo sino los pasos de morar y explorar, de haber indagado y luego continuado un poco más allá. ¿Qué queda en el paisaje de papel después de semejantes contactos, semejantes caricias?

Pasar de sustantivos a preposiciones, de sitios a tránsitos. Leemos lo que se fue dejando, lo que quedó. Quedó el esquinero, pero no la foto.




Los papeles regados alrededor de los vendedores de comida de calle en Madrid son islas que dan testimonio de deseos consumados, evidencias de repetidos recorridos. Sitios de uso, establecimientos que su manera de permanecer es consumirse. Así, las puntadas de Marta Lucía Ramírez consumen ciertas coordenadas de hojas de cuaderno. La atención de una mujer colombiana puesta en los días y las horas de una niña española que solo conoce a través de lo que nos ha dejado.

El vocabulario de dejar: huellas, estelas, deshechos, restos, residuos, una puntada, puntos, hebras sueltas, fragmentos, esquirlas, trapos, andrajos, harapos.



El recorrido, el camino conductor. Guiones son grapas. Un paso. Al cambiar de dirección de un paso a otro se forma un esquinero. Las hebras sueltas del dorso (¿el revés?), el enredo.

El punto de ligamento después del suceso es el borde roto. Hay frotes, leves brotes. Hay áreas donde la aguja se amaña. 

De repente llega al cuaderno el color, posesionado por la luz, casi como un vitral. En otros momentos, hay huecos en el papel de cuaderno, vacíos. Por fortuna, a veces hebras cruzan estos espacios donde no hay nada, y uno tiene la impresión que estos puentes de hilo convierten la hoja en una especie de lira.

Dos elementos esenciales a lo musical, repetición e interrupción. Cada espacio es un descanso. El sonido mismo llega en ondas, como letra pegada separada por letra.

Se extiende por la superficie de papel. Sílabas de frases de ilustración, trozos de tarea, diagrama rasgado por lo real, por el tiempo, por querer verlo de cerca, ciencia formula fábula ilustrada y biología dibujada. Todas caídas en pedazos, descascaradas.

¿Cómo pegar pieles diferentes? ¿Un monstruo frankenstein escolar o la sobre- imposición de los pétalos de una flor? Partitura de partes partidas, mapa, brote que delimita territorios de piel.




Injertos que se extienden, que atraviesan. Crecimiento es un volar sin despegarse. ¿Hasta dónde se estiran estos cogollos múltiples, estas extensiones de piel trigueña?

Lo sintético no es legible. El fragmento nunca se asimilará del todo con su nuevo contexto. Siempre insistirá, aunque sea parcialmente, en su identidad anterior. Esta tensión lleva a un rompimiento interno, produce un reguero de significado que es lo más cercano a una liberación.

Sin la letra pegada, pasaremos a lo irrevocable, de istmo a península, y de tributario a estuario.

miércoles, 29 de mayo de 2024

"De brotes y pegotes" obras de Mario Ángel Quintero

 

Nombre: Noticias
Técnica: materiales mixtos sobre mdf
Medidas: 22.5" x 22"
Año: 2024



Nombre: Maleza
Técnica: materiales mixtos sobre mdf
Medidas: 22.5" x 22"
Año:2024



Nombre: Estrías
Técnica: materiales mixtos sobre mdf
Medidas: 22.5" x 22"
Año:2024



Nombre: Erupción
Técnica: materiales mixtos sobre mdf
Medidas: 22.5" x 22"
Año: 2024



Nombre: Clima
Técnica: materiales mixtos sobre mdf
Medidas: 22.5" x 22"
Año: 2024



Nombre: Cataratas
Técnica: materiales mixtos sobre mdf
Medidas: 22.5" x 22"
Año: 2024



Nombre: Biopsia
Técnica: materiales mixtos sobre mdf
Medidas: 22.5" x 22"
Año: 2024



Nombre: Erupción
Técnica: materiales mixtos sobre mdf
Medidas: 22.5" x 22"
Año: 2024




Todo acto de resistencia es un brote o un pegote. 

