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domingo, 19 de marzo de 2017

Aqua, un viaje que nunca termina


Por: Daniel Acevedo

“La alquimia convirtió el agua en un acuario de relojes…”, con este último verso cierra el poema “Los 100 metros estilo libre de Mark Spitz” del poemario Aqua de Felipe López. Más allá de ser un verso con una imagen poderosa, y que, ciertamente, es uno de mis favoritos, es un verso que define la ruta de vuelo del libro. Inicia un encuentro con lo primigenio y con aquellas historias que creíamos olvidadas y que viven en los riachuelos, los arroyos, las cataratas y los océanos. Aqua es un viaje al pasado, a través de la memoria del agua, de las historias que deambulan por sus flujos y recorridos. No es en sí la búsqueda de una esencia ficticia, sino un juego con aquellas relaciones que ha establecido el hombre con el elemento líquido a través de su historia y su cotidianidad. Es un canto de una Náyade en un idioma antiguo, pero al mismo tiempo cercano, que solo podremos entender si escuchamos atentamente y nos dejamos llevar por el flujo incesante de imágenes.

López, como un antiguo shaman, nos recuerda esa conexión y para ello usa el lenguaje del agua, de los astros, de la lluvia, del océano. Nos deja sumergirnos y ver los relojes, las bisagras del viento, la sangre del poeta que muere ahogado y deja una inscripción en las rocas. El delirio es clave, potencia el encuentro con lo efímero, captura el instante de un flujo, para luego desaparecer. Las imágenes se mezclan y nos revelan verdades que creíamos pérdidas, Aqua es, ciertamente, más que una red de palabras poéticas, un ansiado despertar; una activación de sentidos para percibir lo imperceptible. La metáfora no es casual, una danza de palabras que se encuentran por vez primera, en un juego de abalorios. Un canto que, a pesar del silencio que se expande, intentar emular lo imposible.

Aqua es una apología no sólo al agua, sino a la vida y sus potencias. Es allí donde aparece la imposibilidad y el poeta es consciente. Defender la vida, y el agua su líquido inmanente, es una empresa digna del mayor de los guerreros, pero también un guerrero que juega, un arlequín de las palabras. Y es lo que se respira, lo que se siente, lo que vibra en cada poema de aqua: una vitalidad incesante. Hasta la muerte de Alfonsina Storni se resignifica y pasa a ser una oda al silencio, como una potencia de la vida, como un derecho fundamental, por el que vale la pena morir. Pero Alfonsina no es el único personaje que aparece en el libro, Tales de Mileto, Mark Spitz y Paul Celan aparecen también como sombras necesarias vinculadas al agua y su devenir. Se entrecruzan, aparecen, desaparecen, se actualizan, generan nuevas explosiones de sentido.

La invitación es, desde luego, a la lectura de Aqua, breve, pero emocionante (y palpitante), un acercamiento que va más allá del lenguaje y está aún por construir. Eso sí, es aconsejable que, al entrar en sus páginas, hay que olvidar todo posible preconocimiento sobre el líquido vital y, tan solo por un momento, ser como el niño que se acerca por primera vez al riachuelo, se baña y juega con la corriente,  escucha en silencio al agua, que es el mismo poema, lenguaje líquido, epopeya de un ciclo indemne de ojos que se abren y cierran, en los sueños sumergidos de un gran pez. Lo dice López, al principio de Aqua, “Soy el ojo pardo de un río antipoético que cruza las manos de un niño, la quinta esencia de las aves marinas atrapadas en la saliva infantil. Me sumerjo a mis delirios oceánicos en el sudor de un hombre acuático, como un bípedo que alza su cuerpo en las bisagras de una nube…”

Un poemario se abre y un reloj, en el fondo del acuario, ha empezado su ding dang.

martes, 10 de noviembre de 2015

Poesía Acuática (3 poemas por Felipe López)




 Silencio 

Hoy recuerdo el silencio de Alfonsina, el silencio alado de su boca
salió del mar hacia las nubes amiga de los estorninos

Las palabras no se las lleva el viento, Alfonsina llegará con la lluvia:

El destino del líquido bajo los engranajes de la nube, la cortina pastoril
que sumerge al esquilador de la lluvia a los balidos de su cuerpo

Llegará el herrero que extendió sus manos : la ruta del sol
El rictus del metal fundido sobre las ruinas del agua

Llegará el silencio a los astilleros sobre el beso forestal de la adormidera…
sueñan las caracolas, mejillones, la lejanía de la playa y su bullicio

Llegará la casa vieja con sus ventanas de espuma y flamencos
la fisura del silencio en las puertas, la ola atrapada en las bisagras

Llegará el psiquismo hidratante de una mujer sin final
para esculpir la piedra oceánica de un grito interminable

el silencio de Alfonsina junto a los escribanos del mar...








