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jueves, 28 de septiembre de 2023

"Apuntes domésticos" poemas de Essau Yepes




UNA PARTIDA DE NACIMIENTO

Ah… la incomodidad, ¿será el ascenso desesperado
de una contracción en el cuerpo de una persona
frente a la búsqueda incesante de concluir?
       ¿Qué ha concluido para saberse libre?
Decide con los nervios golpeados, ama con dudas y muere
        con el recuerdo de haber comenzado algo
en este mundo.
 
Apenas hoy atravesaba, incómodo, las noticias familiares
como una enredadera de flores
        envejecida alrededor de mis pies.
Mirar el mismo cactus en el balcón
ha perdido toda su intensidad y mención,
y saber real un sueño es como descubrir un cáncer:
        de la noche a la mañana
los sueños se distinguen por su levedad y evidencia.
 
Mi hermano se alimenta del vientre vacío de su mujer
y el embarazo de mi hermana es más que evidente.
Algo está comenzando en su mundo,
        algo que no podrá ser completamente libre
porque estará caminando el jardín, de regreso,
con los pies descalzos, a través del endurecimiento
de las raíces, aún sin respuestas.
        Es el ciclo natural de todo pariente allegado:
desconfiar aún después de haber vuelto a casa.
No sé si me incomoda o alivia pensar
que no ignoramos esto desde el vientre.
        Mi hermana le ha dado una sombra a su sueño.
 

MEDITACIÓN PARA UN SOLSTICIO DE VERANO

No puedo desentenderme del ruido,
especialmente cuando llega de mi propio afán,
de mi visión del mundo, que no se detiene en el silencio:
        sólo el mundo se detiene allí, sin la presencia de lo mirado,
no existe un juicio de claridad en las flores,
también es necesaria la asistencia de la sombra:
la sombra insegura de una pareja se extiende sobre ellas.
Cada persona es una leve fuga
hacia algo más profundo que el olvido
        y más superficial que el recuerdo.
Pero, mientras dura el sonido, dime qué amas.
 

NOTA DE BOLSILLO PARA UN PACIENTE

Sabes que enfermaste. Cuando dejas de hablar sabes que enfermaste. En vez de cansarte cualquier objetivo, te distrae. Empequeñeces sólo en motivos de acción. Engrandeces y juegas alrededor de lo que sueñas y destruyes. Soñaste una familia, destruiste su comunicación. Los gestos rescatan cada evento con premura, pueden caerse los jarrones de las flores con tan sólo un leve grito. Los niños despiertan con las preocupaciones de sus padres. Pero esta enfermedad de no poder hablar, entre tantos objetos que mudan de matiz, brillo y sitio en la casa, sólo se consume entre frases abreviadas, variaciones del mismo rechazo y observaciones ligeras de esa repetición añorada. Uno podría pensar en la violencia, pero sería una sobreexcitación hablar de discusiones que no se viven. No hay golpes; sólo rincones tibios para girar el torso; noches que llegan como el viejo rumor de un tema practicado a solas. Y también sabes que amaste en silencio.
 

TRANSICIÓN

Caminábamos tranquilamente el bosque abierto,
la maleza absorbía el sonido de los pasos
y las luciérnagas conocían mejor el ritmo de la luz.
Los pies heridos, cansados por la humedad, se contraían.
Tú mirabas con cierta impaciencia la corteza de un pino.
 
De pronto, sentí el calor de una mano en mi hombro.
“Si los ojos se cierran no es por vergüenza”,
alcanzaste a pronunciar acariciando la corteza vieja,
“es la dulce pausa después de un comentario
para entender el ataque de la naturaleza,
que derriba los ejemplos de su propia luz y sonido:
es justa en lo oscuro como en lo claro,
los ojos apenas guardan el incierto suceso
de estar cerrados esta noche.”
 
Te escucho, amigo,
y si abro los ojos es para seguir la respiración
de un mensaje:
el sonido de mis párpados y mis labios:
la luz del vacío, el instinto animal.

 
SOBRE UN NIÑO AUTISTA

Se desplaza obstinadamente en la habitación.
El aire recupera densidad al volar.
Recoge sus manos antes de que sean puños
porque ha descubierto que algunas aves
no saben salir de las ciudades.
Su madre dice que el término apropiado es “niño azul”.
Sí, se aleja de mí en círculos como un pájaro.
Sí, su madre es la ciudad en la que vuela.
Distraídamente miramos un cielo despejado.

