La F en el abecedario
Le prometió estar aquí, le creó la idea de
inmortalidad, al inicio volaba sobre la ciudad en ruinas, planeaba sobre nubes
libres de buitres, los kilómetros los devoraba, un cuerpo de acero irrompible
le llevo a continentes inexplorados por su sangre, no se elevó a un altar,
las cosas eran palabras, y los actos eran vida,
no había mentiras, no había incumplimientos, se movía con sangre hirviente y
con carne viva.
La caída llegó tarde, la caída recorrió más de
una generación, se caminaban lado a lado, la vida era la misma, las palabras
pesaban más, el cuerpo pesaba más, los ruidos de las risas cobraban aire con
neblina, se le despidió una vista, se le despidieron dos piernas, la
fabricación de su mundo había terminado,
fuego se alzó detrás de él, furia se levantó
detrás de él, las mañanas frías dejaron de ser frías, son su rugido, luego el
aire huyo por algunos días.
En la madruga regresa a realizar visitas y
avisa sobre las promesas que sí existen.
Escorpión sobre la piel
Cruje al sonido del hambre, construye sobre
cielo firme, se dedica a vender formas regulares, se dedica a insistir y vivir,
no guarda sorpresas, no regala tiempo,
sobre sus buenas rachas sumará que va a salir
perdiendo, confía disimuladamente en ganar, cree con el corazón en la mano que
va a derrotar,
sucumbe y se levanta, arde, los templos de sus
ancestros se mantienen intactos, no se les acerca,
las piernas tiemblan frente a la fragilidad de
la mera contemplación al vacío, se apoya en libros, se apoya en metas, los
recuerdos no son consejeros que le tranquilicen,
arrodillado aúlla para retumbar la tierra, se
vuelve y se transforma en lo que la vida le pida, acorralado a los diez años no
ha podido levantar los brazos lo suficiente como para luchar,
merma e insiste, los intersticios se dejan ver
de vez en cuando, los amigos se dejan ver de vez en cuando, retazos de vidas
pasadas y porvenir le soplan el oído, sueños y pesadillas de mañana le
obnubilan los ojos,
no se plantea caer hoy, no se plantea caer
mañana.
Las puertas de Jim
Escapa y eso es lo que le hace sentido, lo
persiguen desde hace veinte años, hoy está oculto en el desván, tiene ideas que
le figuran huidas que lo sacarán, pero no con el cuerpo y el alma completos,
tiene que dejar algo,
es un intercambio, unos dejan sus sesos, otros
dejan personas,
no se ha abandonado totalmente, resiste en la
esquina del desván, las voces que lo llaman lo hacen con un tono bastante
familiar, se levanta porque confía, en este momento no pretende saber que
confiar acarrea desdichas y violencias,
no miente para escapar, no manipula para
sortear a los congéneres, se avista con tenacidad y mueve la muñeca notando que
sigue con el arma en la mano, colige que la está usando, pero no distingue con
quien,
su cuerpo tiene sangre, no atina a adivinar de
quién es, el cuerpo le duele, pero las angustias le frenan el dormir, no ahora,
aquí no,
ha conseguido unos minutos más para adivinar o
consultar su suerte, el aire que entra por su espalda le da una pista, hoy le
esperan y hay algunos que le desean el bien,
las angustias vuelven a frenarle, ahora no
colige, ya no ve, se esfuma bajo la cortina de baño, suelta sus fuerzas y los
hombros caen,
ese hombre ya venía dislocado, desde hace más de treinta
años cuando otros ya venían formando la idea de su existencia.
Le prometió estar aquí, le creó la idea de
inmortalidad, al inicio volaba sobre la ciudad en ruinas, planeaba sobre nubes
libres de buitres, los kilómetros los devoraba, un cuerpo de acero irrompible
le llevo a continentes inexplorados por su sangre, no se elevó a un altar,
las cosas eran palabras, y los actos eran vida,
no había mentiras, no había incumplimientos, se movía con sangre hirviente y
con carne viva.