El brote intenta poner en crisis la epidermis del gran organismo,  creando irritación, provocando respuestas histamínicas, provocadas por delirios de inmunidad del gran organismo.  En el caso del pegote, es importante reconocer que la superficie es todo lo que queda a la metáfora. Así que es doblemente importante no ceder, ser recalcitrante frente a los atentados destierros, rechazar cada estrategia hegemónica de desplazamiento, ya que siempre son en nombre de una supuesta estética de "limpieza".

*Mario Ángel Quintero, elabora ilustraciones para Revista Interregno (1997), Poema de Nueva York (Omar Castillo, 2007), La alegría de decir (Luis Iván Bedoya, 2009), El escritor y sus lecturas (Editorial Ateneo, 2010), entre otros. Exhibición grupal: Amnistía (MAMM, 2009). Exhibiciones individuales: Cirugía (Galería Exfanfarria Teatro, 2008) y Prueba de sobrevivencia (Casa DeAmbulantes, 2011). Su trabajo plástico se destaca en las siguientes revistas y periódicos internacionales: Miniature Forests 2/3 (2010), LAKEVIEW INTERNATIONAL (2013), ALARABY (2018), y Revista Innombrable (2021).

miércoles, 31 de mayo de 2023

"Riña en una nuez" cuento de Mario Ángel Quintero


Faltaba empacarla. Amontonarle mis chécheres y cherebecos, envueltos en una sábana, como si yo fuera un nómada o un gitano, separado de mi tribu. Quizás era demasiado pedirle a mi bicicleta enclenque, con sus radios doblados como huesos de pajaritos. Subir hasta Piedras Gordas y luego bajar y cruzar el río Pipalao para llegar a nuestra pequeña ciudad.

Mi familia había estado de paseo. Recibí noticias que ya habían cruzado el río y estaban en casa. Yo me había quedado porque me asustan los relámpagos y no quería viajar así. Ya que había escampado, me tocaba volver solo en bicicleta.

Bichos rebotaban sobre el calor a la subida. Ascendía por las curvas de la carretera. Pedaleaba con el corazón en la boca.

Me llevan en un estuche.
No. Más bien sería como un maletín pequeño.

Bajar paso por paso, sin posada posible.

Me llevan en un maletín pequeño.
Decir que me llevan es quizás demasiado. Solo siento un movimiento en la oscuridad y veo la costura de luz al frente.

Apuntarle al encierro, a girar en media nuez, un parpadeo en la bombilla.

En una curva, sentí que de repente volaba, y luego la montaña abrió la boca y nos tragó. Luego en la garganta oscura de la caída, un empujón por algo mucho más grande que yo, que me separó de la silla de mi vuelo, de mis alas giratorias, de los pedales con que me sembraba en el mundo. El yo que se fue pa’ bajo se astilla contra el yo que siempre va pa’ ‘rriba.

Dado que siento que ya soy un vejestorio, supongo que me llevan de un ancianato a otro. Vejestorio tiene un aire teatral, y no describe el morrito de huesos en el que me he convertido.

Buscar a la lombriz que titila. Palabras en la boca para esparcir como semillas.

¡Huesos! Como si fueran huesos blancos, lavados por el tiempo. No. Lo que queda de mí son segmentos, segmentos de funciones mínimas, segmentos de experiencia y memoria.

¿Qué tiene que ver el estar atrapado bajo un derrumbe, con un ataque que le dio cuando era joven, y luego con su haber desaparecido en plena caída ya anciano?

Ungir con una cascada de fracturas. Poco a poco lograr una prótesis articulada. Pitos y chirridos son su canto de vida.

Para entretener, se divide una estupidez en segmentos, y así adquiere cierta complejidad.

Agarrada y soltada, la fluidez se desliza por las manos. De acá para allá, revolotear ya dentro de la bombilla. El calor retuerce el abandono.

Me deslizaba al respirar. Suena improbable, algo tan lineal. Desde este estancamiento. Mando la mano y otra mano la atrapa. Mando la pierna y otra pierna la tropieza.

Esta mañana, sentí como va ser cuando pierdo la cordura. Sentado en una silla amplia, recibía el sol y los minutos. Una voz interna me decía que tenía que ponerme de pie, que tenía que actuar. Pero no sabía exactamente qué era lo que tocaba hacer. La voz interna lo decía, pero la palabra que usaba no se entendía bien. Cuando logré fijar esa palabra en mi cabeza, entendí que para esa palabra existían varias interpretaciones, y no me quedaba claro lo que debí hacer. Esta realización me causó angustia, y sentí dificultad al respirar. Empecé a notar que otras voces se entraban y sonaban en mi cabeza, cada una con algo diferente que me pedía hacer, y cada voz tapaba parcialmente la anterior. Mi sensación fue que pasó un tiempo largo durante el cual no pude hablar ni levantarme.

