ENSAYO
SOBRE LA SORDERA
Todos los días se izan ceremonias.
sus actas de nacimiento
imprimen
Indelebles en la tinta
que cede
y se dibuja.
Se disipan personas,
sus pasos percuten
en la levedad
de un hermoso suelo lunar
en el que se levantan
siglos y tormentas.
Aún en este minuto
alzadas las astas
del color,
anidan y buscan
el detalle.
Aún se trazan,
andan a tientas
pero se tocan.
Sí que se tocan.
Todos los cielos
se cosen a sus sombras,
las sacan a caminar
les parece permitido
el dolor y el olivo .
Todo al mismo tiempo.
Por eso, los siglos
cruzan las ventiscas
sus tianguis en otra parte,
la dulzura de un silencio
almidonado
casi estancia
todo música.
La importancia
de cierta vibración
en el pecho.
Una sinfonía,
el silicio ardiendo
cerca del tímpano.
Siempre un mar
que se expande,
se contrae.
Como ciertas voces
que a ciegas
postulan
para callarse.
QUEDARSE CALLADO
Para que eso,
sombra,
o segundero,
haga su trabajo.
Decir con eso
que pasa:
tanta desgracia
tanta humedad
solo sucede
evapora
está allí
para acometerse.
Partir de cero:
nuestra ropa
hace siglos
nos hace el cortejo:
imposible seguirnos el rastro:
nos viste el dolor y su secuencia.
Entonces se prenden
pentagramas:
garabatean ciertos sonidos
como los del principio
de los tiempos:
la huella sideral
de Gardel
saludando el viejo tocadiscos.
Culpan la cercanía
de sus olores internos.
están con ellos
y parpadean.
Eso son.
Como una película
de cine sin cortes
silente,
la luz baja.
La urgencia
de viajar
por ejemplo a Cuba,
elevar anclas
con el alma llena
un día de mar embravecido.
EVERY BREATH YOU TAKE
Aquí es cuando
el bolero
toma un color incierto:
A vos,
a sal,
A parábola.
cada una de las estaciones
y sus bandas sonoras
Yo dibujo
y ensayo.
Todos los días se izan ceremonias.
sus actas de nacimiento
imprimen
Indelebles en la tinta
que cede
y se dibuja.
Se disipan personas,
sus pasos percuten
en la levedad
de un hermoso suelo lunar
en el que se levantan
siglos y tormentas.
Aún en este minuto
alzadas las astas
del color,
anidan y buscan
el detalle.
Aún se trazan,
andan a tientas
pero se tocan.
Sí que se tocan.
Todos los cielos
se cosen a sus sombras,
las sacan a caminar
les parece permitido
el dolor y el olivo .
Todo al mismo tiempo.
Por eso, los siglos
cruzan las ventiscas
sus tianguis en otra parte,
la dulzura de un silencio
almidonado
casi estancia
todo música.
La importancia
de cierta vibración
en el pecho.
Una sinfonía,
el silicio ardiendo
cerca del tímpano.
Siempre un mar
que se expande,
se contrae.
Como ciertas voces
que a ciegas
postulan
para callarse.
QUEDARSE CALLADO
Para que eso,
sombra,
o segundero,
haga su trabajo.
Decir con eso
que pasa:
tanta desgracia
tanta humedad
solo sucede
evapora
está allí
para acometerse.
Partir de cero:
nuestra ropa
hace siglos
nos hace el cortejo:
imposible seguirnos el rastro:
nos viste el dolor y su secuencia.
Entonces se prenden
pentagramas:
garabatean ciertos sonidos
como los del principio
de los tiempos:
la huella sideral
de Gardel
saludando el viejo tocadiscos.
Culpan la cercanía
de sus olores internos.
están con ellos
y parpadean.
Eso son.
Como una película
de cine sin cortes
silente,
la luz baja.
La urgencia
de viajar
por ejemplo a Cuba,
elevar anclas
con el alma llena
un día de mar embravecido.
EVERY BREATH YOU TAKE
Aquí es cuando
el bolero
toma un color incierto:
A vos,
a sal,
A parábola.
cada una de las estaciones
y sus bandas sonoras
Yo dibujo
y ensayo.
*Guillermo Acuña González (Costa Rica, 1969). Sociólogo con una especialidad en comunicación social. Docente universitario, investigador social y especialista en temas migratorios a nivel regional centroamericano. Trabajó en FLACSO Sede Académica Costa Rica durante 10 años. Fue Director del Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) de la Universidad Nacional, en Costa Rica, en el periodo 2012-2017. Es Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional, Costa Rica. En la actualidad se desempeña como Vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional (UNA) en Costa Rica.
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