Los 100 metros estilo libre de Mark Spitz



Dos manos han roto la clepsidra 

El hombre agua quiso mentir de caparazón

Un ballet de saetas partían de Modesto California, 
el carril era un débil espacio de pulmones…

El tiempo hacía apnea en el templo de la herida
brazadas de cien metros cortaban las alas.

Un océano recto para dejar la nariz ante un espejo
aventureros que iban y venían a ese fuego que bordeaba sus cabezas

La corona de laurel era el nuevo vestido de los ahogados

La alquimia convirtió el agua en un acuario de relojes





Aqua
(Fragmento I)

“Cuando el hombre salió del mar 
se llevó el océano consigo”
                        Claude Bernard


Soy el vinculo geométrico de las olas
la piel de mi vida

Ayer soñé que me moría con Jacques Cousteau 
y que  una muralla de coral tenía la tumba de un niño marítimo 

porque mi boca es un puerto de crayolas celestes  
y de  arrecifes podados por el polietileno   

la mixtura de lo que transcurre, corvinas en la costanera 

 que arponeros salían de mi semen como  manglares 
y la noche con  el collar de turmalinas en el lomo de un toro
eran caléndulas contra las leguas del cansancio 

porque lloraba aceite de ballenas en una lata de hombres huérfanos  
heridos  por las burbujas de los niños

cuando buscaban la jaula de las rocas
porque quizás
la sequía aparece para develar un árbol de yeso 
en las brazadas fracturadas de mi madre… 

El agua turbia donde  busco a los alquimistas en  el silencio de los mejillones 
busco en mi sangre las lapidas del mar

pero las moscas y el río se hunden en las  pupilas del mar
y los gusanos regresan del cementerio marino

como aguaceros de tribus que enhebran sus moléculas en mi piel blanca
 un  voraz sentimiento  de los que drenan las nubes con el opio…

y fue el inicio del mar

Fue la inundación  de la yagua en los poros elementales, la flecha de savia 
sus semillas en las parcelas antiguas del manantial 

Fue la maloca en cada rito  del chubasco,  el animal protector 
cuando duerme el alma –árbol  en cada palabra umbilical de la tierra 

Fue el río en el lomo de las ranas,  saltando entre  los continentes fósiles
del hombre nuevo… 

Un sueño de astilleros en el olor de un papiro,  un mapa en desuso 
 el traje  hídrico de una sílaba arrojada al sueño de un litoral poético

Y era la palabra agua  una verdad en la tumba de un niño marítimo 
la desembocadura de un signo de agua  en los calendarios universales 

El Juego de  un niño–pez en   la placenta del acuario
mientras busca en el mar de Aral, lo que ya no existe….

Y fue el inicio  del mar

El que descubrió el portal náutico de un espíritu elevado
desenvainado la colmena hídrica en los copos de los árboles

Como una ofrenda de hierbas en  las grietas del  cielo
me sumerjo a mis delirios oceánicos  

cuando  las aves migratorias vuelan en mi  mente
cuando  los cancerberos azules en la puerta de un volcán

En el albor de las nubes nocturnas, la coraza de un nubarrón en mi cráneo   

Soy el  ciclón de los  libros  arrojados a las bibliotecas del mar 

 el relámpago en  las plumas  del halcón que nace de  mi mano 
 el torrente de la  cascada en los bordes de un antiguo marsupio

Soy  el líquido que desgrana los acantilados en las parcelas del tiempo 
el lirio acuático que teje las  branquias en los otoños del valle
Soy el  pez azul  que reescribe el diluvio como una ofrenda de viento
el  talego de charcos  cuando bailo en  las alturas del páramo  

Como presa de una fragata en guerra, la  yesca interminable, 
 el  incendio inmemorial del homo sapiens 