 
SOBRE UN GIRASOL VISTO DE NOCHE

Aún puedes desentenderte de la flexibilidad
de cada motivo que, hasta ahora, has llamado personal
y has vivido como una flor desconocida, rasgada al viento.
 
Vestirse, sentarse en el banquillo de un parque
es como volver a un trabajo que ya no te ocupa a plenitud:
queda al descubierto una mirada que vigila el juego
mejor entendido por los niños y su desprecio
por hacer las cosas puntualmente.
 
Algunas plantas crecen con un tallo más liviano,
un objetivo más claro que no culpa a los límites
y tu cuello asiente cuando se retracta.
La luz de una estrella parpadea y agota su tiempo,
pero no asumes este evento con la importancia que merece.
 
Esta tarde, cualquier revelación es un retraso,
una rasgadura superficial en el presente.
Es como ver un girasol que ha alcanzado su madurez.
El sol no puede decirte nada.
 
Los niños no dudan al girar su cabeza.
 

TRANSICIÓN II

Sé que confié en el camino,
intenté no dudar del movimiento
porque los tallos de las plantas no encontraron quietud
en el mundo de la maleza y la arena,
mis pasos avanzaron hacia sus huellas,
crearon un espejo acorde al silencio de los demás trazos
y en la oportunidad de escucharse a sí mismos se borraron.
Mi corazón estuvo conectado a la tierra como los hongos:
liberó esporas cada día, sedujo con su dispersión
las presas más difíciles: los mensajes.
La comunicación no fue un misterio. 
Ahora es momento de elevarse, de ser música:
una idea para moverse con los rizomas,
la confianza de caer en zigzag con los pétalos.
¿Pude amar gracias a la conclusión de que iba a morir?
La única memoria posible fue escuchar el corazón de otro.
 

RETORNO

                                                                                                        In memoriam

Comencé a subir el cerro, jadeando
por una sombra que apenas pudo mostrarse;
con las manos persiguiendo los cocuyos,
mi cuerpo se encontró atrapado en el parpadeo de la luz.
 
De noche, sentía correr por mi cuerpo una especie de ternura,
atacado por las polillas en la oscuridad:
soñaba con ser una piedra olvidada entre los arbustos.
La chispa no tendría que morirse al despertar.
 
Tomé una piedra del río, creí sentir el sueño
de su húmeda y lisa formación: no existía un hogar más apacible
que el construido por los cuerpos quietos.
Sin embargo, las estrellas, en realidad,
no mostraron algo concreto en sus trazos.
 
Arrojé la piedra porque él decidió caminar,
continuar con su vigilia y no volver.
Su voz es apenas un borboteo, el dibujo invisible
que crean las piedras y estrellas cuando se hunden en el agua.
 

RONDA INFANTIL

No nos entendemos, pero nos comunicamos.
Aún es un misterio esta tranquilidad:
la desnudez es posible con estas palabras.
No nos incomoda el silencio: nos incomoda la tregua.
Abrazamos y consolamos nuestras personas,
deslizamos la mano y dibujamos otro gesto,
reducimos el peso del sueño de esta mañana,
comentamos algunas situaciones de rechazo y afirmación,
cruzamos la puerta del último jardín:
todo concuerda, el parque está vacío y lo estará más tarde.
 
Corazón, colúmpiate: resiste en el aire.
 
 
*Essau Yepes, nació en Medellín el 18 de septiembre de 1999. Intervino en la creación de espacios de lectura en los barrios Manrique y Santo Domingo en la ciudad de Medellín. Asistió al primer encuentro de Escuela de Formación de Poetas de Comfenalco. Actualmente, se encuentra cursando el pregrado de Filología Hispánica en la Universidad de Antioquia y labora como facilitador de lectura en bibliotecas Comfama como la de Itagüí y otras a nivel del Área Metropolitana. Frecuenta espacios como hospitales públicos, fundaciones infantiles e instituciones educativas, realizando talleres de escritura creativa. Su poesía gira en torno a la depuración estética del entorno doméstico, abordando temas como la pérdida, el amor, la imaginación infantil y el silencio.

*Texto perteneciente a Versarte Itagüí: entre letras y pinceles, un proyecto articulado entre la Corporación Somos: Arte y Cultura para Antioquia y la revista Innombrable

2 comentarios:

  1. Mi luz, mi guía, mi jardinero.
    Gracias por tanto, Essaú.

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  2. Juan, un abrazo. Gracias a ti por el incondicional apoyo. Nos vemos.

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