Llueve hoy aquí,
ayer también,
mañana quizá.
Seguro que en este momento,
en otro lejano país tercermundista,
debe estar lloviendo
y un tipo igual que yo
debe estar viendo
cómo llueve
a través de la ventana,
escuchando blues en la radio…
Sintiendo
que sus sueños se desvanecen,
sus ilusiones se esfuman
y se agota su paciencia;
que el mundo es una mierda
y que está cansado
de ser tratado como perro.
Deseando salir a la calle
y caminar bajo la lluvia
envuelto
en un cómodo abrigo,
cubierto
por un impermeable azul…
tomarse un trago decente,
un café caliente;
probar algo de comida
poco saludable
y bastante costosa…
regresar luego a casa,
tomar un baño tibio
y hacer el amor
con una hermosa dama
complaciente y silenciosa.
Seguro que está creyendo
que aquí
también llueve
y hay un tipo
como él
haciendo y pensando
las mismas cosas.
Seguro que lo cree
pero jamás
podrá saberlo
con certeza.
Yo tampoco.
(de El fuego en la herida)
fe y alegría
¡Qué pobres somos, qué pobres!
No tenemos casi nada.
Pobres tirando a felices
porque nunca estaremos solos.
Los Suaves, «Frío como una llave»
Fe y Alegría se llamaba
el colegio donde mis hermanos menores
estudiaron en una época
cuando lo que menos había
—en nuestra familia—
era precisamente eso.
vivíamos en un barrio pobre
en la ladera de un cerro
donde el viento pega fuerte
y la hierba crece alta.
papá recién había muerto
y habíamos quedado en la ruina
—tanto moral como económica—,
mamá trabajaba muy muy duro
para llevar el pan a casa.
las esperanzas estaban puestas en mí
que empezaba la universidad
pero yo sabía que no representaba
ningún porvenir para nadie,
ni para mí mismo siquiera.
hambre, pobreza, frío, mugre,
desesperación y angustia,
mucha miseria, nada alentador
—no quiero recordar más
para evitar resentimientos—,
eso era todo lo que había
pero fe: ninguna y esperanza, menos
* * *
luego mis hermanos estudiaban
en otros colegios —no sé los nombres—
y las cosas ya no estaban tan mal;
aunque persistían las dificultades,
sobre todo económicas.
pero a veces —en medio
de nuestras crisis internas
y la agobiante realidad externa—
creía detectar un gesto de alegría,
un brillo de esperanza en su mirada.
quizá era, como dicen los pobres:
la fe es lo último que se pierde
y la felicidad no está en lo que tienes
sino más bien en lo que eres…
lo que quiera que seas, yo agregaría.
(de Entre esto y aquello)
*Pablo Estrada (Bogotá, Colombia). Profesional en Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Colombia y Magíster en Estudios Editoriales del Instituto Caro y Cuervo. Egresado de los talleres distritales de cuento, crónica y novela Ciudad de Bogotá. Ha sido gestor editorial de revistas científicas, editor e investigador; así como creador e integrante de proyectos y grupos culturales como Superficies —propuesta artística que integra literatura, música, video y fotografía—, el negacionismo poético y Caterva. Ha participado en festivales y eventos literarios en Colombia. Textos suyos se encuentran en revistas, periódicos y antologías. Tiene publicados los libros de poesía El fuego en la herida (Caracas: Fundación Editorial El perro y la rana, 2010) y Entre esto y aquello (Bogotá: Senderos, 2015), y la novela Los miércoles también llueve vol. 1 (Bogotá: Favila, 2020). Está incluido en Poetas que hay que morir, antes de leer (Monterrey, México: Universidad Autónoma de Nuevo León y Grupo Editorial Con las Uñas, 2013).
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