–Porque el hombre de agua también se quema en el punto cardinal de un risco–

Soy el ojo pardo de un río antipoético que cruza las manos de un niño 
la quintaesencia  de las aves marinas atrapadas en la saliva infantil 

Me sumerjo a mis delirios oceánicos  en el  sudor de un hombre acuático
cómo un  bípedo que alza su cuerpo en las bisagras de una nube…




Felipe López Nació en Manizales, Colombia, en 1985. Presidente de la Corporación Cultural Sísifo de Envigado. Coorganizador del  primer Encuentro Nacional de poesía joven de Colombia.  Ha sido ganador del Premio Sueños de Luciano Pulgar, Poesía 2010. Ganador del segundo Premio de Poesía Joven Ciudad de Medellín y ganador a los Estímulos al Talento Creativo en Poesía de la Gobernación de Antioquia 2014. Ha publicado la antología de poesía joven El vacío como llenura en el 2010; y el libro AQUA con la Editorial Pulso y Letra 2014. Ha sido invitado  a festivales en Ecuador y México, y el festival Internacional de poesía  de Medellín 2013 y 2015. 


lunes, 15 de julio de 2013

Las Aventuras de Showman el Zambombo (Entrevista a Felipe López "el Monstruo de Filadelfia")




Manizales, Colombia, 1985. Presidente de la Corporación Cultural Sísifo de Envigado, dedicada a la promoción cultural, a través de tertulias, recitales poéticos y concursos de poesía. Integrante del Centro Literario El Túnel y del Consejo de Cultura de Envigado. Hace parte de las Antologías Poéticas: Vigas contra el viento (Casa de Poesía Porfirio Barba Jacob 2011) Poca tinta (Universidad de Caldas 2012). 4M3R1C4 2.0: Novísima poesía latinoamericana (Monterrey: UANL, 2013). Compiló la antología poética de poesía joven  El Vacío como llenura ( Manigraf 2010) Ha sido ganador del premio Sueños de Luciano Pulgar, Poesía 2010.  Mención de honor en el II concurso de poesía en Tiempos de Penuria 2012  con su Poemario: Yo soy Showman el Zambombo. Ganador del II Premio de Poesía Joven Ciudad de Medellín 2013 con su poemario: Un viaje en un grito y los poemas genealógicos.


  • Soy el mejor poeta de Medellin y otras mentiras

Soy el mejor poeta de Medellín, porque metí bazuco con niñas burguesas en el Periodista. Porque me esnifé las cebras del Centro en un mal poema Nadaísta. Porque tengo pantalones de terlenca y tengo un mostacho lleno de ladillas. Porque me leí a Baudelaire cuando tenía 7 años, y le di plata a Modigliani para que se follara a una doncella en la Veracruz. Porque soy una chucha de biblioteca fumando marihuana con Marx. Porque la vanguardia está pasada de moda ante mis versos. Porque no necesito estar en el Carlos Vieco para que mil mujeres se desmayen. Porque soy el bufón de los poetastros. Porque todo el mundo me gasta Antioqueño, y tengo groupies en el PP que me adoran y me invitan a comer empanadas Envigadeñas con el conejo de Donnie Darko. Porque “Mi hermana se cayó una vez de la cama” Porque Salí en el Colombiano hablando de hechicería. Porque tengo un grupo de poesía llamado testosterona y mi alias es el “visajoso”. (fragmento) 

  • Neo-culebreros y otros Eróstratos

“Nosotros los artistas”, bajados del ano del diablo,  llenos del caos, importamos palabras, adjetivamos, destruimos.  Somos la peor poesía flotando con las   metáforas, como cadáveres en el río Medellín. Somos los vulgares apóstatas. Somos los artistas que nos follamos a Eróstrato en las redes sociales. Nos  declaramos una cucaracha  política que usurpa la cocina de las mansiones y somos pequeños burgueses hablando de calle. Somos el fuego apagado por la baba de los amores pasajeros.  El meteorito lleno de mierda que llegó a Medellín  para enterrar a todas las momias intelectuales –perdón por ser tan académico-  A todos los Neoculebreros fantoches llenos de polillas en sus libros mamertos y melifluos discursos de rescatar a Latinoamérica y hacerse sus pajazos mentales de revolución.  Nos declaramos muertos, y no queremos llevar ninguna post mortem con nuestra risa de lobos en las puertas del alcohol. (fragmento)

  • La sociedad de la ficción y las vacas.

