Se
encontraba paseando a su perro por el parque, vio a una multitud en la acera,
él con curiosidad se subió a una pared, para ver lo que pasaba por la calle.
De pronto,
vio para abajo para ver como se encontraba su perro, ella estaba jadeando
feliz, sin previo aviso vio algo moviéndose entre la maleza donde se encontraba,
horrorizado noto que era una serpiente y de forma rápida y fugaz esta se le
abalanzo a su pierna, mordiéndosela.
- ¡Aaah! –
él pego un sonoro grito, cayendo al suelo, inmovilizado, sin poder moverse. Su
perro en modo protector y asustado por su dueño la mordió.
- ¡No! No lo
hagas, ¡ayuda! – temía por su mascota, desconocía lo que podría suceder si un
animal muerde a un animal venenoso, oyó como soltó un quejido y esta cosa
seguía enrollada en su pierna y creía que cada vez más lo mordía o apretaba
mucho más, por fortuna para ambos su grito de dolor alerto a varias personas de
alrededor, se acercaron ayudar, incluido el jardinero, que con su rastrillo
ataco a la serpiente y logro sacarla de encima.
- Arrgh. –
el hombre se quejaba del dolor, veía a la gente asqueada y asustada, algunos
pidiendo ayuda, quiso ver su pierna al sentir algo baboso, era su perro
lamiéndole, tratando de hacerle sentir bien, se notaba lo asustado que se
encontraba. – Amigo, no lo hagas, puede ser peligroso, ven aquí. – le decía
este en un intento de palmear el suelo para que se acostara a su lado, cuando
Doris lo hizo y dejo a la vista su pierna sintió pánico al ver el estado de su
pierna, esa cosa le dejo una herida bastante fea.
- ¡Ay no! No
dejen que me quiten la pierna, por favor no dejen que me la corten.
– le hacía
saber a las personas del alrededor. Solo que este empezaba a sudar, a sentirse
mareado, empezaba a sentirse mal, temía por su estado, su pierna estaba hecha
añicos, vio a los ojos a su perro y pudo notar que Doris tenía los ojos
llorosos, lloraba por él, la veía jadear, sudar, ay no, también la está
afectando. – Mierda, ¿Qué clase de serpiente era? – se preguntaba este, presentía
que en cualquier momento sucedía. Acariciaba a su can para sentirse mejor,
dicha acción era para ambos…
Para cuando
llegaron los paramédicos al lugar del incidente se toparon una imagen
impactante, era la hora 16:45 p.m. cuando declararon al señor y a su perro
muertos en el lugar de los hechos.
El hombre no
murió solo, murió al lado de su mejor amiga cuando ella se acostó en su pecho y
no despertó más, como su dueño.
*Juan Diego Gutiérrez Solano (2 de abril de 1998), de 27 años, es estudiante de Bibliotecología. Comenzó a escribir a los 16 o 17 años y desde entonces ha continuado desarrollando su interés por la creación literaria.
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