Arriba baja hacia la derecha, abajo sube hacia la izquierda. Entrar en la llave.

El día mismo me soltó. Soltar normalmente significa hacia afuera. Aferrado a una aspiración vertical, el día me soltó hacia adentro. Caí entre mis propios brazos.

Un tartamudeo que asfixia y sujeta, abre suturas hacia hemorragias de luz.

Sensación es lo único que tenemos, y se anida en la ilusión de tiempo y de espacio. Atrapado bajo la tierra de la montaña, él vivió la fuerte sensación de ser crisálida dentro del capullo, de estar atrapado en una fase violenta de transición.

Entre mi cuerpo y la sombra hay mucosa y excreciones. La sombra me presiona a través de lo líquido y lo pegajoso.

La espiral detiene la caída, fija el descenso en una secuencia de puntos, sitios, estados. El aire se vuelve frondoso de espiritrompas como arabescos en la llegada. Buscar articular el filamento encendido. Dobleces presagian quiebres.

La verdad es que en este punto, entre aquí y aquí, soy capaz de producir reflejos, pero sin experiencias correspondientes. Si se empieza por acá, no es propicio incrustar ridiculeces acerca del hombre que fui, y todo lo demás, aunque la banalidad espese el aire y esforzarme contra mis propios gestos traiga recuerdos de sabores dentro de mi boca.

Parecía un encuentro. Yo me encuentro. Paso por mí, me repaso. El yo que puede ir y volver. El yo que se tiene que quedar. Mi yo al alcance agarrado al yo que alcanza.

No saber que los peldaños siempre se mezclarán uno con el otro, ni que los zancos son alas recostadas. La columna vertebral ensarta el aire y este esboza armazones que vibran.

No soy yo el que es larval. Semejantes reflexiones rebotan dentro de la vergüenza. Los codos y las rodillas aletean. La vergüenza es el musgo que cubre los adentros de un pozo. Me deslizo sobre ella.

Vean al muchacho tirado ahí en la acera. Parece que estuviera luchando con alguien más. Toda la vida le han dado estos ataques, eso dice la vecina. La expresión en el rostro es como si estuviera haciendo fuerza. Parece necesitar ayuda. ¿Pero quién se acerca? La vecina dice que duran solo unos minutos. La espuma le sale por la boca, tiene la mirada perdida, o no perdida, sino enfocada sobre un punto invisible. A veces su cuerpo parece ser todo de una pieza, como si algo lo intentara levantar y lo dejara caer de nuevo al piso. Sus manos intentan cerrar sobre algo. Parece un pez sacado de un lago. Intenta escalar el piso.

Las alas buscan de quién enamorarse en el nudo de pies y manos.

Cada pie, cada mano, encuentra un peldaño.

Arriba baja hacia la derecha, abrazo sube hacia la izquierda.

Dos caídas ¿de quién? se equilibran y giran en balanceo, un abrazo vuelto péndulo.

Bombear el soplo que se empuña, el revoloteo atrapado en una bomba. El corazón encierra la corriente de flexiones, parpadea frente al resplandor.

Caricias sobre los ventrículos del cielo.

¿A quién le estoy brotando?

El peldaño segmenta el aire.

Algo tenía que entrarse al estuche, a la nuez donde él se enroscaba para intentar protegerse. Alguien tenía que entrar a quebrarle los huesos y amasarle nuevos tejidos. Pero no había nadie más. Tenía que bajar otro él por la escalera de sí mismo, por su ascender y desplomarse. Este otro mismo lo podía romper, lo podía volver a concebir hacia algún imago.

Despertar muy presente en el aquí y tan perpetuo ya.

La manera que eso se hace más eso.

Me arraigo a un hombro.

Tajar las hojas hasta llegar a una amnesia de nubes y luces.

La vergüenza se va a tierra. La herida asciende y enhebra una perdida incalculable.