El endemoniado grupo de vacas que comen bits, comen Wikipedia. Loras obtusas de la minucia que vomitan lo audiovisual en documentales que “concientizan”. Batracios del individualismo en la iconografía del artificioso maquillaje virtual y de la adulación de escrotos. ¡Mentira! La sociedad de la ficción es el abismo entre la virtuosidad de una foto y el adiposo de los poros abiertos y de los puntitos blancos del desodorante en el sobaco, y las estrías en el culo como ríos de una oratoria: yo soy la foto, el cuerpo es un excremento andante. Y todos aletargando el cloroformo de su final, apaciguándolo con cualquier pachulí de un norte, salen las vacas con lienzos y metáforas, la caterva adoquinada de arte, buchiplumas en el parque alardeando ser artistas… qué salgan en masa los artistas y se diviertan con verdades de Perogrullo, de la conceptualización del relleno sanitario de la India, púdranse y ampútense las manos por dignidad. Me cago como una coprofilosofía en el humanismo hilarante de la modernidad. Mamertos dogmáticos, adalides de la verdad con su contradiscurso tan insulso, y bastardos en la cuantificación de señalar a los enemigos… pero esta caterva de bípedos de involución de la paranoia, señalan su anacronismo de vomito, señalan a Norteamérica, señalan la explotación del estado. Me cago en sus discursos trasnochados de una evidencia tan perceptible para un dragón de Komodo. (fragmento)

martes, 14 de mayo de 2013

Soy el mejor poeta de Medellin y otras mentiras

Soy el mejor poeta de Medellín, porque metí bazuco con niñas burguesas en el Periodista. Porque me esnifé las cebras del Centro en un mal poema Nadaísta. Porque tengo pantalones de terlenca y tengo un mostacho lleno de ladillas. Porque me leí a Baudelaire cuando tenía 7 años, y le di plata a Modigliani para que se follara a una doncella en la Veracruz. Porque soy una chucha de biblioteca fumando marihuana con Marx. Porque la vanguardia está pasada de moda ante mis versos. Porque no necesito estar en el Carlos Vieco para que mil mujeres se desmayen. Porque soy el bufón de los poetastros. Porque todo el mundo me gasta Antioqueño, y tengo groupies en el PP que me adoran y me invitan a comer empanadas Envigadeñas con el conejo de Donnie Darko. Porque “Mi hermana se cayó una vez de la cama” Porque Salí en el Colombiano hablando de hechicería. Porque tengo un grupo de poesía llamado testosterona y mi alias es el “visajoso”.

Soy el mejor poeta de Medellín porque me gané un concurso en cleptomanía en erario público. Porque soy un neo-culebrero vendiendo ollas a presión digitales. Soy el mejor poeta de Medellín porque el Alzheimer lee conmigo en la Playa. Porque hago clown-poetry todos los jueves a las 8pm en el espejo de un filólogo. Porque fui al psiquiátrico de Bello para hablar con mi heterónimo Showman el Zambombo. Porque soy amigo de los hipsters de Ciudad del Río y les recito poesía de Bosnia Herzegovina y dicen que soy el poeta más vintage de puta madre. Porque voy al Carlos E. Restrepo a leer poesía metafísica y los muchachos me dicen: “hola poeta, a cómo la bareta de poesía mochilera”.

En tiempos de penuria iba a los recitales de embolador, pero los poetas son lo más pobre del mundo. El ingreso Per cápita de un poeta alegraría a algún país tercermundista. Por eso no se enamore de ningún poeta, enamórese de mí que yo soy el mejor poeta de Medellín, dicharachero, jugador del monopolio surrealista. Soy millonario, traficante de Maquinas de escribir Smith, y hasta me gané una vez un chance, y su premio fue un chamán de Santa Rosa de Osos que duerme bajo mi cama y me dicta poemas en idioma polaco y arameo. No importa, soy una falsedad con sabor a oblea, mi boca es de oro y mis mejores metáforas están ocultas en un banco de Suiza. A mí me amán los fotógrafos freelance, misterlance, egolance, y me desnudo en le parque Malibú, en un performance dónde los dioses son menos que yo cuando me declaro el caballo de Calígula. Nenas vengan ante el mejor poeta de Medellín que mis besos son de dientes de sable, un diablo vestido de Cotton Usa. Deslúmbrate ante este ser, que te puede hablar por horas del Tractatus logico-philosophicus o de mis vídeos virales en Youtube. Y te puedo leer el Mahabharata en Santa Elena, o comer chontaduro en el parque Berrío… 