La caída llegó tarde, la caída recorrió más de
una generación, se caminaban lado a lado, la vida era la misma, las palabras
pesaban más, el cuerpo pesaba más, los ruidos de las risas cobraban aire con
neblina, se le despidió una vista, se le despidieron dos piernas, la
fabricación de su mundo había terminado,
fuego se alzó detrás de él, furia se levantó
detrás de él, las mañanas frías dejaron de ser frías, son su rugido, luego el
aire huyo por algunos días.
En la madruga regresa a realizar visitas y
avisa sobre las promesas que sí existen.
Escorpión sobre la piel
Cruje al sonido del hambre, construye sobre
cielo firme, se dedica a vender formas regulares, se dedica a insistir y vivir,
no guarda sorpresas, no regala tiempo,
sobre sus buenas rachas sumará que va a salir
perdiendo, confía disimuladamente en ganar, cree con el corazón en la mano que
va a derrotar,
sucumbe y se levanta, arde, los templos de sus
ancestros se mantienen intactos, no se les acerca,
las piernas tiemblan frente a la fragilidad de
la mera contemplación al vacío, se apoya en libros, se apoya en metas, los
recuerdos no son consejeros que le tranquilicen,
arrodillado aúlla para retumbar la tierra, se
vuelve y se transforma en lo que la vida le pida, acorralado a los diez años no
ha podido levantar los brazos lo suficiente como para luchar,
merma e insiste, los intersticios se dejan ver
de vez en cuando, los amigos se dejan ver de vez en cuando, retazos de vidas
pasadas y porvenir le soplan el oído, sueños y pesadillas de mañana le
obnubilan los ojos,
no se plantea caer hoy, no se plantea caer
mañana.
Las puertas de Jim
Escapa y eso es lo que le hace sentido, lo
persiguen desde hace veinte años, hoy está oculto en el desván, tiene ideas que
le figuran huidas que lo sacarán, pero no con el cuerpo y el alma completos,
tiene que dejar algo,
es un intercambio, unos dejan sus sesos, otros
dejan personas,
no se ha abandonado totalmente, resiste en la
esquina del desván, las voces que lo llaman lo hacen con un tono bastante
familiar, se levanta porque confía, en este momento no pretende saber que
confiar acarrea desdichas y violencias,
no miente para escapar, no manipula para
sortear a los congéneres, se avista con tenacidad y mueve la muñeca notando que
sigue con el arma en la mano, colige que la está usando, pero no distingue con
quien,
su cuerpo tiene sangre, no atina a adivinar de
quién es, el cuerpo le duele, pero las angustias le frenan el dormir, no ahora,
aquí no,
ha conseguido unos minutos más para adivinar o
consultar su suerte, el aire que entra por su espalda le da una pista, hoy le
esperan y hay algunos que le desean el bien,
las angustias vuelven a frenarle, ahora no
colige, ya no ve, se esfuma bajo la cortina de baño, suelta sus fuerzas y los
hombros caen,
ese hombre ya venía dislocado, desde hace más de treinta
años cuando otros ya venían formando la idea de su existencia.
*Dilan Chino Sandoval, de 29 años de edad, nació en la Ciudad de México y es oriundo de Xochimilco. Cuenta con estudios en Psicoanálisis y se ha dedicado a la atención de pacientes.
Ha colaborado en el pódcast Interno, participado en más de 40 ocasiones en revistas digitales, entre ellas: Anacronías, Axolotl Magazine, Black Fish, Centro Cultural Rosario Castellanos, Cósmica Fanzine, El Bigote de Nietzsche, El Creacionista, Gatomadre, Herederos del Kaos, Óclesis, Perro Negro de la Calle, Poetas de la Plata y Salmón.
También ha participado en el festival POEMAN, el Festival Internacional de Poesía Xochimilco y el II Encuentro de Poesía Xochimilco.
Tiene tres libros publicados: Intersticios en el desayuno (Amazon), Carnes, huesos y pellejos (Editorial Letras Negras), y Restos de siluetas rotas (Amazon).
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