La corriente es un chisme entre gusanos. Más y aún más de eso que se hincha y se rebosa, y entonces en todas partes mitades de escaleras se encuentran para inclinarse y torcerse a la fuerza hacia el sol que crece e ilumina todo.

Pensé que mi pie se había despegado, pero era un halón que me empezó a destapar. Vi cuando me entró la luz desde abajo.

¿Cómo contener el ardor en la barriga, sin reventar ni germinar?

Nadie cuenta que el capullo está lleno de espejos.

Me reflexionas y ahondo al entrar más en el lago de mi silueta.

Al subir, el fémur atraviesa un peldaño y el cuerpo gira en aire cristalino y pesado como agua. Las manos y los pies se despegan como peces.

Miro desde el lecho de todo lo que se ha hundido y veo la calle brillar en olas hasta que la cubre el cabello del sol.

Es un balcón en un cuarto piso. El hombre se inclina. Hay un resplandor, quizás es solo el sol reflejado en la cabeza de su bastón.

Después sería una causa célebre en todos los medios, porque mucha gente lo había visto tirarse, o caerse, (existían versiones variantes), del balcón.

¿Quién?

El anciano del bastón plateado.

¿Cuál?

El que olía a sancocho de gallina. El de las canas engominadas.

Porque era la primera vez en la memoria colectiva de la pequeña ciudad, que mucha gente hubiera visto cuando alguien se tirara, o se cayera, de un balcón, pero en que nadie vio, descubrió, o encontró dónde había caído a tierra.


*Hijo de padres colombianos, George Mario Angel Quintero nace en 1964 en San Francisco, California, donde vive sus primeros treinta años. Estudia literatura en la Universidad de California y es becado en creación literaria en la Universidad de Stanford. Como George Angel, publica poemas, prosas y ensayos en revistas literarias estadounidenses y canadienses; también publica los libros en inglés: Globo (1996), The Fifth Season (1996), y On the Voice (2016). Desde 1995 reside en Medellín, Colombia, donde, bajo el nombre Mario Angel Quintero, publica los libros de poesía Mapa de lo claro (1996), Muestra (1998), Tentenelaire (2006), El desvanecimiento del alma en camino al limbo (2009), Keselazboga (2014), Mapa de las palabras (2014), la materialidad (2020), Cardos (2020), y los libros de dramaturgia Cómo morir en un solar ajeno (2009), La sabiduría de los limones (2013), y Calamidad Doméstica (2016). Porciones de su obra han sido traducidas al macedonio, portugués, sueco, croata, búlgaro, francés, italiano, albanés y árabe. Este año, se publica en Italia un libro de traducciones de sus poemas al italiano, Diventa l’albero (Samuele Editores, 2020), y en Croacia un libro de traducciones de sus poemas al Croata, Moje svjetlo i druge pjesme (Druga priča, 2020), y en árabe la traducción de su novela corta, Aqrab (Dar Al-Rafidain, 2020).

jueves, 5 de noviembre de 2020

“Alguna Vez Cayó un Gorrión” Obra de teatro de Mario Ángel Quintero


¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre” Mateo 10:29

 A. Cepellón

Sin razón, milagrosamente una bola empieza a rodar, después de un tiempo, igualmente inexplicable, se detiene de rodar.

 El: Algo atraviesa el espacio. El mismo aire está lleno de nervios, está lleno de bocas. Está lleno de esto. Quizás piensas que es una nube de pánico, de mariposas. Te equivocas, pero no por mucho. Esto es el rostro del viento que se presiona contra todo.

(Ella está en un costal sobre el piso. Empiezan a aparecer fibras trenzadas.)

Ella: Bulto raíces lombrices.

(Principalmente tiene que ver con la transformación del tiempo. El tiempo tan lento quizás que se vuelve material. No hay gestos inadvertidos.)

Ella: Meterse.

(Será que meterse se ha vuelto un vicio.)

Ella: Meterse poquito a poco como raíces en tierra. El bulto que encarniza la semilla. Meterse en el bulto. Ser el bulto. Como las raíces rompen la misma tela del costal. Descomposición.

(Deshacerse por medio de comerse la posición. Posición quiere decir gesto y sitio. Comer leído como sentir. Consumir en atención. Digerir no existe. Hay sólo asumir. Rezumar o no hay contacto. Nada se puede descomplicar, nada es hecho sencillo con encimas o ha sidos.)