lunes, 30 de abril de 2012

Neo-culebreros y otros Eróstratos

“Nosotros los artistas”, bajados del ano del diablo,  llenos del caos, importamos palabras, adjetivamos, destruimos.  Somos la peor poesía flotando con las   metáforas, como cadáveres en el río Medellín. Somos los vulgares apóstatas. Somos los artistas que nos follamos a Eróstrato en las redes sociales. Nos  declaramos una cucaracha  política que usurpa la cocina de las mansiones y somos pequeños burgueses hablando de calle. Somos el fuego apagado por la baba de los amores pasajeros.  El meteorito lleno de mierda que llegó a Medellín  para enterrar a todas las momias intelectuales –perdón por ser tan académico-  A todos los Neoculebreros fantoches llenos de polillas en sus libros mamertos y melifluos discursos de rescatar a Latinoamérica y hacerse sus pajazos mentales de revolución.  Nos declaramos muertos, y no queremos llevar ninguna post mortem con nuestra risa de lobos en las puertas del alcohol.

“Nosotros los artistas” Somos el istmo del olor de una axila marihuanera, somos la generación que cree en la masificación de la diarrea como exterminio. Somos neoludistas hipócritas que hacemos cartas al vómito con teclados. No somos saltimbanquis de parque resinificando profetas, somos espirituales en la eterna primavera con la filosofía del sacol. Somos la generación de la carcajada, hacemos rayuelas con la sangre verbal de hispters y de la masificación de la contracultura por ser tan estúpidos como nosotros, y solo creemos en las zarigüeyas que conoce más de la calle que cualquier bohemio paisa...

 A nosotros nos mataron todo, y somos la colilla tirada y pisada por mamuts metálicos. Somos los fantasmas que asesinan a los académicos con cuchillos de mocos y cualquier secreción amistosa.  Nuestra poesía es bufa y no es una chupa medias buscando un renombre en ese izquierdismo hecho un circo.  Seremos los invisibles, pues nuestra iconografía es el vituperio sobre el asfalto. Nuestro cuerpo es una fotografía llena de esquirlas de asco. Y ustedes neoculebreros , sí, ustedes que leen esto los señalamos con nuestros dedos llenos de mugre y olor a nicotina, los señalamos a ustedes jóvenes con complejo mesiánico,  ustedes   marmotas de lo virtual e iluminados de Oriente, ustedes generación del hedonismo, los señalamos por ser bufones y los aplaudimos por ser tan estúpidos.

A nosotros nos pasó un buldócer generacional encima de nuestro cráneo, y nos quedó el intestino grueso, para salir a las calles y hacer grafitis de mierda, salir a las calles vestidos de anos para alardear nuestro discurso de mierda, y dejar que las eminencias se apoltronen en palacios y que se llenen su curriculum vitaee para llamarse artistas.

Qué viva la bandera que izamos sobre los lóbulos frontales de los estúpidos, qué viva la fiesta de vivir porque somos la metástasis  del dolor enardecido, qué viva la inutilidad de nuestro arte:  Nosotros no somos poetas: ¡somos poesía!, esa poesía que nació de la bilis, de la herpes bajo el aroma de un crisol, nosotros somos la poesía del asfalto lleno de musgo, nuestras metáforas son ladillas a los jóvenes godos, nuestro AK- 47 es un gargajo mañanero del absurdo, nosotros somos la poesía sin rostro, pues los que son Poetas nos tiraron ácido sulfúrico en la cara y compraron un terreno poético en la ciudad

No nos crean bastardos, a nosotros nos desplazaron por ser parásitos de la ciudad.  Crucificamos sancudos, pues ustedes señores llegaron a salvarnos: neoculebreros.   

Nuestra sangre es café de greca,  y le cantamos a los grillos en los oídos, no somos bípedos y somos ranas llenas de veneno, saltando por los edificios donde se amontonan la papelería de los códigos binarios.

Le cantamos a la vida haciendo apnea en las aguas negras, y besamos a nuestras musas en la esquina del hampa.  No somos poetas somos poesía.  