Ella: Romper el estómago de la bulla para deshacer la vía. La tierra no tiene dirección.

(Sencilla, silla de sensación a manto, a cubre. Todo el ennudo es traveslúcido. El numero de sombras depende, o sea cuelga, del numero de luces y su distancia, y no del numero de objetos.)

Ella: Lombrices dedos raíces. (Pausa.) Las caricias descomponen. Protección. Comerse las raíces.

(Meterse como fricción.)

Ella: Contra el estómago, contra el hueco.

(Que se define, como una ficción, lo sencillo como una protección contra lo de afuera.)

Ella: Dedos como.

(Herramientas para volver todo contacto, todo sencillo, mentiras. Tiras, dedos de mente, simplemente sentir. Tirar a tocar. Las raíces convierten en mentiras a todo, todo en tiras.)

Ella: Lo de la semilla. Pero un ratico no más, un momento esconderse, enterrarse. Comerse los dedos.

(Tierra, siempre contexto.)

Ella: Raíces cintura giro. (Pausa.) Toma las raíces en la mano. Muñecas mueven las manos dentro del hueco. La bola de tierra con su corazón, el nudo de raíces, saldrá del hueco. Dedos muñecas brazos dentro del hueco. Cuidado al girar la bola de tierra.

(El giro apretado por lo menos no es fatal. Pero si al girar rompe la raíz principal, la planta morirá. Así que cuando ella gira en el escenario, y hace que el mundo dé, está intentando romper su columna vertebral.)

Ella: Despegarse de todo, zafarse, estar libre.

(Si lo hace con los brazos abiertos o flojos o con los pies levantados del piso es un suicidio. Si da una vuelta en que recoge sus fuerzas con los brazos y con las piernas, por un momento vuela.)

Ella: Giros despegan, hacen una falda.

(Ella sobre una girafalda.)

Ella: Falda es ala.

(Sólo se puede hacer un segundo. No hay alimento sin tierra, sin estar plantado.)

Ella: La raíz principal nunca se puede quebrar. (Pausa.) ¿O sí?

(Todo se volverá flojo, muerto.)

Ella: Capullo raíces remiendo. (Pausa.) Luz de la crisálida sale, calor con ojos de almendras. La falda del vuelo, remiendos bajo nudillos.

(Hecha un costal, explora sus adentros.)

Ella: Tumba-tumba, como un tambor. Bombillo. Costuras ahí adentro.

(Hace costuras ahí adentro conecta y enciende. Sale para contar con ruido. Resucita los momentos con su salida, que cuenten solos. Levantada  y sale, tumbada y esconde.)

Ella: Pero la aguja que voltea por el otro lado. Acaricia la tela. Soba soba. (Pausa.) Cuelga gusano luce.

(Es larga como ropa colgada. Las piernas salidas arrastran detrás del costal a medida que se mueve por el escenario como un aguamala.)

Ella: Late, late. Luciérnaga, calor.

Él: Una hoja descansa dentro de la esfera del ojo. La luz es sus mil verdes que hilan y amarran la carne. Se recuesta dentro del ojo con levedad, más liviana que cosquillas, pero su palabra da vueltas en una dirección y la otra de membrana a membrana.

 


B. Rotura

(Vea anexo 2)

Se ha subido a un árbol inmenso de trapos. Sentada en una rama, va deshojando el árbol de trapos. Los deja caer al escenario. Se cambia de sitio en el árbol varias veces para encontrar otros trapos. Luego se baja del árbol y a medida que va recogiendo los trapos del piso, los va amarrando en sus coyunturas, para darle más fuerza a su estructura corporal, para tapar sus dolores…


Se revela un monstruo

(Pompa/nostalgia/emociones menores/detalles)

Ella: Nosotros llegamos a tener comidas de tres tenedores en la casa-- Estoy jugando casita. Quieres jugar conmigo. Tú ¿quién quieres ser?—Rezo—exhausta—veneno—

(Lo importante se siente que llegará desde lejos/pero todavía es un murmullo en la distancia)

Ella: Alguien que casi nunca venía--mis adentros al aire--apartados así, ustedes observando--una especie de calma—

(Reacciones repentinas y pequeñas a lo que hace el público/chismes/este y el otro tic en eco a provocaciones minúsculas)

Ella: La carcajada—espécimen--nunca ocurrió—quédate--frente al espejo—

(Nostalgia/conjeturas acerca de cuál sería la importancia de este momento)

Ella: Jugamos—modestia—liviandad—zombis—

 

Ella le mendiga un hogar al público

Había algo pequeño, alado

(Lo que llega es una decepción, como si fuera sólo un pedo o un eructo)

Ella: Pero esos tenedores se fueron desapareciendo, uno por uno--Sucio sobre más sucio--en un dolor agudo—

(Humillación/ola de rabia en respuesta)

Ella: Quisiera llorar hasta que los ojos se me cayeran de la cara--Yo me acuerdo de ti, boba posuda, vieja maloliente--Cuando uno se avergüenza es mejor—

(Burla confianzuda/condescendiente)

Ella: Ni la sombra de lo que fue--emociones de mentiritas, brotes de piel y no más. Amenácela y verá qué pasa con su humildad--todo lo que le pasaba era tan importante—

(Al gorrión lo hala una madre para un lado y la otra madre para el otro lado/ ambas direcciones llevan a violencia/ el gorrión es alguien con ella, el gorrión es ella)

Ella: Al halar, para allá y para acá, tanto, sacaron otro mi por mi vientre.

(La posibilidad de violencia parece algo ajeno/ lucha contra la dulce resolución de auto-destrucción)

Ella: Alguién para acariciar—me riego bajo la suela de un zapato, así de líquido al astillar los huesos, arrastrada, untada--

(Castigo por un recuerdo/susto de cometer un error serio.)

Ella: ¡Chito! ¡Chito!--tengo mucho susto--es mejor el silencio—

 


Se adentra en busca de alguien

 

La luz que se perdió

(Los laberintos de la vejez/ la obsesión por violencia y muerte)

Ella: Cuando no teniamos como mantenerlos, los cachorritos se tenían que ahogar.

(De repente todo hasta ahora se borra como si fueran momentos triviales/entra una alegría grande y un poco forzada)

Ella: Olvidado--¡Bailemos que no queda nada!—

(Un desfile/vuelven quejas digestivas/un entretenimiento musical/la sensación de parásitos)

Ella: Cuando el mundo era majestuoso—lo ridícula que me siento—

(Muestra un arma (una muñeca?)/ aparece la vergüenza/ nombra todo que le da asco/ se vuelve todo eso)

Ella: Mía, mi—ruina, escombro. Risa fea, empujones. Mi muñeca.  Relámpagos y sangre. Llorar un chorro de mocos.

(Intenta retirarse/ llevarse algún pretexto/tropiezo ridículo/ sin importancia)

Ella: Indispuesta--Sólo queda la bulla de las tripas--Bailemos al ritmo de las excreciones—

(Mala suerte/humillación/incomodidad frente al público.)

Ella: ¡No me haga reír que se me sale!-- ¡Yo no huelo feo!-- para que me vomiten su decencia encima—

(Mira el rostro de la tentación/sale corriendo/ rechazo dramático de la comodidad/ mártir/ se sigue encontrando con la vergüenza)

Ella: ¡Bienvenidos! ¡Sí! Había una ella. Un pajarito.

 


Sigue aumentado el animo festivo, mánico.

 

Vuelo

(Empieza un baile doloroso, basado en confianza/se cree protagonista, se cree importante)

Ella: La anfitriona de la calle. Vajilla de tarros oxidados--Casi no tengo visitas--acércate, que si no, no puedo ver bien—

(Cubre con ternura el intento pasivo de herir/ bienestar superficial)

Ella: Flor de orines—el proyector de mi craneo los ve tan viejos—se me arruga la piel sobre los huesos de tanto calor humano—

 


Está en ese otro momento.