 Escupimos la baba de un comején carnívoro, somos la piltrafa endémica de la ciudad, nuestra oralidad es chéchere explosivo de desencanto, y  no somos revolucionarios vestidos de escafandras revoleando con el diccionario mamerto. No somos los destructores de los ídolos, no somos la nueva poesía, no somos el baladí de vanguardias tomando vino en los muladares, nosotros no crucificamos a Dios, y no nos tiramos pedos en un confesionario, nosotros no somos los incendiarios, nos mataron todo y el  hombre ha  muerto, decidimos no seguir matando.

“Nosotros los artistas”  vamos a follarnos la noche y el absurdo. Neoculebreros y  otros Eróstratos: bienvenidos a nuestro infierno. Amén. 

lunes, 26 de diciembre de 2011

La sociedad de la ficción y las vacas.

El endemoniado grupo de vacas que comen bits, comen Wikipedia. Loras obtusas de la minucia que vomitan lo audiovisual en documentales que “concientizan”. Batracios del individualismo en la iconografía del artificioso maquillaje virtual y de la adulación de escrotos. ¡Mentira! La sociedad de la ficción es el abismo entre la virtuosidad de una foto y el adiposo de los poros abiertos y de los puntitos blancos del desodorante en el sobaco, y las estrías en el culo como ríos de una oratoria: yo soy la foto, el cuerpo es un excremento andante. Y todos aletargando el cloroformo de su final, apaciguándolo con cualquier pachulí de un norte, salen las vacas con lienzos y metáforas, la caterva adoquinada de arte, buchiplumas en el parque alardeando ser artistas… qué salgan en masa los artistas y se diviertan con verdades de Perogrullo, de la conceptualización del relleno sanitario de la India, púdranse y ampútense las manos por dignidad. Me cago como una coprofilosofía en el humanismo hilarante de la modernidad. Mamertos dogmáticos, adalides de la verdad con su contradiscurso tan insulso, y bastardos en la cuantificación de señalar a los enemigos… pero esta caterva de bípedos de involución de la paranoia, señalan su anacronismo de vomito, señalan a Norteamérica, señalan la explotación del estado. Me cago en sus discursos trasnochados de una evidencia tan perceptible para un dragón de Komodo.

Comen como vacas y cagan como la caterva de otra raza de vacas. Maldita modernidad llena de parlanchines en la deidad de la verdad. Cuánto se luchó para que se dijera: La libre opinión. Para que llegaran las vacas y volvieran un mierdero con sus opiniones, por eso la sociedad de la ficción mató y mató a la palabra, la prostituyeron, y la opinión ya es mejor dejarla en el presentismo de un foro, una red social, por lo cual no vale ni mierda. Me cago en las vacas que comen y comen en ese contradiscurso de ser salvadores de la humanidad, postrados en la aleatoriedad de un clic, ¡cuán desamparados están! ¡cuánta necesidad de reconocimiento! El esnobismo de lo políticamente correcto en las redes sociales. La dictadura del YO en la comparación de sentirse mejor persona, evadiendo los temores de convertirse en la puta, en el ridículo e ignorante, y dando el confort de sentirse inteligente señalando en los anglicismos de la mofa. La iconografía como deidad ante la hambrienta necesidad de reconocimiento. La verdad y la sinceridad que se proclama en un inconsciente judeocristiano, es la gran artimaña de la época de la mentira y la ficción.

Granujas del mamertismo y la falta del sentido del humor, el complejo de defender una academia, que si fuese gratis, que si se lo dieran todo, sería igual: idiotas útiles. La academia no es el dios del conocimiento, solo aliena el conocimiento como aliena a los que la defienden, volviéndose vacas en campos de concentración comiendo absoluta mierda. Me cago en la metafísica oriental en medio de saltimbanquis juveniles y productos americanos. Vacas, que fueron elegidos para hablar mierda, ni sus mandíbulas les sirven para rumiar, abstraigan, abstraigan seres que se babosean diciendo: “Que somos una nueva generación que no come cuento”, claro, déjeme reírme vacas alineadas de la critica insulsa, vacas de la masa y vacas de la critica de la masa que son igual de patéticos, por eso vacas llenas de gula: sean las vacas que rumia y no la carnicería de la sociedad de la ficción. Nadie escucha, todos hablan, nadie procesa, por eso la sociedad de la ficción es una completa diarrea.



Felipe lópez