Catástrofe

(Depresión/cosas que se cargan)

Ella: ¿Dónde están, que no los encuentro?--todo el mundo empolvado ya--boto su rostro ahí, tiro su gesto allá a ese rincón, me deshago de su rostro aquí sobre el asfalto—

(Humillación/humilde agradecimiento)

Ella: Mejor que no me miren. Muy amable--aplastada sobre la suela de un zapato--goteo mis adentros--toda fam—todos tenemos cosas de las que no hablamos—

(Necesidad de respuestas a preguntas escondidas por mucho tiempo)

Ella: Me tengo que acordar, no son míos, no son míos, no son míos-- Cosas recibidas desaparecen--¿Ambulancias? ¿Qué pasó?--¿Yo?—

(Acción parece volver a empezar/recuerdos que llegan conforman una historia/casi coherente)

Ella: Quizás el mantel se ha desteñido un poco-- Como un cucharón gigante por dentro, que lentamente empieza a revolver--Mi Dios le pague. No hay necesidad de recordar—

(El brinco de estar en ese momento/ rechaza al gorrión/ todo se oscurece/maquinaria)

Ella: Ven, pues. No, Señora. No la voy a llevar arrastrada. Usted verá.

(Intenta retraerse de tanto dolor/ la libertad, el egoísmo, la muerte de la belleza al cargar la violencia como único equipaje)

Ella: Ven pues, que no tengo todo el día. Cruza, ya. Dale. (Pausa. Mirar a un lado) ¡No! ¡Ya no!

(Un sonido sale de su boca, es un aullido animal, se le enrrozca este sonido en el cuello como si fuera una serpiente/ella se relaja al irse sin moverse/su vivir es un artículo de ropa vieja, un harapo, se va al piso)

Ella: Yo lo recibo aquí, aquí lo recibo. Yo vuelo. Yo me golpeo y me quiebro, y ya no me dan cuerda, mis piezas rotas, patas arriba en la corriente, yo corro.

(Bulla de quejas/ imposibilidad de moverse/imposibilidad de apresurarse)

Ella: Yo, fui yo. Denme un campo. Dejenme pasar.  

(La esperanza vuelve como un parasito, como una adicción)

Ella: Dejenme ver. Y ¿si no hay nada? ¿Si no hay nadie? Como en un juego.

(El gorrión es un obstáculo para sobrevivir/ como tragarse fragilidad)

¡Váyase! ¡Vuela! ¡No te quiero ver más!

(El gorrión se ríe de ella)

¡No te rias de mi, que esto es en serio!

(El gorrión está herido/ lo busca/ pánico/ desperdicio/ tristeza/ el gorrión está muerto)

Ella: (Herida) Aaaaaaaaaaa. Aaaaaaaaaaaa. (Como si la estuvieran aporreando) Nooo. No. Noooo.

(Lo que levanté de ahí no era lo que volaba/ está frio/cerrado)

Ella: (En pánico) ¿Dónde está? (Busca) ¿Qué la hicieron? ¿Dónde me la metieron?

(Se le acaba la cuerda al juguete/ momentáneo colapso)

 


Todo pierde su color.

Colapso

(Una catástrofe vuelve a la memoria/se ve desde una nueva perspectiva/llena de manipulaciones)

Ella: Una mancha--el dolor que queda

(Disculpas hacia un optimismo/verdades más oscuras, motivos se revelan/asombro frente a esto)   

Ella: Se levanta y anda pero gotea--mis dos labios se trenzan como lombrices grasientas—cintas y parches, hilos en la mano--

 

Incitación al público como coro

Él: El mundo se nos ha caído encima. Se rebosa de si mismo. La imensidad de tantas voces, tantas miradas como un cardumen de atención, dentro de una presión que exprime, bajo un peso que aplasta. Untados sobre nuestras propias palabras como una grasa que duró sólo unos segundos antes de volverse rancida desde su necesidad de destapar la médula y manchar las profundidades de la tierra.

 


La presencia del público le ha dado cuerda de nuevo al juguete.

 

Reinicio

(Comedia frivola coyuntural/se imponen de una manera tierna los limites, los buenos modales/la autoridad vigila/ pomadas normalizantes)

Ella: Todas bailan, todas bailan—que no me vean—deja me quieta—Adios, adios—

(Se demuestra ignorancia o falta de cultura/ pequeños chistes sin gracia)

Ella: Cuidado donde pisa—levante los piesitos—la calle está llena de caca—

(Una humillación a plena vista/ se desconoce/ se ignora/ se intenta esconder/ todo de nuevo se vuelve falso y festivo)

Ella: ¿Yo no huelo a caca?--¿cómo se le ocurre decirme semejante barbaridad?—no reconozco a esta persona—saquénlo del baile—hay que girar, hay que girar—

(Gesto hacia la confrontación o hacia el descubrimiento de una verdad/las apariencias se protegen contra la verdad/las apariencias se tratan de volver tiranos de la situación/las apariencias se esconden tras las faldas de la autoridad judicial)

Ella: No hay nada atrás—no se cuentan, hay cosas que no—modestia de señorita, como si—me dieron este papel—es mío.

(Se esconde en el olvido/ se esconde en la impotencia)

Ella: No sé. No sé nada—no me acuerdo—no soy nadie—yo no puedo—

(Duda, indignación/ sarcasmo/ acusación/disculpas/ indaga/ primera revelación de la monstruosidad moral)

Ella: No oigo nada—he tenido que—morados y sangre—por eso no hay días ni noches—un bulto que aparece—cabeza de raices—se atraviesa—

(El monstruo se defiende/ el monstruo trata de consolar/ se ignora la verdad/ el monstruo nos trata de comprar)

Ella: Más bulla de esa que no se entiende—pasan cosas—hay como una bolsa por dentro, un costal—no toco a nadie—no me muevo—n—n—

(El monstruo se muestra debil, vulnerable/ el monstruo propone un acuerdo/ contrato de mutua manipulación/ las necesidades del monstruo)

Ella: No aguantan más—estos juguetes—si me deshago con escuchar—y mastico cada rostro—

(Apariencias, buenos modales, la farsa/ alejarse, irrelevancias/ sarcasmo/ se revela lo sórdido, la mentira)

Ella: Ja—ja—jua—así es que es ¿no?—las ramas más altas borran todo—hormiguitas—sucias—arrastradas varios metros—rotas—

(Se reconoce el odio/ monstruo traicionado/ asco/ monstruo, ultima seducción/ escaparse del monstruo/ sorpresa)

Ella: Toda sabe a bocas—bocas moviendo secas—no le cuentes a nadie—saliva y moco en las voces—antes todo era tan—sacarse de tantas cuencas—deshechos—cuando de repente veo volar—

(Sin disculpas/ momento patético del monstruo/ burla y herida/ monstruo vuelve a su arrogancia)

Ella: Sí, ahí está--¿cómo más deshacerla?—machucarla con piedras y miradas—volverla aguamasa para la fila de cochinillos—

(Antes de cerrar la mirada/ trata de ver algo por encima y detrás del público)

Ella: Algo vino de alguna parte que no es de acá, para llevarse lo que no es de acá, e irse de nuevo. No alcancé a verlo.

(Cierra la mirada/ se queda quieta)

Fin



*Mario Angel Quintero, Hijo de padres colombianos, George Mario Angel Quintero nace en 1964 en San Francisco, California, donde vive sus primeros treinta años. Estudia literatura en la Universidad de California y es becado en creación literaria en la Universidad de Stanford. Como George Angel, publica poemas, prosas y ensayos en revistas literarias estadounidenses y canadienses; también publica los libros en inglés: Globo (1996), The Fifth Season (1996), y On the Voice (2016). Desde 1995 reside en Medellín, Colombia, donde, bajo el nombre Mario Angel Quintero, publica los libros de poesía Mapa de lo claro (1996), Muestra (1998), Tentenelaire (2006), El desvanecimiento del alma en camino al limbo (2009), Keselazboga (2014), Mapa de las palabras (2014), la materialidad (2020), y los libros de dramaturgia Cómo morir en un solar ajeno (2009), La sabiduría de los limones (2013), y Calamidad Doméstica (2016). Es fundador e integrante de los grupos musicales Underflavour y Sell the Elephant. Es co-director y dramaturgo del grupo Párpado Teatro, con quien ha llevado más de veinte obras a escena.  

Es invitado a festivales internacionales de poesía. Porciones de su obra han sido traducidas al macedonio, portugués, sueco, croata, búlgaro, francés, italiano, albanés y árabe. Este año, se publica en Italia un libro de traducciones de sus poemas al italiano, Diventa l’albero (Samuele Editores, 2020), y en Croacia un libro de traducciones de sus poemas al Croata, Moje svjetlo i druge pjesme (Druga priča, 2020).